Son el arma favorita del ISIS para iniciar sus ofensivas, como descubrieron los milicianos kurdos en Siria. Una técnica que requiere un suministro constante de vehículos, que consiguen en Turquía.
Un coche se aproxima a toda velocidad al primer puesto de control. Los centinelas tratan de reaccionar, tal vez disparando contra el conductor, pero ya es tarde: el vehículo, lo suficientemente cerca, estalla con su carga explosiva, devastando todo lo que se encuentra en decenas de metros a la redonda. Es la señal para el inicio del ataque yihadista.
El episodio arriba descrito es el ‘modus operandi’ con el que el Estado Islámico suele iniciar sus ofensivas contra las posiciones enemigas, como han descubierto amargamente los milicianos kurdos en Siria o las tropas chiíes en Irak. El uso de vehículos bomba conducidos por suicidas, una herramienta de larga tradición entre los grupos yihadistas de la región, se ha convertido en la marca de la casa de esta organización.
Pero semejante técnica bélica requiere de un suministro constante de vehículos. Y dado que ninguno de los países donde el Estado Islámico tiene presencia armada posee una industria automovilística digna de mención, estos provienen necesariamente del extranjero. Se han detectado intentos de adquirir automóviles por parte de miembros del ISIS en Irán, Líbano, Jordania, Kuwait y Arabia Saudí. Pero el país más afectado es Turquía: según un informe de la policía turca citado por el diario Milliyet, una porción significativa de los vehículos robados en suelo turco en los últimos dos años han acabado en Siria.
De acuerdo con dicho informe, el ISIS trabaja en cooperación con una red de ladrones y contrabandistas de coches que operan en el resto del país, especialmente en Estambul, que es la que se encarga de proporcionar a los yihadistas las grandes cantidades de vehículos que estos requieren, incluyendo un número destacado de rancheras, camionetas y 4×4. El Departamento de Seguridad Pública de la policía afirma que en 2014, unos 23.000 automóviles y camionetas fueron robados en Turquía (una media de 63 vehículos al día), aproximadamente dos mil de las cuales fueron llevados a Siria utilizando matrículas falsas.
Y, a veces, los contrabandistas ni siquiera se molestan en llevarse los coches por la fuerza, sino que los contratan en un establecimiento de alquiler y jamás los devuelven. Es el caso de un tal Idris U., que alquiló un automóvil en la ciudad mediterránea de Antalya, asegurando que pretendía hacer un viaje con su esposa británica. Tras una espera de diez días, y tras haber constatado que al vehículo le habían extraído el localizador GPS, Ergün Akça, el responsable de la agencia de alquiler, entendió lo que había sucedido.
“Alquilan un vehículo y le cambian la matrícula y los permisos, falsificando los de un vehículo de idéntico modelo que ya tienen”, explica Akça, que ejerce como director de la Asociación de Agencias de Alquiler de Coches de Antalya, en una entrevista con la agencia de noticias turca Dogan. “La ausencia de controles de los números de registro de los chasis en la frontera lo facilita”, añade.
“Los funcionarios del Estado no pueden hacer nada dado que el periodo de alquiler de dos días aún no ha expirado” en el momento de cruzar la frontera, se queja Akça. Por ello, las agencias de alquiler turcas han comenzado a distribuir listas de individuos conocidos por haberse quedado con varios vehículos en beneficio del Estado Islámico. Cuando denunciaron a Idris U., por ejemplo, “la investigación de la policía descubrió que había un total de cuarenta quejas contra esta misma persona”, relata.
En otras ocasiones, las redes de abastecimiento no tienen que irse muy lejos para conseguir automóviles. Así ocurrió, por ejemplo, durante el cerco de la localidad kurda de Kobani, en la frontera turco-siria: las autoridades turcas permitieron a los civiles refugiarse en territorio turco, pero no que cruzasen el ganado ni los vehículos. Así, en los críticos días de septiembre y octubre, era posible divisar auténticos mares de coches dejados a su suerte junto a la valla fronteriza. “Mi familia ha tenido que abandonar tres casas y dos coches”, se quejaba Mehmet Firas, un campesino de Kobani, al autor de este artículo. Una situación de la que no tardaron en percatarse las bandas de criminales que operan en la zona, que, a pesar de la proximidad de los combates, empezaron una peligrosa operación de robo masivo de automóviles. En algunos casos, los cabezas de familia kurdos decidieron enviar a sus parientes al lado turco de la frontera y permanecer en los coches, tratando de evitar su sustracción.
La amenaza de los coches bomba, además, podría extenderse a otros países. El Instituto para el Estudio de la Guerra emitió recientemente una alerta indicando que el elevado número de vehículos robados en la península egipcia del Sinaí en los últimos meses apunta a una probable campaña de coches bomba por parte del grupo Wilayat Sinaí, una organización afiliada al Estado Islámico que aspira a convertir la región oriental de Egipto en una provincia del Califato. “Cierto número de grandes vehículos utilitarios han sido robados recientemente en el norte del Sinaí, lo que sugiere que el grupo Wilayat Sinaí, anteriormente conocido como Ansar Bayt Al Maqdis, podría estar preparando ataques a gran escala con dispositivos explosivos improvisados transportados en vehículos”, afirman los analistas militares Jantzen Garnett y Aaron Reese. “Una ambulancia y un camión de basura fueron robados el 9 de febrero, y las autoridades han instruido a las fuerzas de seguridad en los puestos de control militares para que busquen vehículos robados antes de que puedan ser usados en atentados”, aseguran.
El informe describe el robo a punta de pistola de varios camiones de distribución de agua y de dos vehículos de la compañía eléctrica a finales de febrero y principios de marzo, así como los que, probablemente, fueron los primeros atentados de esta campaña: un ataque con un camión bomba contra el cuartel del Batallón 101 en enero, que dejó docenas de muertos, y otro el pasado 10 de marzo: “Un automóvil explosivo conducido por un suicida atacó un campamento militar en el distrito de Mesaíd, en la parte occidental de El Arish. Una persona murió y docenas resultaron heridas cuando el vehículo explotó prematuramente antes de alcanzar el campamento”, indica el análisis. “El beneficio de usar vehículos utilitarios pesados como artefactos explosivos es doble. En primer lugar, pueden ser cargados con largas cantidades de materiales explosivos para optimizar la potencia explosiva. En segundo lugar, tienen el potencial de lograr acceder a instalaciones cercanas a posiciones de seguridad con menor escrutinio”, añade.
Además, a finales de febrero, tres coches bomba conducidos por voluntarios del Estado Islámico castigaron duramente a las milicias del Gobierno de Tobruk destacadas en Qubbah, en el este de Libia. Uno de los suicidas fue identificado como ciudadano de Arabia Saudí, lo que desató las alarmas ante la evidente capacidad de las redes yihadistas para trasladar voluntarios de un teatro a otro. Y un episodio asombrosamente similar tuvo lugar este 8 de abril en la ciudad siria de Alepo, donde la explosión de dos vehículos bomba del ISIS dejó al menos 27 muertos entre las filas de grupos insurgentes rivales. Apenas unos incidentes escogidos para mostrar hasta qué punto la amenaza de los coches bomba está presente de forma cotidiana en numerosos países de la zona.
El Estado Islámico, por supuesto, no es el único grupo que los utiliza, pero sus miembros han demostrado ser verdaderos maestros en esta técnica. Dada su eficacia, es improbable que los yihadistas vayan a renunciar a ella, y con cada atentado aumenta su experiencia y, aparentemente, el número de militantes dispuestos a inmolarse. Mientras sigan existiendo automóviles disponibles, el coche bomba seguirá siendo una terrible realidad en los conflictos de la región.