De delitos y decepciones. El auto es un símbolo de poder y prestigio en la Argentina, aunque también de quebraderos de cabeza y disgustos. Veamos, si no, lo que les pasó a vecinos de Puerto Madryn que llegaron a nuestra ciudad para adquirir un vehículo de alto precio a valor muy conveniente, y terminaron estafados por una familia gitana dedicada al rubro compraventa de automotores. Si bien la DDI y las fiscalías actuantes han desbaratado bandas dedicadas a estafar con la compraventa de autos, el sistema de fraude parece haberse reciclado y estar de lo más orondo accionando a sus anchas. Los estafados hicieron denuncia en la seccional 16, pero deben esperar hasta febrero para que la justicia intervenga. Doble fastidio: ser estafado y tener que aguardar el inicio de la actividad judicial.
Estupor. El que provocó en oyentes y lectores la expresión del economista Matías Tombolini, al indicar que había pagado por un frugal almuerzo en restaurant frente al GHP doscientos cincuenta pesos, apenas dos pesos más que lo que pagara el ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso Prat Gay en Suiza en un momento de relax en la apretada agenda en Davos. Y después nos preguntamos por qué tanta gente elige veranear fuera del país…
Haciendo cáscara. El ex secretario todoterreno de GAP/Perogrullo/Cospelito Adrián Alveolite anda haciendo lobby para la empresa Bolt, la misma de los casinos provinciales. Trajo una empresa satélite de Bolt que pretende quedarse con el negocio de las fotomultas. Presupuestaron unos doscientos veinte millones de pesos por año, y las cámaras las debería comprar la comuna. Se ve que entrena “Adriancito”, porque saca fotos de vehículos mal estacionados o en infracción, y las sube a su cuenta de Twitter asiduamente. ¿Querrá que lo contraten?
Movidas. Florencio Aldrey se lució exhibiéndose junto al embajador de USA Noah Mamet, quien quizá algo distraído, no fue advertido de que el presidente de la Nación ya no es Daniel Scioli, y que el gárrulo pequeñín oriundo de Galicia ya no manda por estos pagos. En tanto don Mamet departía con Florencio, inspectores del Ministerio de Trabajo de la Nación hacían su trabajo en el nuevo shopping de la ex terminal y corroboraban, según había señalado este medio hace algunas semanas, que el 30% del personal trabaja en negro. Ambos pequeñines, el ya citado Florencio y su socio capitalista Alejandro Rossi, pretendían imponer sus improntas ricas y famosas, a lo que los funcionarios en acción respondieron con un: “sabemos quiénes son, pero la inspección se hace o se hace”. Y se hizo.