El diputado más disciplinado de Brasil es un payaso. Como lo oyen. Se llama Tiririca y durante la pasada legislatura fue el diputado más cumplidor, con un 100% de presencias en el Parlamento.
En un panorama político fuertemente crispado, con una Cámara ultraconservadora que ha declarado guerra abierta a la presidenta Dilma Rousseff, elegida por los pelos en octubre de 2014, y con una tasa récord de ausencia entre los parlamentarios, el diputado más disciplinado, educado y cumplidor de Brasil es un payaso. Como lo oyen.
Se llama Tiririca (Francisco Everardo Oliveira Silva) y, según un informe realizado por la publicación Congresso em Foco, basado en los registros oficiales de la Cámara, durante la pasada legislatura fue el diputado más asiduo con un 100% de presencias en el Parlamento. Y todo apunta a que, en su segundo mandato, va por el mismo camino. “Él frecuenta todas las sesiones, aunque su peso real en la Cámara es muy reducido”, afirma Fábio Góis, reportero parlamentario de Congresso em Foco.
Desde su elección, la conducta de Tiririca ha sido ejemplar. En su breve carrera política, no ha faltado ni un día a su trabajo. Es un logro trascendental en un país en el que, entre 2011 y 2014, hasta 93 parlamentarios sumaron ausencias equivalentes a uno de los cuatro años de la legislatura. De hecho, según datos de la Cámara, los cinco parlamentarios más presentes en las votaciones corresponden a menos del 1% de los 648 diputados que pasaron por el Parlamento en los últimos cuatro años.
El absentismo en la Cámara brasileña es tan sangrante que en la pasada legislatura cuatro diputados dejaron de comparecer en el medio de su mandato. Y ojo al dato: en la mayoría de los casos, el sueldo de esos representantes del pueblo con tendencia al escaqueo no fue descontado, a diferencia de lo que ocurre con los trabajadores comunes.
Por eso, el comportamiento irreprochable del payaso Tiririca no deja de sorprender. Cuando fue elegido por primera vez, en 2010, este cómico, cantante y compositor usó el chiste irreverente para atraer el voto de protesta de indignados y desencantados con la corrupción galopante del sistema político brasileño. “¿Qué hace un diputado federal? En realidad, no lo sé. Pero vótame y te lo cuento”, preguntaba, burlón, en su anuncio electoral.
Gracias a esta broma, Tiririca fue el diputado más votado del país, con casi 1,4 millones de sufragios. Y eso a pesar de que en 1996 se declaraba analfabeto públicamente. En 2014, consiguió la reelección con otro lema humorístico: “¿Estás hasta el moño de la política? Vota a Tiririca. Peor de lo que está no queda”. Durante la pasada campaña electoral, no dudó en imitar a Darth Vader o al famosísimo cantante Roberto Carlos para atraer votos.
Sin embargo, Francisco Everdardo Oliveira Silva, ese el verdadero nombre de Tiririca, también se ha destacado en estos casi cinco años de actividad parlamentaria por no haberse pronunciado jamás en el plenario. Primer payaso profesional en conquistar un escaño, Tiririca es en realidad el representante del circo en el Congreso. En su primer mandato, el cómico presentó ocho proyectos de ley, de los que seis estaban dirigidos al gremio circense.
“Cada vez que iba al Congreso para cubrir alguna noticia, veía a Tiririca sentado en la zona destinada al público. Es decir, él se sigue sintiendo más a gusto con la gente de a pie que entre los otros diputados”, señala Fábio Góis. “Él sabe que sigue siendo una figura folclórica en el plenario, que se limita a cumplir con sus obligaciones mínimas de diputado, que es acudir con frecuencia. Eso sí, mantiene el decoro a diferencia de otros parlamentarios, que ofenden y vilipendian a sus colegas”, añade.
Sin embargo, hay observadores que valoran la actuación de Tiririca, a pesar del prejuicio al que se enfrenta desde su llegada a la arena política. “La asiduidad es el primer indicador del nivel de seriedad de un diputado en relación a su mandato. El parlamentario ausente se convierte en un ejemplo negativo para la población, que queda desmotivada a la hora de confiar en el sistema político”, asegura el politólogo Leonardo Barreto.
El sociólogo y profesor universitario Paulo Baía opina que el payaso es uno de los mejores diputados de la Cámara. “No sólo es asiduo. También vota con buen criterio. Recientemente, se ha pronunciado en contra de la ley que permite la externalización del trabajo [aprobada el pasado mes de abril con 324 votos a favor, 137 en contra y dos abstenciones]”, asegura Baía. “De alguna forma, con Tiririca acontece algo parecido a lo que pasa con Romario, el exfutbolista. También ha sido un diputado ejemplar y como senador se está destacando. Pero muchos analistas y ciudadanos son incapaces de reconocerlo”, añade.
Para el politólogo brasileño Rafael Cortez, la influencia de Tiririca en el proceso legislativo del país es bastante pequeña. “La campaña de Tiririca fue hecha a partir de un discurso sarcástico en relación con el mundo político, con el fin de movilizar al elector que está decepcionado con los partidos tradicionales. En el fondo, es una versión brasileña de Beppe Grillo en Italia, aunque con una repercusión menor en términos electorales”, reflexiona. En otras palabras, la influencia mediática de Tiririca sería menor que su capital político real.
“Ni discute temas de interés ni sube al estrado”
“Yo le he entrevistado varias veces y es bastante inexpresivo. Tiririca no discute los temas de mayor interés del país en el plenario ni sube al estrado para hacer discursos pertinentes”, asegura el periodista Fábio Góis. “Él no profundiza en los temas. Está donde está por una contingencia política”, añade.
A pesar de todo, Tiririca va a pasar a la historia como uno de los diputados más dedicados de la política brasileña. “Está dando un ejemplo al comparecer todos los días en el trabajo en un país que está atravesando una fuerte crisis política, económica, ética y moral”, destaca Góis. Definitivamente, es un contrapunto a la conducta de otros políticos del país tropical, que ignoran por doquier sus obligaciones más básicas.
Entre los peores ejemplos, según Góis, destacan el senador Edison Lobão, hijo de un exministro de Minas y Energía, quien justificó 111 faltas y dejó otras 53 sen justificación. “Lo que causa más indignación es que Edison hijo es suplente del padre, algo que el sistema político brasileño admite. Y es con diferencia el más faltón de todos”, revela Fábio.
Otro campeón en ausencias es Jader Barbalho, que ya ha sido concejal, diputado, senador, gobernador y ministro, además de haber sido acusado en varias ocasiones de corrupción y malversación. En la pasada legislatura, este senador faltó a 137 de los 325 compromisos marcados en su agenda de votaciones. Eso sí, justificó 116 ausencias y dejó a otras 21 sin ninguna explicación, según el informe de Congresso em Foco.