General Pueyrredón representa el 30% del conjunto de necesidades monetarias de todas las municipalidades de la provincia de Buenos Aires; tal es el nivel de default que deja la desadministración de Gustavo Arnaldo Pulti en ocho años como intendente.
Son datos crudos, no una cruzada de odio de nadie en particular. Si bien el centro de la escena esta semana estuvo ocupado por el renunciado ex secretario de Seguridad Julio Razona, las cuestiones que quedaron expuestas en la reunión del intendente Carlos Fernando Arroyo con todos los secretarios fueron de orden económico, por la situación heredada, que tiene sumida a la municipalidad en estado de literal postración.
En la reunión de marras -en la que el Intendente reconoció haberse equivocado al designar a Razona-, quedó en claro que hay una línea que separa a los que ya tienen experiencia en el manejo administrativo y los recién llegados a la función, ansiosos por poder poner primera y marcar diferencia. Y ya alguna diferencia se advierte al respecto, por el sólo hecho de que los secretarios y sus funcionarios designados están poniendo la cara y dando respuesta a los reclamos, incluso aunque esas respuestas no sean precisamente las que el reclamante viene a buscar.
Hace dos años que señalo que esta gestión se vería enfrentada a la dificultad a la vista, es decir, el pago del medio aguinaldo y los salarios de diciembre. Es que era obvio que el decurso de los acontecimientos llevaría a la entrega del poder con la caja vacía, más la complicación que implica la actitud (también anunciada en esta columna) del Sindicato de Municipales, que, liderado por Antonio Gilardi, exhibe una dureza que bien guardó en saco durante estos ocho años.
Hay febriles tratativas para que el Banco Provincia llegue a liquidar fondos por el orden de 240 millones de pesos que ingresan en un ATN (el más alto importe de la historia) para pagar en tiempo y forma. Conspiran un conjunto de hechos, pero el más importante es que la adenda la debe firmar el presidente del BAPRO, y resulta ser que en tanto el actual presidente, Gustavo Marangoni, asegura que se va el 23 y no va a firmar, el nuevo titular, Juan Curuchet, aún no tiene acuerdo del Senado provincial y por lo tanto tampoco está en condiciones de hacerlo.
Si los gremialistas de Gilardi no ponen sentido común, habrá batalla a las puertas del palacio y un escenario de caos y puja, lo cual era algo de esperar. Aún firmando el próximo lunes, la carga de datos para poder depositar es una tarea compleja, técnica y administrativamente, en una semana breve con muchos días sin actividad en el sector público.
En la reunión de secretarios con el Intendente, un funcionario con mucho tránsito en la función pública, dijo: “Señores, llevamos cinco días en el gobierno, no enloquezcan; son ruidos de inicio”.