El San Jorge I, naufrago en el día de ayer convirtiendo a su tripulación en parte de una tragedia. Pero también provoco dolor, angustia y desazón a la tripulación y sus familias.
Con todo respeto, le pido perdón al “Turco” Vacarezza y a cada uno de los padres esposas familiares y amigos de estos pescadores que tan solo por buscar su destino, les ha tocado pagar el duro precio de la aventura de la pesca.
Perdón, porque los prefecturianos intervinientes no tuvieron la avidez de contener el dolor de las madres, padres, esposas, hermanos, familiares y amigos y en el afán de coincidir con la empresa armadora solo organizaron un operativo engañoso, reservándose información para evitar valla a saber qué? Pretendiendo además, que los tres jóvenes pescadores, sin recibir atención médica inmediata prestaran declaración y al no lograr el objetivo trasladaron raudamente a los tripulantes a una Clínica privada dejando cuatro custodios uniformados para resguardar no se entiende qué? Eso sí y aquí lo lamentable, por falta de experticia no se convocó a los ámbitos de la Prefectura ni de la empresa armadora, en algún momento del día, a una necesaria y concreta reunión a ninguno de los familiares directos: MADRES, PADRES Y ESPOSAS con el fin de brindarle clara información y contención humanitaria incumpliendo con una de las premisa de servicio de la valorada Prefectura Nacional Argentina y prolongando la angustia que provoca la incertidumbre de no saber que le ha ocurrido a un ser querido.
“Turco” Vacarezza, como padre de Pablo su hijo, el capitán, lamento que no tuviera la oportunidad que tuvo mi padre, cuando perdió a su hijo en el mar. La oportunidad de agradecerle por aquel entonces al Prefecto Vacotti, quien “lo atendió con algo que le llamo mucho la atención. Con un gran afecto, con un gran interés y preocupación. Un interés que supero las barreras del trabajo formal que realizaba”.
También pido perdón en nombre de muchos, por la ausencia del Sr. Intendente Gustavo Pulti, y le digo que hoy, ocho familias directa de la ciudad que Ud. gobierna navegan sobre un tragedia y Ud. no se enteró, tal vez el puerto este muy lejos de sus dependencias.
También pido perdón, porque las campanas de la iglesia no sonaron, porque las bocinas de los buques estuvieron ausentes ante tanto dolor.
Es increíblemente triste que una industria que genera tanta riqueza, ante una tragedia reciba tanta indiferencia, incluso de los propios. Qué valor tiene recordar tragedias históricas como las del temporal de Santa Rosa, si no tenemos la voluntad de atender las presentes.
Te pido perdón valiente Lucas Martínez, joven pescador, y te felicito por aferrarte a la vida y alcanzar la balsa y te deseo mayor voluntad para reponerte rápido de lo que deberás afrontar, yo sé de tu dolor.
Finalmente quiero agradecer a los tripulantes del San Antonino III, a su capitán y a la tripulación quienes más allá de su obligaciones agotaron sus esfuerzos para rescatar a los compañeros accidentados.
Jorge Frias, pescador