La presencia de oligómeros de beta-amiloide soluble, que no de placas de beta-amiloide, explica el deterioro cognitivo en la enfermedad.
Las autopsias y los escáneres cerebrales han revelado que un gran número de personas mayores mantienen una función cognitiva normal a pesar de que sus cerebros tienen una gran cantidad de placas de beta-amiloide. Es decir, la presencia de estas placas asociadas al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer podría no ser suficiente para explicar por qué se produce el deterioro cognitivo. De hecho, y según muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (EE.UU.), los cerebros de los pacientes en las fases iniciales del alzhéimer, y no los de las personas con una función cognitiva normal aunque tengan una gran cantidad de placas, presentan grandes cantidades oligómeros de beta-amiloide soluble.
Es más; según los resultados de este estudio publicado en la revista «The American Journal of Pathology», los pacientes en fases avanzadas de la enfermedad presentan elevadas concentraciones de proteína tau hiperfosforilada.
Como explica Karen H. Gylys, directora de la investigación, «nuestros resultados sugieren que, para ser eficaces, los tratamientos deben dirigirse a los oligómeros de beta-amiloide. Y asimismo, que los tratamientos antiamiloide son menos efectivos una vez se ha desarrollado la hiperfosforilación de tau, lo que explicaría el fracaso de los estudios basados en el amiloide».
Soluble, que no en placas
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron la concentración de beta-amiloide soluble y de proteína tau en distintas regiones cerebrales –lóbulo parietal, lóbulo parietal superior, corteza entorrinal e hipocampo– de 46 personas sometidas a autopsia: cuatro ancianos con una función cognitiva normal (sujetos control), dos pacientes con ataxia espinocerebolosa tipo 2, 15 pacientes sin historia clínica de demencia pero con signos relacionados con la enfermedad de Alzheimer, y 24 pacientes diagnosticados de alzhéimer.
De acuerdo con los resultados, los niveles de oligómeros de beta-amiloide soluble no tienen relación con la cantidad de placas de beta-amiloide y son más elevados en las fases iniciales del alzhéimer –no así en las fases avanzadas ni en las personas sin deterioro cognitivo.
Como apunta Karen Gylys, «la elevación notable de los niveles de oligómeros de beta-amiloide soluble en los pacientes con fases iniciales de alzhéimer sugiere que la enfermedad clínica podría aparecer una vez que estos oligómeros superen cierta concentración límite».
¿Posible diana terapéutica?
Asimismo, los autores observaron que la hiperfosforilación de la proteína tau, típica de las fases avanzadas de la enfermedad, es iniciada por los oligómeros de beta-amiloide soluble. Así, el objetivo de las futuras investigaciones será identificar el mecanismo por el que los oligómeros de beta-amiloide soluble alteran las proteínas tau y, en consecuencia, inducen la disfunción sináptica característica de la enfermedad de Alzheimer.
Unos estudios que, asimismo, también analizarán si la ralentización en la acumulación de oligómeros de beta-amiloide soluble puede detener, o incluso prevenir, el deterioro cognitivo en el alzheimer. Y para ello, ya se están diseñando estudios con modelos tanto animales como humanos, pues como concluye Karen Gylys, «ambos modelos serán muy útiles para comprender el progreso de la enfermedad y desarrollar tratamientos que protejan las terminales sinápticas de la acción de las proteínas beta-amiloide y tau».