El papa Francisco denunció el “clima de guerra” reinante en el mundo en una misa oficiada en Sarajevo durante una visita relámpago centrada en promover la paz y la coexistencia entre serbios, croatas y musulmanes.
Ante 65.000 fieles reunidos en el inmenso estadio olímpico de la ciudad, el papa argentino dijo sentir un “clima de guerra” en el mundo, fomentado “deliberadamente” por quienes “buscan la confrontación entre las distintas culturas y civilizaciones”.
En ese contexto, “Sarajevo y Bosnia tienen un significado especial para Europa y para el mundo entero”, subrayó Jorge Bergoglio poco antes de su llegada a la capital bosnia, donde unas 100.000 personas acudieron a recibirlo.
“Hacer la paz es un trabajo artesanal: requiere pasión, paciencia, experiencia, tesón. Hacer la paz es un trabajo que se realiza cada día, paso a paso, sin cansarse jamás”, recordó a miles de fieles.
La coexistencia de tres comunidades de confesiones diferentes “muestra el mundo entero que la colaboración entre distintas etnias y religiones para el bien común es posible”, señaló en su primer discurso de la jornada.
Pero particularmente aquí, en Bosnia, hay que hacer más, añadió dirigiéndose al presidente bosnio en ejercicio, Mladen Ivanic. Este último es el representante serbio en el seno de la presidencia tripartita (serbia, croata, musulmana) del país. La igualdad de todos los ciudadanos ante la ley es “indispensable”, afirmó.
Ivanic, por su parte, aseguró que las autoridades pluriétnicas bosnias están “dispuestas a trabajar para la reducción de los nacionalismos” y pidió un “apoyo total” del pontífice a la adhesión de Bosnia y otros países de los Balcanes a la Unión Europea.
Bosnia es “parte integrante de Europa”, respondió el Papa, llamando a la comunidad internacional y a la UE en particular, a ayudar a estos países. Esta colaboración es “fundamental”, subrayó.
El papa se trasladó a continuación al estadio olímpico en su papamóvil, descubierto, saludando a los fieles y besando a los niños que le tendían, como acostumbra a hacer durante sus desplazamientos.
“Estoy aquí porque deseo que la paz reine en el mundo entero y que las guerras y el odio cesen”, afirmó Branimir Vujca, un médico de 50 años de Kiseljac (centro), presente en el estadio con su esposa y sus tres hijos adolescentes.
La guerra de Bosnia (1992-1995) dejó cerca de 100.000 muertos y más de dos millones de refugiados y desplazados, más de la mitad de la población del país.
Veinte años después de los acuerdos de Dayton, que pusieron fin a la guerra entre serbios ortodoxos, croatas católicos y musulmanes bosnios, la ciudad está en paz, pero parece una paz fingida, sin una verdadera reconciliación, pese a los numerosos esfuerzos que se han hecho en este sentido en el seno de la sociedad civil.
“Bosnia necesita el mensaje de paz que el papa enviará en un momento en que sigue habiendo una falta de confianza entre las tres comunidades del país”, confió Katarina Dzrek, croata bosnia llegada expresamente para ver al pontífice.
El momento álgido de esta visita de una decena de horas será el encuentro interreligioso de la tarde, cuando Francisco conversará con representantes de las religiones católica, ortodoxa, musulmana y judía.
Los musulmanes son mayoritarios este país de 3,8 millones de habitantes, donde representan cerca del 40% de la población. A continuación, se encuentran los ortodoxos serbios (31%) y los católicos (10%), en su mayoría croatas. Los judíos son una pequeña minoría.
Francisco llega a Sarajevo en un contexto complicado en materia de seguridad y su visita representa, según los expertos, un importante desafío para las fuerzas de seguridad.
Islamistas que dijeron pertenecer al grupo Estado Islámico (EI) llamaron a hacer la yihad en los Balcanes, en un vídeo difundido el viernes por la prensa bosnia, en víspera de la visita del papa. Se espera que se desplieguen en Sarajevo al menos 5.000 policías.