Un tiempo crítico

tap953
Comenzó 2016, y las imágenes del inicio repiten las mismas tristes historias conocidas: recepción a los primeros turistas que llegan a la ciudad, siniestros viales en la madrugada, muertos en riña por alcohol o droga. Nada nuevo.

O sí: el gobierno municipal determinó no pagar más productividad por controles de alcoholemia, señalando que, tal como denunciamos en este medio desde hace tres años, dicho pago es ilegal. No entiendo por qué el funcionario que se hizo cargo de darlo a conocer niega que sea una medida de fondo y se refugie en una decisión del Tribunal de Cuentas (que existe, por cierto), indicando que la suspensión está en evaluación: no puede evaluarse lo ilegal, por propia definición del término. No hay nada para evaluar, sólo se debe cumplir con la ley, aunque la ley no le guste a quienes, en virtud de la violación de la misma, han embolsado cifras importantes en estos años de jolgorio.
Es obvio que el tiempo se ha vuelto tan relativo en términos políticos que da para un estudio de física aplicada. Hay quienes me taladran el oído con un “¿viste esto? ¿viste aquello, viste lo otro?”, para luego aseverar “así no llegan a marzo”. La respuesta sería que aún no cumplieron un mes, que por calendario será el día 10 de este mes. Paciencia, queridos, paciencia.
Todo se ha tornado estúpidamente vertiginoso. Sin orden ni propósito para tanto vértigo. Quien llegó a la comuna en el rol de intendente es el fruto de una alianza multi causal entre actores políticos condenados a la nada misma, que acudieron alrededor de una figura que la sociedad transformó en emblema de lo que no quería más. Harta ya  de ladronzuelos viles y oportunistas que se han llenado los bolsillos a su costa.
La suerte de la intendencia de Carlos Fernando Arroyo no se va a jugar en este tiempo breve. Tampoco será exitosa por un cúmulo de obras que se anunciarán en las próximas horas con crédito del BID. La suerte estará dada por ordenar las cuentas públicas en un escenario probo de inversión sistemática en la ciudad, en áreas clave de estricta responsabilidad comunal.
La señal es clara: gobiernen Mar del Plata. ¿Qué significa? Que las salas de atención primaria funcionen, que las escuelas públicas (sin distinción de jusrisdicción entre Provincia o municipio) funcionen y sean un lugar digno para recibir educación, que se ordene el tránsito, que haya la limpieza urbana, por citar algunos ítems centrales.
Hay falencias que son explicadas en este inicio por el factor multi causal que agrupó a quienes están hoy en el gobierno, pero no pueden extenderse en el tiempo. Quizá en la vorágine haya que encontrar un espacio para reflexionar y dejar de correr en el escenario público, ordenar la tropa, restar importancia a los dichos de la cadena de corte y pegue que funciona aún lubricada por los mismos que la han creado en estos pasados ocho años. Es complejo, pero no imposible. Y hay que hacerlo.