Mario es un vecino de Chapadmalal que fue víctima de un violento robo junto con su mujer y su hijo. Éste último recibió un disparo de los malhechores que le dejó la bala alojada en la cabeza: “no sé cómo abrieron la puerta de atrás y nos sorprendieron”, remarcó.
La inseguridad golpea en lo cotidiano a los marplatenses. La muerte del taxista Mario Riera fue una de los tantos hechos que se repiten habitualmente. En Chapadmalal, una familia sufrió un violento asalto que terminó con un disparo al hijo del matrimonio, joven que todavía tiene alojada la bala en la cabeza.
Esta mañana, habló en la 99.9 Mario, el padre de esta familia que vivió minutos que nunca olvidarán y que cambiaron su vida para siempre. “Mi hijo tiene 33 años, tuvimos que llamar la ambulancia anoche porque le dolía mucho, tuvieron que inyectarlo para poder dormir. Se sentía medio mareado y le dolía muchísimo, tiene muy inflamado porque le quedó la bala adentro de la cabeza”, explicó.
Todavía no comprende bien lo que sucedió, ni como ingresaron a la vivienda a robarles: “estábamos los tres en la casa cenando, tipo 22.30, mi hijo recién había llegado. Entraron por la parte de atrás, deben tener un conocimiento, una idea para irse. Tienen que ser de la zona, si sos de Mar del Plata es medio difícil ubicarse”, advirtió el vecino pensando que conocían el lugar.
Los delincuentes ingresaron encapuchados y tratando de no dejar ningún rastro, pero no entiende aún que buscaban dentro de la casa: “se les veía el rasgo de la boca y los ojos, hay miradas que uno no se olvida nunca más, pero tenían los rostros tapados y estaban con guantes. Nosotros tenemos un pequeño kiosco y habrán pensado que tenemos mucha plata”, indicó Mario.
Las primeras crónicas del hecho indicaban que había existido un pedido de disculpas de quien disparó hacia su hijo, pero el vecino no creyó que fuera posible un error de ese tipo: “después del disparo, uno de ellos dijo “perdoná, se me escapó el tiro”, pero de un revólver no se puede escapar un tiro. Mi hijo sangraba mucho y se movía, pero el delincuente le dijo “quedate quieto porque te meto otro tiro”. Nosotros no nos resistimos en lo más mínimo, no sé cómo abrieron la puerta de atrás y nos sorprendieron”, reiteró incrédulo.
Enojado, decepcionado, triste y con una preocupación latente en el sonido de su voz, Mario reflexionó sobre la sociedad en la que se vive y la realidad con la que chocó brutalmente no sólo al ser asaltado, sino también cuando debió acudir al HIGA para que atiendan a su hijo: “a veces hablan de los Derechos Humanos pero son para ellos, no para nosotros. Sería tener buenos hospitales. Fuimos al Regional y la situación era terrible, en la guardia estaban todos amontonados, hombres y mujeres todos juntos separados con una sábana”. Por último, agregó: “mi hijo estaba con un balazo, había enfermos de hepatitis al lado, de todo. Los médicos y enfermeras hacen milagros, pero es increíble. No había almohadas, frazadas, sábanas…absolutamente nada. No puedo creer como nos mienten todos los políticos, es una vergüenza”.