Investigación italiana descubre a los ‘nuevos esclavistas del Mediterráneo’

Con la detención del “tesorero” de la organización, Fiscalía de Palermo logra desmantelar una red.

esclavistas-del-mediterraneoCon la detención este martes del que se ha calificado como el “tesorero” de la organización, la fiscalía de Palermo (sur de Italia) logró desvelar las tarifas y métodos de los “nuevos esclavistas del Mediterráneo”.
El detenido se llama Nahome Kerebel Gutama y se le ha localizado una cuenta bancaria en la que desde mayo a julio de 2014 fueron depositadas grandes sumas de dinero, que según los investigadores corresponden a las tarifas que cobraba la banda.
Ya son 15 los arrestados de la lista de 24 órdenes de detención emitidas contra personas de nacionalidad eritrea, etíope, marfileña y ghanesa, que desde varias ciudades italianas mantenían contactos con traficantes en Libia para favorecer la inmigración de sus compatriotas.
Las escuchas telefónicas y el material recogido por la Fiscalía de Palermo en los últimos meses en la llamada operación “Galuco II” han permitido reconstruir cómo funcionan los que ayer el primer ministro italiano, Matteo Renzi, definió como “los nuevos esclavistas del Mediterráneo en el siglo XXI”, comparándolos con los que traficaban hace cuatro siglos en las costas africanas.
En las interceptaciones, que ha hecho públicas la Policía italiana, se les oye reír o vanagloriarse de haber sobrecargado hasta el exceso los barcos de inmigrantes, como el pesquero que se hundió el pasado domingo con cerca 850 inmigrantes a bordo, según los 28 supervivientes.
“Me dicen que lleno demasiado los barcos, pero…si son ellos los que quieren zarpar”, se oye decir entre risas a Mered Medhane, un eritreo que desde Libia habla con sus contactos en Italia y que no ha podido ser detenido.
Al otro lado del teléfono se encuentra Asghedom Ghermay, etíope y que paradójicamente llegó en 2009 en una de estas barcazas pagando cifras astronómicas a los traficantes y ahora ha pasado a ser uno de ellos sin ningún remordimiento.
Ghermay, que fue acogido en Italia como refugiado, asegura al teléfono que tiene en su casa “hasta 117 inmigrantes”, que ante la falta de espacio “duermen de pie”. Los fiscales de Palermo no excluyen que Ghermay y sus socios en Libia fueran los encargados de organizar el pesquero que acabó hundiéndose a pocas millas de Lampedusa el 3 de octubre de 2013 y que costó la vida a 366 inmigrantes.
“Hay mucho movimiento y las cosas están marchando bien. Han llegado ya dos barcos y mil inmigrantes cuatro días antes de lo previsto”, comunica Ghermay a su interlocutor en Trípoli.
Su labor, según las pesquisas, es la de organizar la llegada de los inmigrantes, pues les ayuda a escapar de los centros de identificación o de las sedes de acogida y a llegar a los destinos que habían deseado dentro de Italia o a salir del país. Explica que les va a buscar en carro a las localidades sicilianas de Agrigento o Catania y que les organiza el viaje a Roma, y que por ello recibe 150 euros de cada uno, de los que 50 euros son para él.
Los nuevos esclavistas tienen su propias tarifas, pues Ghermay explica en una de sus llamadas de teléfono que por 500 euros puede mandar a alguien a Alemania o por 1.100 euros se puede llegar a Suiza, Holanda o el Reino Unido.
La única preocupación es cuando los inmigrantes no llegan, porque entonces Ghermay no gana dinero, como cuando en julio del año pasado se confiesa intranquilo porque carecen de noticias de una barca con 260 personas que salió de Libia hace once días.
Medhane, por su parte, asegura que está “muy presionado” por sus compatriotas porque no saben nada de lo que ocurrió con sus familiares que zarparon hace días.
Al tesorero detenido hoy se le ha localizado una cuenta postal en la que desde mayo a julio de 2014 fueron depositadas grandes sumas de dinero, que según los investigadores corresponden a las tarifas que cobraba la banda.
El fiscal de Palermo explicó además que la banda cobraba hasta 5.000 euros por llevar a los inmigrantes desde su país de origen a Libia, otros 1.500 euros por la travesía a Italia y posteriormente unos 400 euros a los emisarios en este país, a los que se añadían otros 1.500 euros si se quería llegar al norte de Europa.
Por una barcaza con cerca 200 personas a bordo, cada miembro de esta red conseguía hasta 80.000 euros.