Reed Hastings, director de Netflix, firma la sentencia a los canales actuales, y vislumbra que se subirán a las nuevas tecnologías.
El modelo clásico en que se basa la televisión, con programas sucesivos distribuidos en canales determinados, tiene los días contados. O al menos así lo augura el jefe de la popular plataforma de video online Netflix, Reed Hastings, publicó Tiempo Argentino.
“La llamada ‘televisión linear’ clásica entrará en decadencia, como ocurrió con la telefonía fija tras la difusión de los móviles”, pronostica el estadounidense de 54 años.
El director ejecutivo de Netflix, uno de los gigantes del video online con producciones propias tan exitosas como House of Cards o Better Call Saul, comenta también el modelo de negocio de la compañía, los riesgos que implica y la apuesta por la primera película de la plataforma.
–Alguna vez dijo que la televisión clásica se extinguirá en 15 o 20 años, pero los canales siguen teniendo beneficios. ¿Lo mantiene?
–Sí. La llamada “televisión linear” clásica entrará en decadencia, como ocurrió con la telefonía fija tras la difusión de los móviles. Los canales actuales se convertirán en redes por Internet. El deporte será un importante impulsor: el próximo Mundial de Fútbol, por ejemplo, sólo podrá transmitirse por Internet con una imagen de super alta definición.
–¿Buscará Netflix hacerse también con derechos de transmisiones deportivas, si aportan tantos clientes?
–No. Nos concentraremos en series y películas. El deporte es muy caro. Pero sí queremos crecer rápidamente a nivel internacional. Hace seis meses teníamos 15 millones de usuarios fuera de Estados Unidos. Hoy son ya 20 millones. Estamos en 50 países y en los próximos 18 meses queremos alcanzar otros 150.
–Eso implica altísimos costos en versiones locales de la plataforma. ¿Cómo decidirán cuándo frenar la inversión?
–Sencillamente vamos a experimentar. Pondremos el dinero que ingresamos directamente en la expansión de la red internacional.
–Este año invertirán 3000 millones de dólares en series y películas de producción propia. En el último informe de resultados anunciaba que esa cifra aumentará. ¿Superarán los 3000 millones en 2016?
–Sí, así es.
–¿Cómo miden si la inversión en una serie determinada se justifica? Con el modelo de abono de Netflix, no se puede determinar el éxito financiero de productos por separado…
–Analizamos lo valiosa que es cada serie para nosotros. Miramos por ejemplo cuánta gente la vio o el interés que despierta en los medios. Y hacemos muchas encuestas entre usuarios. Es como con los cruceros: ¿la gente los toma por la comida? ¿O por la música? Es el paquete general lo que debe funcionar.
–En resumen: ustedes invierten miles de millones de un dinero en gran parte prestado para hacer producciones propias. ¿Duerme usted bien?
–Ya lanzamos varias series y llegaron hasta ahora a la segunda o tercera temporada. Si nos jugáramos todo a una sola carta –digamos, 500 millones de dólares en una película sobre el Titanic– sería más peligroso. Pero hacemos muchas apuestas pequeñas. En todo caso deberíamos atrevernos a correr más riesgos y fracasar alguna vez a lo grande, porque eso implicaría que probamos nuestros límites.
–Varios actores dejaron el rodaje de la primera película de Netflix, con Adam Sandler, porque les pareció que algunas bromas con indios iban demasiado lejos. ¿Estaba preparado para algo así?
–Nos tomó por sorpresa totalmente. Como productores de contenidos debemos reflexionar sobre qué es un humor aceptable o un trato correcto con el sexo o la religión, dónde están los límites.