Esta milicia de 125.000 hombres controla un emporio de compañías del petróleo, gas, transporte, infraestructuras y comunicaciones.
Los Guardianes de la Revolución de Irán (CGRI), el cuerpo militar de élite que se encarga desde 1979 de preservar los valores de la República Islámica, se frota las manos desde que el pasado 14 de julio Irán y las potencias mundiales sellaron un acuerdo nuclear histórico que ha levantado la barrera a las grandes compañías internacionales para cerrar contratos millonarios con este país.
La razón es que esta milicia -Sepah en farsi-, integrada por más de 125.000 hombres, tiene bajo su poder un emporio empresarial que incluye a las principales compañías de los sectores del petróleo, gas, transporte, infraestructuras, energía y comunicaciones. Es por ello que, ante el inminente levantamiento de las sanciones, los magnates revolucionarios que controlan este conglomerado industrial se beneficiarán de un crecimiento de sus negocios de manera exponencial.
Houchang Hassan-Yari, profesor-investigador de la Sultan Qaboos University de Omán, explica a EL MUNDO que la Sepah verá compensada su labor de “resistencia frente a la arrogancia imperialista” con nuevos contratos públicos que el Gobierno de Irán firmará con las empresas extranjeras. De modo que muchos de los negocios que las compañías occidentales cerrarán en Irán en los próximos meses tendrán como contraparte a una firma controlada por la CGRI. “La participación de este cuerpo en las actividades económicas de Irán es muy profunda y está respaldada políticamente por el líder supremo y por el presiente”, subraya este profesor.
Se estima que las empresas afiliadas a la Guardia Revolucionaria facturan al año unos 10.000 millones de dólares. También controlan sectores estratégicos para la seguridad del país como el ciberespacio y la industria armamentística.
Mercado negro
En este contexto, hay quien cree que, por el contrario, con el acuerdo nuclear este cuerpo perderá influencia política y poder económico, debido a que los Guardianes de la Revolución controlan gran parte de los negocios fraguados en la economía sumergida. Tal es el poder que se les atribuye en la gestión del contrabando, que algunas informaciones apuntan a que este cuerpo ha vendido durante los años de sanciones un millón de barriles de crudo diarios en el mercado negro, exactamente la misma cantidad exportada por el Ministerio del Petróleo por los cauces legales.
“Si se abre la economía y el comercio, la Sepah dejará de lucrarse con los negocios que realiza por debajo de la mesa”, apunta un periodista del diario reformista Shargh que prefiere no revelar su nombre. Además, prosigue, el ejército de la CGRI ejerce un “papel muy importante en la protección del ideario revolucionario dentro y fuera del país. Utiliza un lenguaje bélico y desafiante cuando se refiere a Estados Unidos y, por tanto, un acercamiento a Occidente podría comportar la pérdida de su razón de ser”.
Si bien es cierto que altos comandantes revolucionarios han expresado su oposición al acuerdo durante las negociaciones, acusando de traidor al ministro de Exteriores, Mohamad Javad Zarif, tras la firma del pacto, las fuerzas de la CGRI se han limitado a reiterar que Irán mantendrá su política de apoyo, con armamento, hombres y logística, a los aliados de la región, una labor que realizan las fuerzas Quds, la unidad de élite de la Guardia Revolucionaria en el exterior. Un mensaje que Israel ha aprovechado para demonizar el acuerdo, advirtiendo que las milicias Hamás e Hizbulá se vean surtidas de miles de armas procedentes de Irán cuando Teherán empiece a recibir los activos millonarios que tiene congelados en el exterior.
Soporte del régimen
Pero, a nivel regional, EEUU espera que Irán juegue a partir de ahora un papel estabilizador en los conflictos latentes -Siria y Yemen- y contribuya, a través de sus fuerzas Quds, a derrotar al Estado Islámico (IS).
Pero más allá del mayor peso que a partir de ahora detente la Sepah en el exterior, en el marco doméstico el investigador Hassan-Yari considera que “si la CGRI no se apartara de la política, la economía, la cultura y el deporte, la sociedad iraní no podrá librarse nunca de la corrupción endémica que sufre el Estado”. Aunque, asegura, “esto nunca sucederá porque los Guardianes de la Revolución son la única fuerza en la que el régimen puede confiar para garantizar su supervivencia interior y hacer frente a los enemigos externos”.
El presidente Hasan Rohani, ocupado en estabilizar el país, ha criticado las injerencias de la CGRI. “Debemos liberar la economía de especulaciones, de corrupción y de monopolios, para hacerla competitiva y transparente”, dijo ante un auditorio de economistas hace unos meses. Rohani es partidario de gravar con impuestos más altos las empresas controladas por la Sepah, pero la iniciativa ha quedado bloqueada en el Parlamento por la oposición de las fuerzas conservadoras, aliadas de los Guardines de la Revolución.