La petrolera busca ahorrar unos 12 mil millones de pesos para sostener el negocio en Vaca Muerta. Tecnología, mejores contratos y negociaciones laborales son los principales objetivos.
Por estas horas, Miguel Galuccio pone a prueba toda su destreza como empresario. Mientras el barril de crudo toca mínimos inéditos desde la crisis del 2009, el ejecutivo persigue la fórmula para que el proyecto de Vaca Muerta no termine, como la densa roca, enterrado a 3.000 metros bajo tierra.
Fuentes de YPF revelaron a “Río Negro Energía” que la empresa busca bajar un 20% sus costos operativos en los próximos meses para que la maquinaria “camine”. Aunque en la Torre Madero nadie habla de números absolutos, tomando como referencia el último balance presentado y sólo considerando las actividades en el upstream, la petrolera nacional debería encarar un ajuste de unos 12.000 millones de pesos para cumplir con sus objetivos.
Es una cifra que asusta y que obligará a Galuccio y a su equipo a convertirse en cirujanos: el presupuesto de la compañía tendrá que ser diseccionado con pericia para evitar que estalle un conflicto social en los yacimientos. Es que bajar los costos implica necesariamente reducir contratos con empresas de servicios y entrar en un estado de negociación permanente con los gremios, dos sectores que, aun con matices, ya iniciaron su tibia resistencia a un ajuste que consideran inminente.
Si bien el “plan de ahorro” ya inició hace varios meses, la expectativa es que se acelere después de diciembre, con un nuevo presidente en la Casa Rosada y un clima distinto con los gremios. Los nubarrones macroeconómicos tampoco colaboran, sobre todo porque no está claro qué ocurrirá con el dólar en el 2016, algo que puede afectar sensiblemente al negocio petrolero.
La primera muestra de las tensiones que puede haber detrás del ajuste surgieron en marzo pasado, cuando YPF puso un marcha un centro de logística que optimizó el transporte de insumos y personal. El cambio en las reglas del juego dejó en off side muchas de sus contratistas, que sufrieron una reducción en la facturación o directamente la caída de contratos. Aunque el tema se calmó con el paso de los días, con una mediación de los gobiernos nacional y provincial, la relación entre la petrolera provincial y varias firmas regionales ya nunca fue la misma.
YPF también trabajó en el último tiempo sobre los contratos con sus proveedoras, tanto grandes como chicas, en busca de mejoras. La baja internacional del crudo y la consecuente caída de la actividad la colocó en un mejor escenario para negociar con los pesos pesados del sector.
En parte gracias a esto y también por la fuerte inyección de recursos en los yacimientos, la empresa incorporó tecnología de punta. Por caso, es una de las pocas petroleras en el mundo que realiza pozos tubing drilling de forma masiva, lo que permite ahorrar tiempos y costos.
De forma paralela, avanzan en Loma Campana dos proyectos que le permitirán bajar los costos operativos de forma marcada. Por un lado, ya se licitó la construcción de la planta acondicionadora de arena, el último paso para poner a punto el agente sostén que se producirá en Chubut. La elaboración nacional de este insumo será central para ahorrar divisas. Por otro lado, la petrolera nacional construyó enormes reservas de agua para acercar el abastecimiento a los pozos.
La negociación laboral
Pero los reglones de la lista de gastos a recortar empiezan a terminarse. Sólo queda el más difícil de trabajar: el personal.
Galuccio sabe que debe moverse con cautela en este campo. Por eso en YPF no se habla de ajuste laboral ni de achicar la plantilla. Lo que sí promueven son nuevos esquemas laborales más parecidos a los estadounidenses, donde los equipos operen las 24 horas del día.
Hay otros temas bajo análisis como las denominadas “horas taxi”. Son aquellas que las empresas pagan a los trabajadores cuando están, por ejemplo, durmiendo en un hotel. Todos esos costos se trasladan, en mayor o menor medida, a las operadoras.
Algo de eso se discute por estas horas con un grupo de trabajadores de la empresa OPS. La compañía se quedó con varios contratos en el yacimiento Loma Campana y tuvo que hacerse cargo de decenas de trabajadores que dejaron las empresas salientes. El problema fue que, a pedido de YPF, se cambió el esquema de trabajo, lo que provocó una rebaja de sueldos que en algunos casos llegaba, según trascendió en el Ministerio de Trabajo de Nación, al 50%. La reacción fue inmediata y la postal conocida: cubiertas incendiadas en la base de OPS en Añelo.
¿Cómo hacer para que la cuna de Vaca Muerta no quede tapada del negro humo que provoca el caucho?
El propio Pereyra da una clave: “Hace falta una mesa de diálogo con todos los sectores, con sindicato, contratistas, operadoras. No se puede tomar un micrófono y hacer declaraciones como si estuviéramos en Dubai, esto es distinto”, dijo a “Río Negro Energía” el líder sindical, que volvió a mostrarse con Sergio Massa en plena campaña electoral.
Avisó que la situación está complicada y criticó a YPF. “Pocos se animan a decirlo, pero no tiene plata, no llegan las inversiones”, sostuvo y advirtió que su gremio está alerta.
Pero también envió una señal de que el sector está dispuesto a poner su parte para evitar que la actividad no caiga. “No esquivamos el bulto”, sostuvo y recordó que en el 2009, cuando la crisis de los subprime golpeó duro al sector, “unos 3.000 compañeros se quedaron en su casa con un subsidio que era del 40% de su sueldo”.
En las empresas de servicios también hay temor sobre el ajuste de YPF. Muchas de ellas crecieron de forma exponencial gracias al desarrollo no convencional. Algunas, después de esa vertiginosa carrera, arrastran deudas multimillonarias que ahora no pueden afrontar.
Los tiempos de las facturas a discreción parecen terminados. Ahora se revisa al dedillo cada gasto y la concentración en el manejo de la logística por parte de la firma nacional alteró el negocio para las firmas locales, que debieron adaptarse a una nueva lógica.
Las empresas aseguran que no solo hubo una rebaja en los contratos sino que también se aplican cargos por incumplimientos y que a menudo se demoran los pagos entre 90 y 120 días.
En este complejo escenario, YPF está decidida a bajar costos, con la supervivencia del negocio petrolero como objetivo primordial. Si el contexto internacional no cambia, ese será el clima que se vivirá en el 2016 en Vaca Muerta.
Cayó la utilidad operativa
En el primer semestre del año la utilidad operativa de YPF cayó un 24,1%. La explicación está en que los costos suben por encima de las ventas, que muestran números positivos más por volumen que por precio.
Según informó la petrolera a la bolsa, “los costos de producción en el segundo trimestre del 2015 aumentaron un 31,5%”. Las razones, detalló, fueron “las mayores amortizaciones de 1.900 millones de pesos como consecuencia del crecimiento en inversiones y el aumento del valor de los activos en pesos, el incremento en los conceptos relacionados al costo de extracción (lifting cost) por aproximadamente 1.700 millones de pesos, debido a la mayor actividad del período previamente mencionada y la suba del costo unitario, y las mayores regalías de 600 millones de pesos, fundamentalmente por el incremento en los volúmenes producidos y un mayor precio denominado en pesos en boca de pozo”.
El precio interno promedio que consiguió la empresa nacional entre enero y junio fue de 69 dólares el barril, un 2,9% menos de los 71 que consiguió en el mismo período del año pasado. Para el gas, en cambio, obtuvo una mejora del 8,7%, con valor promedio de 4,59 dólares el millón de BTU. Esto se explica por el mayor peso que tiene en su facturación el “gas nuevo”, que entra en el plan de subsidios del gobierno nacional.
Aun a pesar de estos datos, el Ebitda medido en dólares de YPF subió un 1,8% en el segundo trimestre del año, un indicador poco común para el sector en momentos de derrumbe del precio del crudo. La estadounidense Chevron, por caso, sufrió una caída del 30% en este indicador. La noruega Statoil, semiestatal como la argentina, mostró un resultado negativo del 18%.
En momentos difíciles, afloran las estrategias para evitar los derrumbes presupuestarios. Pero YPF parece una rara avis: mientras todos retraen inversiones, aquí aumentan o se mantienen.