La foto de la semana que ilustra el relato es la de Gustavo Arnaldo Pulti rodeado por Charly García y Nito Mestre en ocasión de la inauguración de una estatua de bronce de ambos músicos. Es ésta una iniciativa del concejal Héctor Rosso, compañero de correrías del intendente en estos años, quien, por otro lado, ni siquiera ha sido mencionado en la gacetilla que primorosamente los medios locales replican. Los que están amancebados, los que cortan y pegan gacetillas, mostraron a un Pulti feliz junto estos dos pioneros del rock nacional, sin mayor cita que las perogrulladas a las que nos tiene acostumbrados nuestro lord mayor, más una frase de García: “Me imaginé muchas cosas en mi vida, pero nunca que me hiciera una estatua por repartir volantes, tocar rocanrol y fumar porro” (sic).
Justamente en un acto público ante autoridades, curiosos y medios, García hace una vez más gala de su condición de adicto a las drogas. Jocosamente, como si hubiera algo de qué jactarse. Pero no es de extrañar que ocurra: Gustavo Arnaldo Pulti se reúne cada verano en actos públicos con el ministro Eugenio Zaffaroni, el más proactivo impulsor de la liberalización de la droga, el mismo que ha dicho públicamente que “una plantita de marihuana se puede tener, no hay problema”.
Alegre carnestolendas político/mediático/jurídica que ignora cuestiones esenciales vinculadas a este carísimo tema, como el padecimiento concreto en los barrios de la ciudad, por el desparpajo con el que se mueve el narcotráfico. Diego, vecino del barrio Libertad, relató esta semana en la 99.9 (ver sección Actualidad) la situación que deben atravesar los vecinos de dicha zona ante el creciente poder de una familia de apellido Chávez, que se mueve impunemente a la luz del día entregando armas a sus lugartenientes y asolando el barrio, robando celulares, arrebatando carteras o bolsos a cuanto humano transite el lugar. Esa misma zona de la ciudad a la que Pulti quiere trasladar la sede del Ejecutivo, proyecto de imposible factura que se derrumbó por el mal manejo de los tiempos políticos y un error de cálculo del hombre de Telefónica en Argentina, José Luis Rodríguez Zarco, quien se compró la fruslería mediocre de que “Florencio es el dueño de Mar del Plata”.
Hoy, en esta cuestión del narcotráfico, todos miran a la provincia de Santa Fe y, en particular, a la ciudad de Rosario. Allí no se trata de tener una plantita; la droga corre, y las disputas territoriales se cobran vidas a diario. El pasado martes 5, Maximiliano Rodríguez, de 26 años, hijo del ex jefe de la barra brava de Newell’s, fue asesinado al mejor estilo de los sicarios cuando salía de la casa de su novia a curarse una herida de un tiro que le habían pegado días atrás, por un “ajuste de cuentas” ligado al tráfico de drogas. Este episodio sucede un día después de que asumiera la nueva cúpula policial.
Aquí, en nuestra ciudad, las muertes también ocurren corren a diario. Hay disputa territorial, mucha coima a los pasantes y vendedores por parte de actores policiales. No hablo de “la policía”, sino de sujetos que, vistiendo el uniforme, participan de la renta de la venta de narcóticos. ¿Pulti? Inaugura la estatua de Mestre y García, ése que se mantuvo famoso en las últimas décadas no por la música que lo hizo popular sino por los escándalos a que lo llevaron sus descontroles con la droga.