Martín Desimone es un delegado que tuvo la idea de presentarse como candidato en las elecciones del Sindicato de Camioneros y empezó a sufrir las consecuencias. En la 99.9, habló de aprietes y extorsiones para que sus compañeros de lista abandonaran la misma. “Son todas cosas muy raras que pasan siempre para las listas opositoras, nunca en las oficiales”, remarcó.
El Sindicato de Camioneros ha sumado un ejemplo más de la forma patoteril en la que se maneja el oficialismo encabezado por Eva Moyano. En la 99.9 habló Martín Desimone, quien se iba a presentar como candidato a las elecciones del corriente mes, pero los aprietes constantes hicieron que muchos de sus compañeros se bajaran de la lista.
“Comencé como delegado en Coca Cola y luego me llevaron a la Comisión. Hace un tiempo atrás viajamos a Buenos Aires y dijeron que habría elecciones en Camioneros y que, quien quisiera participar, podía presentarse en las elecciones del 20 y 21 de septiembre”, contó inicialmente.
A partir de ahí, decidieron presentarse y ser una alternativa democrática, algo que el oficialismo de Camioneros no conoce: “armamos una lista en Mar del Plata y viajamos a Buenos Aires. Pedimos las planillas para los avales y para inscribir a la gente. Cuando repartimos las planillas a algunos delegados y en un par de días juntamos 475 avales y viajamos a Buenos Aires el 6 de julio para presentar la lista”, dijo sobre los primeros pasos que dieron.
“Nos dijeron que si en 48 horas no había problemas, estaría aprobada. El 2 de agosto empezaron los problemas. Vino un compañero diciendo que había renunciado porque no aguantaba las presiones, otro compañero más se tuvo que bajar por lo mismo. Te llaman a la empresa diciendo que los van a sacar o no le van a pagar el sueldo, todos temas muy turbios”, continuó.
Los problemas no se terminaron allí. Ante las constantes bajas, Desimone debía ocupar esos lugares y siguieron apareciendo los aprietes: “después que se bajaron ellos, me mandan a pedir una mujer, la buscamos y la pusimos en la comisión junto con otro compañero. Llegamos a Buenos Aires con la lista completa y antes de volver a Mar del Plata, ya la habían buscado a la compañera y la amenazaron en su lugar de trabajo para que renuncie. La pobre chica en un momento así renunció, es algo entendible”.
Incluso trataron de hacerlo quedar como una baja por voluntad propia de la lista y no por los aprietes que a ellos les constaban: “a los dos o tres días nos llaman que había llegado una carta donde decía que la chica se había bajado junto con otro voluntariamente. La gente se baja y renuncia sólo de las listas opositoras, de las oficiales nunca”.
No querían rendirse y fueron a hacer el último esfuerzo para participar: “viajamos otra vez, nos decían que no teníamos más tiempo. Viajamos los 13 y cuando llegamos allá no le quisieron dar en la Junta Electoral las planillas para llenarlas con los datos de cada uno porque no íbamos a tener tiempo. Nos pidieron entonces que vayamos subiendo de a uno. Cuando llegamos al muchacho que iba a reemplazar a la chica, con el carnet de afiliado a la obra social y el recibo de sueldo, no figuraba en el sistema”. El tiempo se les agotó y todo esfuerzo fue en vano. Otra vez el patoterismo había ganado. “Son todas cosas muy raras que pasan siempre para las listas opositoras”, remarcó Desimone.