La Policía danesa podrá requisar dinero, joyas y objetos de valor.
El Parlamento de Dinamarca debate hoy el polémico proyecto de ley que, según sus detractores, permitirá que la Policía “desvalije” a los refugiados que llegan al país. De considerarlo necesario, los agentes podrán requisar dinero, joyas y otros objetos de valor. La propuesta, presentada por el Gobierno liberal y respaldada por sus aliados del nacionalista Partido Popular Danés (DF), tiene garantizada una amplísima mayoría, dado que también cuenta con el apoyo de los socialdemócratas, principal grupo de oposición, pese a que inicialmente se opusieron a ella e incluso la calificaron de “indecente”.
“Es quizá la ley más incomprendida en la historia de Dinamarca”, recalcó anoche ante las críticas el primer ministro liberal, Lars Løkke Rasmussen. “Por lo que se dice en estos días, parece que esperaremos a la gente en la frontera para cogerla de los pies y sacudirla hasta que caiga el último céntimo de sus bolsillos. Es completamente falso y distorsionado”.
El Gobierno precisará los detalles durante el debate de hoy, pero en esencia la ley autorizará a la Policía a requisar cantidades en metálico superiores a 10.000 coronas (1.340 euros), así como objetos de elevado valor económico. No se confiscarán, en cambio, ni móviles, ni relojes, ni ordenadores portátiles, ni joyas u objetos con valor afectivo, independientemente de lo que valgan. Cada caso, de todos modos, será examinado individualmente, es decir, que las requisiciones no se producirán de forma automática.
“Básicamente, la propuesta trata de que en una sociedad como la danesa, donde tenemos derechos universales, una persona debe mantenerse a sí misma siempre que pueda; si no, recibe ayuda”, añadió Løkke. “Si un danés quiere cobrar el salario social (un subsidio mensual que reciben las personas que no pueden cobrar el paro), no puede tener más de 10.000 coronas en el banco. Por lo tanto, no sería correcto que los refugiados, si tienen dinero, no tuviesen que pagar nada. Entonces les trataríamos mejor que a los daneses”.
La reunificación familiar, el mayor problema
En un principio, el borrador de la ley establecía un tope de 3.000 coronas (402 euros) para el valor de las joyas u objetos no requisables, pero las reticencias socialdemócratas obligaron a la ministra de Integración, Inger Støjberg, a anularlo. “Para nosotros, la primera propuesta era inaceptable”, afirma a El Mundo Dan Jørgensen, portavoz socialdemócrata de Integración, mientras se dirige hacia el Parlamento para participar en el debate. “Nos alegramos de que la ministra haya cedido, aunque seguimos pensando que se trata de una medida más bien simbólica. En cualquier caso, no debemos llegar a una situación en la que se quite a la gente sus anillos de boda y otras cosas por el estilo de gran valor sentimental. Además, serán los propios refugiados quienes decidan si algo tiene valor afectivo o no”.
Jonas Christoffersen, director del Instituto de Derechos Humanos, organismo consultor que vela por el cumplimiento de estos derechos en Dinamarca, sigue mostrándose crítico con la ley: “Se antoja violento que las autoridades quiten a la gente sus posesiones personales, aunque desde una perspectiva jurídica de los derechos humanos es aceptable porque toda confiscación puede ser apelada ante un juez. En realidad, lo que resulta más problemático, y por eso recomendamos que no se apruebe la ley, es que se establezcan tres años de espera en las reagrupaciones familiares para los refugiados dotados de un estatus de protección temporal. Puede significar que haya niños que tengan que esperar ese tiempo para reunirse en seguridad con sus padres. Es demasiado. Además, estas medidas rebajan el nivel de protección de los refugiados y acabarán influyendo en otros países, que probablemente acabarán adoptando posturas similares a la danesa”.
En efecto, la ley que se debate hoy es en realidad un paquete de medidas que endurece el trato a los refugiados y en el cual la propuesta de las joyas es la que más ha llamado la atención. El objetivo declarado es hacer de Dinamarca un destino menos atractivo. Desde el comienzo de la crisis de los refugiados, el Gobierno, con el beneplácito de una gran mayoría del Parlamento, no ha ocultado que su intención es reducir al máximo el flujo de llegadas.
‘Un acto de cinismo’
La iniciativa de las joyas ha causado cierta perplejidad en el resto del mundo, provocando incluso una pequeña crisis diplomática con Italia. El presidente italiano, Sergio Mattarella, declaró durante las pasadas Navidades que confiscar los bienes de los refugiados era “un acto de cinismo” que “despertaba recuerdos de los capítulos más oscuros de la historia europea”. El embajador danés en Roma, Birger Riis-Jørgensen, le contestó en una carta abierta, en la que, además de criticar que se comparase a Dinamarca con “los peores criminales del siglo XX”, recordó que su país gasta proporcionalmente más dinero que Italia en ayuda al desarrollo y, además, paga un subsidio mensual a los refugiados que no trabajan, cosa que los italianos no hacen.
El denominado subsidio de integración (que también pueden cobrar los desempleados daneses que hayan vivido en el extranjero siete de los últimos ocho años) sigue siendo uno de los más altos de la Unión Europea, superior todavía al de la vecina Suecia, a pesar de que se redujo sensiblemente el pasado septiembre en una de las primeras medidas adoptadas por el Gobierno danés para endurecer su política de asilo. Antes de impuestos, asciende actualmente a 5.945 coronas (797 euros) para solteros y 16.638 para parejas con hijos (2.230 euros), aunque se pueden cobrar pluses por razones diversas como, por ejemplo, haber aprobado un curso de danés. El salario social supone algo menos del doble de estas cantidades, aunque cabe recordar que los refugiados suelen vivir en centros de acogida y no pagan vivienda.