Se cerraría en enero por US$ 6000 millones para el Banco Central.
El gobierno tomará US$ 6000 millones de los US$ 10.000 millones que le ofrece un grupo de bancos para el crédito puente que reforzará las reservas del Banco Central, en una operación que se concretaría la primera quincena de enero.
En este sentido, dispuso ayer por decreto el canje de una letra intransferible -como parte del pago que se hizo al Fondo Monetario Internacional (FMI) hace 10 años- por un bono que será entregado al Banco Central, para que esta entidad lo gire a los bancos que aporten el dinero mencionado.
Fuentes que participan del armado del paquete indicaron a LA NACION que en las próximas tres semanas se cerraría el préstamo por 6000 millones de dólares.
El dinero será aportado por un consorcio de los bancos HSBC, JP Morgan, Goldman Sachs, Deutsche Bank y Citibank por una suma que rondaría los US$ 4000 millones, y superadas cuestiones regulatorias de España, se sumarán el Santander y el BBVA con otros 2000 millones. Solamente el HSBC, que lideró las negociaciones, sumaría entre 1000 y 2000 millones de dólares, según una de las fuentes.
En el Gobierno creen que la operación se concretará en los próximos días y que no es tan importante el momento del desembolso como el hecho de poder exhibir estos dólares como fuente de incremento de las reservas del Banco Central. Y afirman que aunque la oferta potencial de fondos podría llegar a US$ 10.000 millones, sólo se tomarán US$ 6000 millones.
Al respecto, en otra entidad financiera involucrada en este futuro desembolso aseguraron que el Gobierno “no está mostrando la urgencia que exhibía hace dos semanas” para concretar este canje, que consistirá en una operación de Repo con el Banco Central a cambio del mencionado bono.
El ejecutivo elogió los viajes del secretario de Finanzas, Luis Caputo, a Nueva York, para reunirse con Dan Pollack -el mediador designado por el juez Thomas Griesa- y el anuncio de sentarse a negociar con los holdouts desde la segunda semana de enero. “Hay una posibilidad de que, a partir de estas conversaciones, se concrete una medida cautelar por parte de Griesa, que le permitiría al Gobierno obtener dinero en el mercado”, explicó.
En cualquier caso, el Gobierno abandonó la premisa por la cual, según había expresado el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, se necesitaba “un ingreso adicional de US$ 10.000 millones para levantar las restricciones cambiarias”. Ya se concretó la primera conversión de yuanes a dólares y comenzó la liquidación de divisas por parte del agro.
A la vez, como se acordó con los bancos el problema del dólar futuro, queda despejado el camino para el mencionado crédito puente.
Desde un banco norteamericano señalaron que ese préstamo “se concretará”, pero consideraron que, dada la tranquilidad del mercado cambiario desde la apertura del cepo -y ante el menor riesgo de un overshooting-, el Gobierno ya no necesita dichos recursos con desesperación.
En cambio, parece menos probable el aporte a través de un swap de la Reserva Federal de los Estados Unidos, debido a que la entidad sólo utilizó este mecanismo de asistencia con un par de países en un momento de falta de liquidez global, durante la crisis internacional de 2009.
Por el contrario, en esta coyuntura de alta disponibilidad de fondos en el mercado, el gobierno de Estados Unidos cree que, cuando se encamine a solucionar el problema de los holdouts, la Argentina podrá volver a tomar deuda a un costo bajo.
La administración demócrata también cambiaría su voto negativo en los bancos multilaterales si se pagaran las sentencias que ya están firmes en el tribunal arbitral del Banco Mundial (Ciadi) -que el kirchnerismo no pagó- y si se encaminara el diálogo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para volver a hacer el intercambio informativo del artículo IV°.
Por estas sentencias dictadas en el Ciadi, el Gobierno debe US$ 378 millones, pero a Washington en particular le interesa el caso de El Paso Energy, por apenas 78 millones de dólares.
Si se abonara esa exigua suma, ingresarían más recursos del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y se habilitarían las líneas de financiamiento disponibles tras el acuerdo con el Club de París.
Así como en el sistema financiero en Nueva York predomina un clima de optimismo -con cautela por los desafíos que debe enfrentar el Gobierno- en los funcionarios de Washington hay entusiasmo por el cambio de enfoque de la política exterior.