“Nos prometieron un país barato y seguro, y esto es todo lo contrario”, dijo a El País el sirio Aldees Maher. Enojado, con el más chico de sus cuatros hijos en brazos, advirtió a los gritos que está decidido a acampar frente a la Torre Ejecutiva hasta que el gobierno les dé a él y al resto de los refugiados sirios una solución.
Las cinco familias que llegaron al país en octubre del año pasado provocando una gran cobertura mediática y diversas muestras de solidaridad exigen ser enviadas a Líbano, desde donde tienen esperanzas de viajar a otro país de Europa (lo ideal para ellos sería llegar a Alemania). Si esto no resulta pretenden retornar a su país de origen, donde más de cuatro años de cruenta guerra ya ha dejado un saldo de 240.000 muertos, entre ellos 12.000 niños, según las cifras del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
En horas de la mañana de ayer las cinco familias llegaron con las maletas a cuestas, decididas a quedarse en la Plaza Independencia hasta que los saquen del país. Eran más de 40. Hablan muy poco de español. Son muy pocos los que saben inglés. Quienes mejor se comunican son los niños, que aprenden castellano en la escuela. Sí lograron adaptarse a otras costumbres. Cerca del mediodía, mientras los hombres y jefes de cada familia fueron recibidos en la Torre Ejecutiva por el prosecretario de la Presidencia Juan Andrés Roballo, madres e hijos almorzaron choripanes.
Después de comer, Sanaa, madre de diez hijos, se quejó de que su marido, Ibrahim, que trabaja en una conocida mutualista de Montevideo, no gana más que 12.000 pesos por mes, y advirtió que con esa plata no les da para vivir. “Hoy el gobierno nos da plata para pagar el alquiler, pero dentro de un año no vamos a tener más esa ayuda. Además, nos prometieron 70.000 pesos y nos están dando menos de la mitad. Es imposible vivir acá con diez hijos. Nos dijeron que iba a haber seguridad y que no era caro, pero eso no es verdad. Tampoco es el país seguro que nos prometieron”, señaló Sanaa a El País. A ella ya la robaron dos veces en estos 11 meses.
Roballo pidió a los refugiados 48 horas para analizar su situación. El intérprete de las familias, Ali Jalil Ahmad, dijo a El País que “el gobierno les prometió en la reunión que van a ser trasladados al Líbano”. Sin embargo, Roballo se excusó de hacer declaraciones hasta “analizar bien la situación”.
En tanto, el secretario de Derechos Humanos de la Presidencia, Javier Miranda, dijo a El País que los refugiados tienen las puertas abiertas para irse de Uruguay, pero que el Estado no se va a hacer cargo de pagar los pasajes de las familias. También sostuvo que una reacción como esta era esperable, porque “siempre los refugiados tienen dificultades para lograr su inserción social”.
“No depende de nosotros que los sirios se vayan del país. El mecanismo depende de los Estados de acogida. Ellos tienen los documentos para poder viajar pero lo que el Estado uruguayo no va a hacer es pagarles el pasaje”, insistió Miranda.
Maher intentó el mes pasado salir del país con su familia. Lo hicieron gracias a una documentación especial expedida por la Cancillería. Pero igual que en la película de Steven Spielberg La Terminal, en la que un ciudadano del país ficticio de Krakozhia (Tom Hanks) queda retenido en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York, los Maher, que iban rumbo a Serbia con pasaje de ida y vuelta, quedaron atrapados en el aeropuerto turco de Atatürk durante 23 días. Cuando su situación se definió fueron enviados nuevamente a Uruguay.
Alepo.
“Queremos volver, no queremos estar acá. Soy sirio. Soy de Alepo. Soy de la misma tierra que el niño ahogado Alan. Sé lo que está pasando. Estamos sufriendo por lo que está pasando allá. Pero igual queremos volver. Tenemos miedo del futuro. Es muy caro este país. No se puede vivir con 12 o 13 hijos en Uruguay”, manifestó Maher tras la reunión con el prosecretario de la Presidencia. Alan es el niño sirio que la semana pasada apareció muerto en aguas de las costa suroeste de Turquía. Se ahogó mientras intentaba escapar de la guerra junto a su familia.
Maher añadió que “en el Líbano se puede estar mejor. Hay escuela, hay todo en el Líbano”. En tanto Ibrahim, el esposo de Sanaa, insistió en que cuando el gobierno les deje de dar dinero se van a quedar “en la calle”. “Nos prometieron casa para toda la vida y nos la van a dar por dos años nada más. ¿Qué hacemos después? En Uruguay la gente tiene hambre. Vive en la calle. ¿Y nos traen a nosotros acá? A mí mujer la robaron dos veces, y le pegaron. A otra de las mujeres también le robaron y le pegaron. Así no se puede vivir”, agregó.
Los refugiados sirios se negaron a contestar cuánta plata les da el gobierno. Miranda contó que reciben dos pensiones distintas: una por refugiados (que se vence en diciembre de 2016) y otra para adaptarse al país el primer año (que se vence en diciembre próximo). La base de cada beneficio es de unos 29.000 pesos, pero varía según la cantidad de hijos. Luego podrán cobrar pensiones familiares o acogerse a alguno de los planes que otorga el Mides. Igual, “si se quieren ir, la puerta está abierta”, dijo Miranda.
“Difícil” que puedan entrar a otro país.
Uno de los reclamos que le hicieron los refugiados sirios al gobierno es que se les garantice la posibilidad de poder viajar a donde ellos quieran. Por no ser ciudadanos, no pueden tramitar un pasaporte uruguayo, sino que la Cancillería les otorga el denominado Título de Identidad y Viaje. La documentación “es totalmente válida y reconocida” para viajar, según sostuvo en un comunicado la Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia; pero también aclaró que en lo que Uruguay “no puede incidir”, es en el “otorgamiento de visas de terceros países”.
“La dificultad para conseguir visas de terceros países, que están dispuestos a dejar pasar o a visitar su territorio por parte de refugiados, puede hacerles sentir a estos que no cuentan con libertad de movimiento y que nunca podrán volver a ver a sus seres queridos”, añadió el documento.
También pidió paciencia a las familias sirias y ayuda a la población en general, al advertir que “la tarea humanitaria no es simple” y que demanda “capacidad de empatía y comprensión” sobre “procesos que pueden ser complejos y dolorosos”.
Setenta y dos sirios más llegan antes de fin de año.
El plan impulsado por el expresidente José Mujica de acogida a refugiados sirios, dejó las puertas abierta para que, además de los 47 que ya vinieron, entren otros 72. El arribo de estos estaba previsto para febrero, pero fue postergado para fines de 2015 por decisión del presidente Tabaré Vázquez. El canciller Nin Novoa ha dicho que Uruguay no va a entrar en un “default humanitario”, pese al costo de una operación que en total supone la llegada al país de 120 sirios”. Está previsto que los nuevos refugiados residan en viviendas rurales, con el fin de que puedan cultivar una huerta y criar animales. El plan también incluye conseguirles empleos remunerados a los jefes de familia.
Hijo de sirios nació en Uruguay y no le dan CI.
Sanaa, una de las refugiadas, contó a El País que aunque uno de sus hijos nació en Uruguay hace nueve meses, por ahora las autoridades se han negado a tramitarle la cédula de identidad. “Yo quiero que mi hijo tenga su documento porque nació acá”, se quejó. “Él tiene nueve meses. En el hospital le tramitaron una cédula, pero después nos dijeron que estaba mal. Fuimos a tramitarla de nuevo, y no nos la quisieron dar”, sostuvo. Sobre el programa de acogida, en tanto, dijo que “no te enseña nada, sino que te dice lo que hay que hacer”. Sanaa llegó con su marido y sus diez hijos, su familia vivía en Alepo, la ciudad más importante de Siria después de la capital Damasco, y la más azotada por la guerra.