El presidente del Banco Provincia dice que esa entidad no tuvo la decisión de ayudar al objetivo de la vivienda propia,y señala que la gestión anterior incumplió con la obligación de prestar un monto mínimo a sectores productivos.
Las dimensiones enormes y la pulcritud de los salones, pasillos y despachos del histórico edificio del microcentro porteño que es sede del Banco Provincia, contrastan con esa realidad a la cual Juan Curutchet, su nuevo presidente, dice que la entidad ayudará a cambiar: en un país en el que entre 2 y 3 millones de familias sufren el déficit habitacional, el crédito hipotecario es muy escaso y muchos no califican para acceder a él ni siquiera sumando los ingresos familiares. “El modelo kirchnerista privilegió el consumo y eso, por definición, corre el arco para todo lo que sea de largo plazo o de inversión de capital más grande”, define el funcionario.
Pero más allá de la cuestión macro, también sentencia que durante la gestión del ex gobernador bonaerense Daniel Scioli “es evidente que el Banco Provincia le escapó al crédito hipotecario”. Abogado recibido en la UBA y con un máster en la New York University, Curutchet fue durante los últimos 8 años vicepresidente del Banco Ciudad. Y desde su nuevo cargo afirma que si la entidad bonaerense hubiera tomado el modelo del banco porteño en cuanto a ayudar a acceder a la vivienda, “acá habría hoy 50.000 hipotecas más”.
No es la única crítica a la gestión anterior del banco, que presidió Gustavo Marangoni. Curutchet afirma que no se cumplió con la obligación dispuesta por el Banco Central de volcar un monto mínimo de capital a préstamos para inversiones productivas, principalmente para apuntalar a pymes. “El banco incumplió esa meta el semestre pasado [cuando el piso era de 7,5% de los depósitos privados]; se quedó corto en casi $ 2000 millones. Se desviven hablando de inversión productiva y tasa regulada, y no fueron capaces de cumplir. Puro relato”, cuestiona.
Algo que sí valora de la gestión previa es el acercamiento del banco al sector agropecuario. Y dice que, si bien no está mal que se le preste dinero al gobierno provincial -se encontró con acreencias por más de $ 30.000 millones-, las operaciones deberían hacerse en el marco de una planificación. Para darle dinamismo al crédito hipotecario dentro de la entidad, que tiene activos por $ 130.000 millones y 10.600 empleados (“acá no se dio la patología de crear empleo estatal espurio”, aclara), Curutchet se entusiasma con el proyecto del Banco Central que prevé crear una unidad de cuenta ajustable según la evolución del costo de vida, que se usaría para depósitos y préstamos. Afirma que la preferencia actual por la tasa fija a la hora de endeudarse es algo que irá cambiando con una inflación decreciente. Y que contar con créditos que incluyan mecanismos de actualización permitirá prolongar los plazos y, en consecuencia, bajar la cuota medida como porcentaje del ingreso.
-¿Qué impidió hasta ahora el desarrollo del crédito hipotecario?
-Para que la cuota en relación al sueldo sea accesible, hay que prestar a largo plazo, y en el banco la mayor parte de la plata está a corto plazo. Arbitrar en ese descalce es complejo. Con una inflación alta, además, la tasa de interés también es elevada y entonces la cuota se vuelve muy alta en relación al sueldo. El requisito número uno para el acceso generalizado a la vivienda es bajar la inflación, pero igual se pueden hacer cosas en un contexto inflacionario. Lo que ocurrió es que por motivos normativos no hay instrumentos indexables y en esto es en lo que entiendo que trabaja el Banco Central: en que pueda haber depósitos que se ajusten por un índice, que podría ser el de precios al consumidor, aunque obviamente el requisito es que haya datos confiables. Teniendo esos depósitos, los bancos podemos prestar en esa misma unidad de cuenta. Esto no es un invento, se ha hecho en Chile al salir de un proceso de inflación muy alta hace unos años; allá se generalizó, se aceptó y hoy la llamada Unidad de Fomento es referencia en todo el mercado. Hay que acostumbrar al público, porque todos queremos tasa fija, pero en la medida en que la gente tenga la seguridad de que la evolución va a ir de la mano de sus ingresos salariales, esto va a ser aceptado. Y debería entenderse que si vamos a una inflación en baja y a la estabilización, la tasa fija va a resultar muy cara. Fuera de esto, es evidente que el Banco Provincia le escapó al hipotecario y sospecho que lo hizo porque hay opciones más rentables. Si el Provincia hubiera tomado el modelo del Ciudad habría 50.000 hipotecas más. El Provincia tiene en cartera $ 3300 millones y el Ciudad, un banco que es un tercio en tamaño, tiene $ 6500 millones en hipotecarios, que representan el 15% de sus préstamos, mientras que acá esa participación es de 3 por ciento.
-¿Cómo pesa, en la posibilidad de acceder, la relación entre sueldos y precios de las propiedades, que se afecta con cada devaluación?
-El mercado inmobiliario en todo el mundo es bastante inelástico en cuanto a precios. Acá, en los últimos años y en moneda constante igual habían caído los valores cuando después vino el cepo. Pero es más importante el impacto de la tasa y el plazo que el tema del efecto de la devaluación. Con el cepo, entre julio y octubre de 2012 se denegó el acceso a dólares oficiales para hipotecas y eso las desplomó. La referencia real en el mercado inmobiliario fue el dólar blue, así que creo que ahí no cambió nada. El que te vendía te pedía dólares billete y era tu problema dónde los conseguías. Ahora creo que ya hay más movimiento; en Capital Federal llevamos nueve meses seguidos de suba de escrituraciones y creo que va a ser un muy buen año para el mercado inmobiliario.
-¿Cómo funcionaría un nuevo esquema de moneda ajustable en cuanto a las tasas y los plazos?
-Hay dos cosas distintas. Se va a mantener un esquema de hipotecarios a tasa de mercado, que hoy está en el veintipico por ciento y que le resulta caro a la gente. Fuera de eso, el esquema de indexación fija un interés real, que puede ser de un punto, dos, tres, y el resto se va indexando; eso hace que nominalmente la tasa de interés pueda ser alta porque si la inflación es de 20% y se agregan tres puntos se llega a 23%. Pero cuando lo ves estirado en el tiempo, la relación cuota-sueldo se desploma y puede caer a un tercio, por el hecho de que es una estructura financiera que le garantiza al acreedor que en moneda constante siempre va a mantener el valor. Cuando la gente se habitúe a la nueva regla va a andar bien. Lo patológico en la Argentina es que las hipotecas bancarias son entre 4 y 6% del total de escrituras. En el mundo contás esto y no lo pueden creer. Nuestro modelo tiene como ventaja que estamos poco endeudados, pero tenés casi 1,2 millones más de inquilinos en una década y hay un arco que todos sienten que se corre.
-¿Se van a reducir los montos de ingresos mínimos para acceder?
-Mejor que eso: con el mismo ingreso relativamente bajo, como va a bajar la cuota vas a calificar mejor que antes. Y calificarán otros que no calificaban. Hoy está lleno de gente con 10 años en el empleo, que muestra su recibo y no llega ni con dos ingresos en la familia. Lo que ha pasado es disfuncional.
-La inflación sigue y se sabe que seguirá por un tiempo más, ¿cómo afecta ese factor a este plan?
-La inflación es tremendamente perjudicial. Es un tema muy importante, pero acá tendríamos el instrumento para ajustar. También está la opción de que la Anses ponga fondos y que los bancos compitan. Es lógico que se inviertan fondos de los jubilados futuros calzándolos con una variable como el préstamo a la vivienda vinculado a la variación salarial.
-¿Cómo encontró las cuentas del banco? Se habló del dinero que el estado provincial tomó por su déficit y que hoy debe.
-Esos préstamos están contemplados en la carta orgánica y es algo normal. Lo que sucede es que también se prevé que cuando termina el ejercicio fiscal la cuenta se ponga en cero.
-¿Y hoy cómo está el saldo?
-Si se incluye a todo el Grupo Bapro se superan los $ 30.000 millones, porque por ejemplo no se le paga a provincia ART, aunque el servicio se da. En el banco, si la deuda queda en forma indefinida, el capital queda en forma antinatural más chico. Y la variable de ajuste es que se le presta menos a las empresas y a la gente; cuando el Estado chupa fondos hay menos plata para la economía formal: no quiero ser extremista porque es normal que el banco les preste a la provincia y a los municipios, lo que planteo es que debe haber una planificación financiera; voy a tener una reunión con la gobernadora y con [el ministro de Economía provincial] Hernán Lacunza para tratar de prever el tema pensando en los cuatro años.
-¿Cuál será la estrategia con el sector de nivel socioeconómico bajo? El Ciudad abrió sucursales en villas y ambos bancos apuntaron a las microfinanzas.
-Vamos a mantener y profundizar la inclusión financiera, tiene que ser un objetivo de la banca pública que los sectores informales de a poco se formalicen, que tengan la ventaja de la tarjeta con devolución de una parte del IVA y con promociones, esos beneficios a los que accedemos quienes tenemos empleo formal. También es importante acercar el banco geográficamente a esos sectores.
-¿Cómo ve el contexto macro para que se desarrollen los planes? Hoy hay quienes esperan una leve caída de la economía para este año y otros, un crecimiento bajo.
-Está claro, y creo que la sociedad lo entiende, que tenemos unos meses iniciales de poner en orden muchas cosas y que luego se trabajará en temas de fondo. Eso inspira confianza y da un horizonte de crecimiento. Hay economistas que auguran un año más frío, pero ya dicen que 2017 va a ser mejor y que en el segundo semestre de este año habrá crecimiento. Hay que mirar el ciclo político de un mandato de cuatro años y ver hacia dónde queremos ir: hacia una Argentina mucho más normal donde haya un clima favorable para el que quiera invertir y generar trabajo.
-¿Cómo evalúa lo que ocurrió con el dólar? ¿Y qué podría pasar?
-Esperábamos que podía haber un salto un poco mayor. Creo que el mercado descuenta que va a haber una recomposición del crédito externo y un flujo de dólares financieros y de inversiones. Había apetito de dólares cuando te lo daban a un valor artificial, pero cuando sincerás un valor de mercado la pasión por el dólar cede. Desde que el público volvió a confiar se recuperan reservas, aumentan los depósitos en los bancos y no hay motivos para tensiones cambiarias.
-¿Qué expectativas genera el interés que despertó la presencia de Mauricio Macri en Davos?
-Es como la siembra. Se siembra ahora y se cosecha en unos meses. Se da la señal de que somos un país normal, serio, con consensos políticos. Y para atraer inversiones, que se perciba eso es un plus frente a otros estados más descuidados o hasta hostiles.