Una epidemia silenciosa ha matado a medio millón de personas de entre 45 y 54 años.
La mortalidad de los estadounidenses blancos de mediana edad se ha disparado en las dos últimas décadas. El fenómeno, revelado este martes por un informe de dos profesores de la Universidad de Princeton, no tiene igual en ningún otro grupo demográfico de Estados Unidos, ni en ningún otro país desarrollado en la historia reciente. La mayoría de las muertes no se debe además a enfermedades cardiovasculares o diabetes, sino al suicidio, la cirrosis y el envenenamiento por alcohol y el consumo de drogas.
El fenómeno constituye una epidemia silenciosa que le ha quitado la vida a casi medio millón de personas antes de que las autoridades sanitarias hayan podido reaccionar. Los autores del informe, Angus Deaton —ganador del último Nobel de Economía— y Anne Case, solo han encontrado una situación similar en la historia reciente: el medio millón de muertos por la epidemia de Sida.
El aumento de la mortalidad de hombres y mujeres blancos entre 45 y 54 años, desde 1999 hasta 2013 “invierte décadas de progreso y es único de Estados Unidos”. Los autores relacionan este fenómeno con otro paralelo, el empeoramiento de la salud de este grupo de población, tanto física como mental, sus dificultades para “llevar a cabo tareas diarias”, el aumento del dolor crónico y la imposibilidad de trabajar.
La situación revelada por Deaton y Case coincide además con una de las últimas incógnitas a las que se ha enfrentado la sociedad estadounidense: el aumento del consumo de heroína y adicción a los medicamentos para paliar el dolor entre blancos de clase media. El 90% de las personas que consumieron heroína por primera vez en la última década son blancos, según un informe de la revista de psiquiatría de la Asociación Médica Americana, y tres de cada cuatro de ellos habían optado por la heroína después de consumir medicamentos recetados por un médico.
“El aumento de los controles en la prescripción de medicamentos con opiáceos derivó en que se sustituyeran por heroína”, dicen los autores, coincidiendo con una bajada de precios y aumento de calidad de esta droga en el mismo período que estudiaron. Los autores aseguran que no pueden determinar “qué ocurrió antes, si el mayor consumo de medicamentos o el incremento del dolor”, pero que el aumento del consumo de alcohol y suicidios “son síntomas de la misma epidemia y han crecido al mismo tiempo”.
Los autores del informe describen a este grupo de población como “el primero que llegará a la mediana edad y verá que no vivirá mejor que sus padres” y que se debe, en parte, a las presiones económicas y el nivel educativo de los afectados. Si las autoridades no lo remedian antes, llegarán a la jubilación en peores condiciones de salud que sus padres y pueden convertirse en “una generación perdida”.