Aylan y la hipocresía global

Nadie puede dar una idea correcta del momento en que la estable Siria de Hafez al-Assad se vio involucrada en una guerra civil de proporciones. Lo que sí se puede decir es que dicha guerra ha devastado una nación que, aún con carencias ciertas al respecto de los derechos civiles (algo habitual en el mundo árabe), sin el impacto de elementos externos hubiera sido imposible desarrollar un conflicto de tamaña naturaleza.

La guerra en Siria ha destruido todo, empezando por la vida misma, con una crueldad siniestra, y nadie duda de que ha merecido, en más de una oportunidad, atención internacional por parte de las grandes potencias, que sin embargo se han neutralizado entre sí como para intervenir y provocar un cese el fuego que diera alguna oportunidad a la paz. La situación hoy ha llevado a un terror de tal grado, que huir de Siria es el único camino que parece posible para la población civil. De ahí el drama que en estos días conmueve al mundo, con las imágenes escalofriantes de cientos de miles apiñándose en rutas, trenes y espacios públicos europeos.
Este drama, no obstante, se potenció por una foto. Por la fotografía de una criatura, Aylan, de bruces sin vida sobre la arena de una playa turca, en un balneario de lujo para turistas extranjeros. Nilüfer Demir es una fotógrafa reportera de 29 años, y lleva 12 cubriendo noticias en la costa Egea de Turquía, en la ciudad turística de Bodrum, para la agencia turca Dogan. La madrugada del 2 de septiembre tomó la foto que ha dado la vuelta al mundo, la de Aylan, el niño muerto en la orilla, una imagen que horroriza, que conmueve hasta las lágrimas, pero que también provoca polémica por el mismo hecho de haberse retratado este momento odioso.
Aylan Demir no es la primera víctima, y no será la última. Más de 2.000 personas han perdido la vida en el Mediterráneo desde el inicio del año intentando alcanzar las costas europeas, según un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Según la organización, en el mismo período del año pasado, las víctimas fueron 1.674, mientras que en todo el 2014 murieron 3.279 personas.Según las previsiones, probablemente el número seguirá en aumento en los próximos meses Se espera además que de aquí hasta finales de año lleguen a las costas europeas más de 200.000 personas.
Ante esta tragedia humanitaria, la hipocresía dice presente: ninguna nación árabe presta ayuda; sólo miran para otro lado y dejan que la crisis transcurra y se profundice. La única solidaridad árabe es para pedir la desaparición del estado de Israel, ya que ni saudíes ni qataríes, que nadan literalmente en dinero, hacen nada por aquellos que hoy son las víctimas que el mundo mira con asombro e impotencia. Occidente tiene sus culpas… Y Oriente?