James Lovelock es un icono del ecologismo que cree que se ha convertido en una religión y duda que haya certezas sobre el calentamiento global.
El ecologismo se “ha convertido en una religión” y ha dejado de prestar atención a los hechos, asegura James Lovelock, un icono ecologista de 94 años famoso por haber formulado la hipótesis Gaia, según la cual la Tierra es un único organismo que se autorregula. También entona un mea culpa afirmando haber estado demasiado seguro en el pasado sobre la velocidad con que se calienta la Tierra, concluyendo que “es tan tonto ser negacionista como ser creyente” de la teoría oficial del cambio climático: “Simplemente no se puede saber qué va a pasar”.
En una entrevista al Guardian, Lovelock se muestra firme partidario de que el Reino Unido se olvide de las renovables y apueste por la energía nuclear y el fracking. “El Gobierno está demasiado asustado para apostar por la nuclear, las renovables no funcionarán porque no tenemos suficiente sol y no podemos seguir quemando carbón porque produce demasiado CO2, así que nos queda el fracking. Sólo produce una fracción del dióxico de carbono que emite el carbón y permitirá que Gran Bretaña tenga mayor seguridad energética por unos años. No tenemos más opciones”, asegura. Aunque personalmente la fuente de energía que apoya es la nuclear:
Soy científico e inventor, y es absurdo rechazar la energía nuclear. Todo viene por la parte religiosa [del ecologismo]. Se sienten culpables por haber lanzado bombas atómicas contra la gente. Teníamos ese extraordinario regalo –una fuente de energía barata y segura– y abusamos de él desde el principio. Seguimos teniendo sentimientos de culpabilidad por aquello. Pero es triste porque en Gran Bretaña podríamos tener energía barata si no hubiéramos dejado de construir [centrales nucleares].
Lovelock no cree que los residuos nucleares sean problema y recuerda que llevó un contador de radiación al centro de reprocesado de combustible nuclear de La Hague y daba las mismas cifras que en su propia casa. En cuanto a Fukushima, cree que se trata de “la más asombrosa colección de mentiras que se haya conocido nunca”. “No hay prácticamente ningún daño a la fauna que vive cerca de Fukushima. Los niveles de radiación son demasiado bajos. Nadie ha muerto, nadie ha sido siquiera herido, así que ¿a qué viene todo el jaleo? Es todo propaganda. Como la gente habla mal de la energía nuclear nadie se atreve a usarla”, afirma. También recuerda un estudio que investigó las muertes debidas a cada fuente de energía y que concluía que la nuclear era la menos dañina de todas.
Además, se ha reafirmado en que se equivocó siendo tan alarmista sobre el cambio climático en su libro de 2006 La venganza de Gaia. El impacto del cambio climático “puede ser terrible dentro de un par de años, o que tengan que pasar cientos de años antes de que el clima se haga insoportable”.