Solo en 2014 hasta 13,9 millones de personas se han visto forzadas a irse de su casa, según el informe anual de Acnur.
El número de personas desplazadas de sus casas de manera forzosa por las guerras, los conflictos o la persecución alcanzó en 2014 los 59,5 millones de personas (42.500 desplazados diarios de media), según el informe anual de la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) que se hace público hoy. Los 51,2 millones de 2013 (37,5 hace una década) indican la tendencia sin freno del aumento de este flujo de personas, el mayor jamás registrado. Este sábado se celebra el Día Mundial del Refugiado.
Desde el año 2011, conocido por el surgimiento de la Primavera Árabe, año al que se llegó con 42,5 millones de desplazados, el incremento ha sido de un 40 por ciento. Esos 59,5 millones engloban a desplazados internos dentro de sus países (38,2 millones), refugiados (19,5 millones) y solicitantes de asilo (1,8 millones). Sorprende que casi nueve de cada diez refugiados, en concreto el 86 por ciento, sea sin embargo acogido en países poco desarrollados económicamente.
Siria, cuya guerra ha cumplido ya los cuatro años, es el país que más desplazados, tanto internos (7,6 millones) como refugiados (3,88 millones, al final de 2014), aporta a las estadísticas. Le siguen Afganistán (2,59) y Somalia (1,1).
Detrás de estos datos se encuentra, además de la guerra siria, el surgimiento de nuevas crisis en Oriente Medio y África o el agravamiento de otros conflictos existentes ya en Irak, Afganistán, República Democrática del Congo, Somalia, República Centroafricana, Sudán del Sur o Ucrania. «Es terrible que, por un lado, hay una mayor impunidad en torno a esos nuevos conflictos y, por otro, aparentemente hay una incapacidad absoluta de la comunidad internacional para trabajar unida para detener las guerras y construir y preservar la paz», entiende Antonio Guterres, alto comisionado de la ONU para los refugiados. Las personas que más lo necesitan «están siendo abandonadas», añade en palabras que recoge el informe. Es necesario «un renovado compromiso mundial con la tolerancia y protección de las personas que escapan de la persecución y los conflictos».
Turquía, a la cabeza
A la cabeza en acogida se encuentra por vez primera Turquía, con 1,59 millones de refugiados. Le siguen Pakistán (1,51 millones), Líbano (1,15), Irán (982.000), Etiopía (659.500), Jordania (654.100). Hay, además, unos diez millones de apátridas en el mundo. El año pasado solo 126.800 refugiados lograron regresar a sus países de origen lo que supone la cifra más baja en los últimos 31 años.
Unos 219.000 refugiados e inmigrantes -la mitad sirios y eritreos- cruzaron el Mediterráneo el año pasado, pero la tendencia se ha disparado y entre enero y mayo de 2015 lo han hecho ya más de 102.000, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). El informe de Acnur se refiere a la muerte en 2014 de 3.500 hombres, mujeres y niños ahogados en esas aguas. La presencia mediática y el debate al más alto nivel en la Unión Europea hace que miremos de manera especial a este drama a pesar de que no es ni mucho menos el mayor movimiento de población que se registra.
España, a la cola
España se halla «a la cola» en acogida y en «solidaridad», entiende Estrella Galán, secretaria general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Suleikha Ismail, refugiada somalí de 49 años y madre de siete hijos, fue afortunada al poder recibir protección en España. Es una rara excepción si tenemos en cuenta que de las 625.000 solicitudes de asilo gestionadas el año pasado en Europa solo 5.900, es decir, el 0,9 por ciento, se llevaron a cabo en España, según datos de CEAR. Nada que ver con Alemania, que absorbió con 202.000 casi el 30 por ciento de esas 625.000 peticiones. «Aquí no aceptamos refugiados», fue la respuesta cuando cuatro de los hijos de Suleikha pidieron asilo en la Embajada de España en Nairobi. Gracias a las gestiones de Acnur, la familia pudo finalmente recibir protección y hoy el matrimonio de una de sus hijas le ha dado dos nietos españoles a Suleikha, que trabaja en CEAR.