Puede convertirse en el país más joven del mundo: Liberland, fundado en abril este año en seis kilómetros cuadrados de tierra de nadie entre Croacia y Serbia, en la mitad de Europa.
Es un sueño de toda la vida de el político checo de 31 años Vit Jedlicka.
“Quería fundar un país distinto: donde se vivieran todas las libertades, fuera del alcance de las fuerzas políticas y que existe en otras partes del mundo como Singapur o Hong Kong, pero no en el centro de Europa“, le dijo Vit Jedlicka a BBC Mundo.
Entonces se puso a buscar un sitio adecuado. Y lo encontró en la antigua Yugoslavia, despedazada en los años 90 por un conflicto feroz que le dio luz de nuevo a las antiguas repúblicas que allí coexistían.
Sin embargo, después de la separación de los países y respectiva repartición de tierra quedaron seis kilómetros cuadrados que nadie reclamó.
Están situados en la frontera entre Serbia y Croacia -dos de los seis países que quedaron tras la disolución-, pero no dentro de sus territorios. Tampoco en el del vecino Hungría.
Entonces bajo el precepto de “terra nullius” (tierra de nadie), en ese pequeño espacio de mundo Vit Jedlicka fundó el pasado 13 de abril la República de Liberland.
Eligió la fecha fundacional en honor al natalicio de Thomas Jefferson, uno de los padres de la patria estadounidense.
Fue un acto similar a la llegada al hombre a la Luna: ese día, Jedlicka, en compañía de su novia Jana Markovičeva y un compañero del colegio, transportó una bandera hasta la mitad de ese terreno de nadie y la clavó hondo.
“El país se enorgullece de otorgar libertad personal y económica a sus ciudadanos, garantizada en la Constitución, que limita el poder de los políticos que no pueden interferir en las libertades otorgadas por la nación de Liberland”, se puede leer en su página de internet en su declaración fundacional.
Y allí también se da cuenta de los símbolos patrios, casi como los de los países que ya están reconocidos por Naciones Unidas: su bandera, su escudo bien explicado y solo falta el himno, que han reemplazado temporalmente con un lema: “vive y deja vivir”.
Dos años tras la tierra prometida
Pero, ¿qué llevó a un político checo a crear un país en los terrenos sin dueño de la antigua Yugoslavia?
De acuerdo al relato que le hizo al diario New York Times, la idea venía rondando la cabeza del checo desde hace dos años, cuando se dio cuenta que podía fundar un país bajo el precepto de la “terra nullius”.
Sólo le hacía falta el sitio.
Buscando en internet y consultando a varios gobiernos, logró establecer distintas zonas en el planeta que no eran reclamadas por ningún país.
“Había un terreno cerca de Egipto, pero me parecía que la inestabilidad política en la región no ayudaba mucho a nuestra idea de país”, recordó Jedlicka a BBC Mundo.
Poco después esa zona se convertiría en el reino de Sudán del Norte, y su soberano es el estadounidense Jeremiah Heaton, quien movió cielo y tierra para que su hija fuera una princesa.
Pero Jedlicka no se amilanó y entonces halló ese pedazo de suelo extraviado a la orilla del Danubio.
“El gobierno serbio dijo que esa zona no les pertenecía, lo mismo que Croacia. Así que decidimos que ese sería el territorio de Liberland”, explicó.
Los problemas con los vecinos
Jedlicka cumplió con los requisitos para fundar un país. Reclamó la posesión de la tierra, enclavó una bandera y formó un gobierno: fue elegido presidente con los votos de su pareja y el amigo de infancia que lo había acompañado en el viaje.
Pero sus nuevos vecinos no se pusieron tan contentos: el gobierno de Croacia calificó la fundación de Liberland como un “chiste” y Serbia afirmó que lo que había hecho Jedlicka era un “acto de frivolidad”.
“Una cosa es lo que dicen, otra es lo que hacen. Estamos en un intenso diálogo con ellos para que reconozcan nuestro reclamo”, dijo el flamante mandatario con país propio.
“Por ejemplo, Croacia ya dispuso en los límites con Liberland una serie de efectivos de la policía para que nadie pase desde su país hacia nuestro territorio”, añadió.
Su aspiración no se concentra en los alrededores. Desde hace un mes lanzó una fuerte campaña diplomática para que Liberland sea reconocido como un nuevo país.
“Hemos tenido diálogo con al menos 20 países que están dispuestos a reconocer nuestra soberanía. Pero tenemos que crear una logística propia de un Estado”, dijo desde su oficina en República Checa.
Ciudadanía
Uno de los asuntos fundamentales de una nación es su pueblo. Por esa razón, los tres “liberlandianos” iniciaron en su página de internet y de Facebook una fuerte campaña para que la gente se haga ciudadano de Liberland.
Liberland
Asi se ve la única construcción que hasta ahora se ha hecho en Liberland.
“Hasta ahora hemos recibido 360.000 solicitudes de personas que quieren ser parte del nuevo país. También de muchos voluntarios que quieren venir a construir las primeras edificaciones“, dijo.
Los riesgos en la formación de una ciudadanía también están latentes: con la amenaza de grupos insurgentes islamistas en Europa, expertos de seguridad alertan que un nuevo territorio en el corazón del continente, organizado al margen de muchas reglas de la UE, sería un lugar ideal para ejecutar un plan de ataque.
“Vamos a realizar un cuidadoso proceso de otorgamiento de la ciudadanía a las personas que han postulado a través de nuestra página de internet. Esperamos dar nuestras primeras 100 ciudadanías próximamente, después de que los solicitantes cumplan todos los requisitos”, sentenció.
A pesar de que su fundador ha enviado las solicitudes a distintos países como Estados Unidos, Francia y Japón, inclusive a Naciones Unidas, solo el reino de Sudán del Norte ha reconocido a Liberland como un país.
Impuestos voluntarios
Pero, ¿qué hace diferente a una nación como Liberland, al menos en los papeles?
Todo está basado en su lema: “vive y deja vivir”.
“Vamos a aplicar un sistema de impuestos voluntario. Las personas van a pagar lo que crean que deben pagarle al Estado de acuerdo a los servicios que provee”.
Además, en su constitución, Liberland contempla que la propiedad privada y los derechos individuales están por encima del Estado, algo que Jedlicka viene proclamando hace cinco años en su partido político en República Checa.
Hasta ahora ha recibido la intención de inversiones cercanas a los US$20 millones de distintos ámbitos, como la banca y el sector energético.
Por ahora Liberland es un territorio inexplorado con una bandera sobre él, con muchos proyectos en el futuro.
Sin embargo, su presidente ya tiene un lugar favorito de su patria naciente: una isla de río en medio de sus seis kilómetros cuadrados.
“Se llama Libertad, una isla de arena en la mitad del Danubio que se parece mucho a las playas en el Caribe”, concluyó.