En abril de 2018, con permiso de la autoridad competente y si el tiempo no lo impide, un cohete español llamado Arion 1 lanzará un vuelo suborbital, con 100 kilos de carga útil (experimentos científicos, ensayos en microgravedad…), y luego regresará a su base. No es un proyecto sobre el papel. Va muy en serio.
En la madrugada del martes (hora española), el magnate tecnológico Elon Musk pudo al fin cantar victoria. El Falcon 9 de su empresa SpaceX, logró regresar a la base y aterrizar de pie. Era el cuarto intento. Dos se estrellaron en la plataforma flotante donde debían posarse y otro estalló en el despegue. Esta vez aterrizó en tierra firme, en el mismo Cabo Cañaveral. Pero otro magnate tecnológico, el dueño de Amazon y de The Washington Post, Jeff Bezos, se le adelantó a Musk en noviembre con el New Shepard de su empresa Blue Origin.
El experimento de SpaceX fue aprovechado para poner en órbita 11 satélites de ORBCOMM… «No, no. Es al revés: se aprovechó el lanzamiento de los satélites para volver a hacer la prueba de aterrizaje», corrige Raúl Torres, cofundador y CEO de PLD Space. Su compañía espacial nació en 2011 para crear cohetes reutilizables. «Es la esencia de nuestro modelo de negocio. Aspiramos a ser la SpaceX europea en pequeño. Su idea es la correcta y ha cambiado las reglas del juego en Estados Unidos».
En su primer paso espacial, en abril de 2018, la empresa radicada en el Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández de Elche prevé lanzar el Arion 1, de una etapa, 10 metros de longitud y 60 centímetros de diámetro para un vuelo suborbital que subirá 220 kilómetros y se mantendrá seis minutos en microgravedad. Y el cohete regresará a la base.
«No podemos hacer que aterrice en vertical, como el Falcon. Eso, en una segunda fase», aclara Torres. «Nuestro cohete utilizará un paracaídas de frenado, en caída libre desde el espacio, que lo estabilizará. Cuando la atmósfera es lo bastante densa, desplegará un parapente guiado de manera autónoma por ordenador, que lo traerá de vuelta a la base».
PLD Space prepara dos modelos. El Arion 1 suborbital y el Arion 2, «con la misma tecnología». Este medirá 20 metros, con 1,2 de diámetro y dos etapas. Pondrá objetos en órbita entre 400 y 1.200 kilómetros, con cargas de hasta 150 kilos. Podrá llevar desde múltiples satélites miniaturizados cubesat (módulos cúbicos de 10 centímetros de arista apilables, entre 3 y 15 kilos), hasta un minisat de 150 kilos. El primer vuelo del Arion 2 se prevé en junio de 2020.
Entre ambos aspira a un ritmo de 18 lanzamientos al año, diez del Arion 2, para lo cual necesitará contar siempre con tres cohetes de cada: uno recuperado del último vuelo (hay que hacerle revisión, claro), otro en rampa de lanzamiento y un tercero en fábrica.
«Somos la primera empresa europea de estas características. Ofrecemos un servicio a la medida de las necesidades del cliente, no cuando haya sitio, lanzando desde Europa», refuerza el CEO. Los despegues serán (aún en negociaciones con Defensa) desde la base militar de Arenosillo, en Huelva.
La situación geográfica obligará a hacer lanzamientos «retrógrados», hacia el Atlántico. Lanzar hacia el Este, como desde Florida o la Guayana, aprovecha la rotación de la Tierra, pero «tendríamos que pasar sobre varios países. Es arriesgado. Desde Canarias, podríamos hacerlo en ambas direcciones. Ir al Oeste permite aumentar la carga un 30%». Para la primera misión la carga viajará gratis, pero PLD cuenta con encargos por «40 millones en cartas de intenciones. Nos llegan de Europa y de todo el mundo. Nos gustaría que en el primer lanzamiento todos los clientes fueran españoles, pero ya veremos», dice el CEO.
«El nuestro no es proyecto sobre planos y power point», advierte Torres. PLD ha desarrollado ya su motor de combustible líquido (keroseno y oxígeno), lo ha probado en su base de pruebas de propulsión en el aeropuerto de Teruel «y funciona».
El combustible líquido abarata costes (un kilo cuesta dos euros; el sólido, 50) y requiere un propulsor menos aparatoso, con menor tamaño y peso de estructura. Su despegue someterá a menos esfuerzo a la «carga de pago». Es de «baja aceleración», tres veces menos que los cohetes tradicionales, «basados en misiles de guerra. En vez de uno o dos minutos, tardaremos cinco en subir». El precio de un lanzamiento será entre uno y 1,5 millones, frente a los 70/90 millones que cuesta un Falcon 9.
Y el siguiente paso, la Luna: hay una misión prevista en 2023. «Sí, la tecnología del Arion 2 nos permite enviar un satélite para situarlo en órbita lunar. Está en nuestros planes».