Desde hace 4 años, Lima presenta un muro de 10 kilómetros de longitud y que separa el suburbio de Vista Hermosa con la riqueza del Barrio Las Casuarinas.
Vivimos en un mundo en el que existen grandes diferencias entre los países ricos y los países pobres, que a menudo viven realidades totalmente paralelas . Sin embargo, en muchas ciudades latinoamericanas a menudo la miseria y la opulencia se encuentren separadas por apenas unas calles.
Lima ha ido mucho más allá porque desde hace cuatro años un muro de 10 kilómetros de longitud de cemento y púas , que ha sido bautizado como el ‘muro de la vergüenza’, separa la pobreza del suburbio de Vista Hermosa de la riqueza del barrio de Las Casuarinas.
El muro que separa una de las urbanizaciones más ricas de la ciudad de una de las más pobres –y que comparten el mismo cerro– es visto por algunos de los habitantes de la zona como una respuesta a la inseguridad.
Uno de los residentes, Elke McDonald, que vive del lado más acomodado desde 1958, apoya la medida.
En la parte acomodada del muro, una urbanización privada que existe desde los años 50, siempre han residido ricos empresarios y diplomáticos extranjeros, pero en 2012 un grupo de locales ocupó unos terrenos, al lado de Las Casuarinas, que se encontraban abandonados desde hacía más de 40 años.
“Estos terrenos estaban abandonados desde hacía más de 40 años, todo esto era un basural, un fumadero donde había drogadicción”, explicó uno de los vecinos de la parte humilde a la CNN.
En 2013 la urbanización construyó el muro y dejó a sus nuevos vecinos más pobres sin las privilegiadas vistas del cerro, desde donde veían el mar.
Al otro lado del muro a día de hoy siguen creciendo los pueblos jóvenes –barrios que surgen espontáneamente sin permiso ni planificación– de Pamplona Alta, en el distrito de San Juan de Miraflores, y que no tienen ni luz ni agua.
El muro ya había comenzado a construirse en los años 80, según sus habitantes, “en la época del terrorismo y del avance de invasiones en el Perú”, para procurar su “protección”. Sin embargo, acabó completándose hace dos años.
“La vista desde acá era bonita, se podía ver toda la ciudad, hasta que los de Las Casuarinas se enteraron que llegamos y construyeron el muro; nos quitaron la vista para que no miremos a su lado, para alejarnos de ellos porque no teníamos su nivel”, explicó Amadeo Alarcón, residente de las villas a un medio local.
La región de América Latina y el Caribe es, según Oxfam, la más desigual en ingresos en el mundo, ya que en 2014 el 1 por ciento poseía el 41 por ciento de la riqueza regional, mientras que el 99 por ciento restante debía repartirse el otro 60 por ciento.