¿Y si los ecosistemas dejan de absorber la mitad del CO2 que emite el ser humano?

Durante los 10.000 años anteriores a la Revolución Industrial la concentración de CO2 en la atmósfera nunca superó las 280 partes por millón (ppm, unidades de dióxido de carbono por cada millón de unidades de las sustancias que hay en el aire).

nasa-capa-de-ozonoDesde el inicio de la industrialización, esa cifra ha crecido hasta superar este año por primera vez las 400 ppm, algo que no ha sucedido en la Tierra, al menos en los últimos 400.000 años. Puede parece un concepto complicado, que no ayuda a entender el problema del cambio climático, pero pensemos en que se trata sólo de un número, como un límite de velocidad, como la hora de cierre de un comercio, como una temperatura. Y es que precisamente tiene una traducción directa con la temperatura global. A 280 ppm la Tierra estaba casi un grado más fría de media que en la actualidad. Esto quiere decir que en algunas partes del planeta el calentamiento apenas se deja notar, otras -como en algunas áreas de la Antártida- se están enfriando y otras, como el Ártico, se han calentado desde 1750 alrededor de 9 grados centígrados.
Sin embargo, los ecosistemas, es decir, la vegetación, los océanos… hacen un enorme favor al planeta absorbiendo la mitad del dióxido de carbono que la actividad humana lanza a la atmósfera sin descanso provocando el aumento de la temperatura media global. Pero esto podría dejar de ser así en el futuro, precisamente debido al efecto que el propio cambio climático puede tener sobre los ecosistemas.
La NASA acaba de hacer públicos los resultados obtenidos por el Observatorio de Carbono en Órbita 2 (OCO-2, por sus siglas en inglés), el primer satélite de la agencia norteamericana dedicado a medir las concentraciones de CO2, que está precisamente dedicado a tratar de entender dónde y de qué forma se absorbe ese 50% del CO2 atmosférico que emite la actividad humana y que pasa a formar parte de los bosques y de los mares.
“Hoy en día, y durante los últimos 50 o 100 años, los océanos y la biosfera terrestre han absorbido de forma constante cerca de la mitad de las emisiones humanas”, ha asegurado Dave Schimel, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA. “Si esto cambiara, el efecto de las emisiones provenientes de fuentes fósiles sobre el clima también cambiaría. Pero no entendemos esa cifra, y no sabemos cómo podría cambiar en el futuro”, ha reconocido.
Precisamente, esta misión de la NASA tiene como objetivo tratar de averiguar los mecanismos por los cuales se absorbe el CO2 en la superficie terrestre y de qué manera puede afectar el propio calentamiento global a la forma en que las grandes masas de agua y los bosques almacenan en dióxido de carbono que emite la actividad humana.
Pero esta absorción ni siquiera es uniforme. “Hay años en los que casi todo el carbono que se emite es absorbido y otros en los que el 100% permanece en la atmósfera”, ha explicado en director de la División de ciencias de la Tierra de la NASA, Michael Freilich, durante una teleconferencia de prensa. “Pero no conocemos los detalles de los procesos individuales que operan y que tienen un tremendo impacto en la capacidad de la Tierra para amortiguar el efecto de las emisiones humanas”, ha asegurado Freilich.Para tratar de completar el puzzle, los investigadores de la NASA están analizando no sólo los datos tomados vía satélite, sino también campañas de toma de datos sobre el terreno. Y lo harán también con los datos aportados por nuevos instrumentos que serán montados en los próximos años en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). “Dado que el dióxido de carbono es el mayor motor del cambio climático producido por el ser humano, tener observaciones regulares desde el espacio es un paso de gigante para nuestra capacidad para entender y predecir el cambio climático”, ha dicho Annmarie Elderling, científica del OCO-2 en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA. “Medir de forma precisa el CO2 en la atmósfera ha sido una de las observaciones más complicadas para hacer desde el espacio”, ha afirmado.
“Pero ahora estamos tomando medidas globales, no sólo de los sitios en los que es fácil medir, eso nos permite saber qué está pasando en los lugares de la Tierra que son realmente sensibles y así tenemos una mejor idea de lo que está sucediendo en el planeta”, concluyó Lesley Ott, investigadora del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA.