Las pintadas con esvásticas preocupan a la comunidad marplatense, pero aparentemente no a la justicia. Mientras los medios de comunicación de todo el país lo mencionan, el fiscal Adler no ha dedicado una especial atención al tema. ¿A quién beneficia este silencio?
Las pintadas con tufillo neonazi no son nuevas; de hecho, en las paredes de Mar del Plata se las ha visto desde siempre, para espanto de quienes se detienen a pensar en lo que significan. Pero también es verdad que desde octubre del año pasado recrudecieron las apariciones de frases de intolerancia, y todas las miradas se han dirigido al intendente, y su posición frente al nuevo florecimiento de semejante tendencia, difícilmente encasillable de ideología.
Hechos más violentos se repitieron uno tas otro: un joven golpeado en una plaza, aparentemente en repudio a su orientación sexual, agresiones al líder de AMADI, pintadas en las puertas de casas de militantes. Pero cuesta creer en la casualidad, y más aún cuesta pensar que el simple hecho de que un partido gane las elecciones alcance para habilitar a un sector social delictivo, que claramente realiza apología de un delito y remite a la peor página de la historia mundial.
Los observadores son muchos, pero la investigación es propiedad de la justicia. Lo que llamamos justicia no es un cartel, es un grupo de personas con DNI, en quienes la sociedad deposita la responsabilidad de evaluar si las leyes se han violentado, y, en tal caso, determinar el castigo que amerita la falta.Las pintadas neonazis son en sí mismas un delito, y no gesto de expresión, como piensa algún diletante: toda mención que defienda la comisión de un crimen es en sí misma un crimen; mucho más en este caso. Ni qué hablar de las agresiones físicas de cualquier persona contra otra, más aun si está enmarcada en un crimen de odio.
Pero en Mar del Plata el cuadro entero se enrareció. En lugar de salir a marcar posición el fiscal general, se le pidió la palabra al intendente. Y las afirmaciones no han sido felices, porque no conformaron a ningún sector político, menos que menos a los integrantes de la Unión Cívica Radical, un sector del espectro político que merecidamente ha sido considerado como defensor de la democracia y sus valores, aun en los tiempos en los que no era fácil hacerlo. El radicalismo desea pasar a la historia por la ética de Illia, por el juicio a las Juntas, por la entereza de Alfonsín, y no con el fondo de una esvástica de aerosol.
Por esa razón, después de que el intendente Carlos Arroyo declaró públicamente que los ataques de grupos denominados como “neonazis” eran para él un delito como cualquier otro, aun dentro de su propio espacio hubo quien marcó el desacuerdo.Tal es el caso de Daniel Núñez, que actualmente dirige al radicalismo en la ciudad. Fue él quien explicó su postura en la 99.9, y expresó: “Parece que esta situación hubiera nacido el 10 de diciembre, cuando venía sucediendo anteriormente. Creo que la expresión de Arroyo ha sido desafortunada, pero también veo actitudes del gobierno municipal interviniendo que no había tenido el gobierno anterior”.Núñez apuntó contra la justicia, y por supuesto explicó que el fiscal debe investigar el tema: “La mayor responsabilidad la tiene la justicia en cuanto a la investigación. Todos creemos saber medianamente quiénes son estos personajes, pero llama la atención cómo no hay implicados ni procesados. No sé si se trata de desinterés o pasa algo, porque no lo han investigado. Hasta ahora nadie sabe nada, sólo se ven hechos violentos, y detrás de ello pintadas con manifestaciones de odio”. Y agregó: “es un caso del ámbito federal y la mayor responsabilidad en la investigación de estos hechos es de Daniel Adler. No me extrañaría que la falta de investigación tuviera que ver con ensuciar a la gestión municipal”.
Desventajas
Por supuesto, no hace falta ser suspicaz para comprender que la falta de investigación sobre los hechos, en este caso como en cualquier otro delito resonante, pesa sobre el poder político y es una desventaja para la gestión actual.Sin embargo, Núñez sigue creyendo que no fueron acertadas las declaraciones del intendente Arroyo: “No es él quien puede decir que sea un hecho policial más, porque no creo que lo sea. No podemos minimizar, porque como políticos tenemos un rol social, y debemos prestarle atención a este tipo de temas”. Aclaró, además, que como sociedad hay que acostumbrarse a los distintos pensamientos entre los dirigentes de un mismo espacio: “Hay una utilización política de esta situación, pero lo que no puedo hacer es quedarme callado. En Cambiemos vamos a tener divergencias y discusiones, pero somos un gobierno de coalición y vamos a colaborar entre todos”.
Otro participante de la polémica actual es José Luis Zerillo, el ex secretario de Derechos Humanos de la comuna, quien recientemente nombró a una serie de personas a quienes etiquetó como neonazis.Una de ellas es Virginia Sosa, efectivo policial que llegó a tomar estado público por defender los derechos de los trabajadores policiales y que por esa razón fue alejada de la fuerza. En la 99.9, Sosa señaló: “Me veo envuelta en un hecho que espero sea un error de José Luis Zerillo y Silvina Elías, a quien no conozco pero sé que está en la Fundación La Alameda. Espero una disculpa para mi familia, no tengo porqué ventilar mi situación personal, pero mi pareja es judía y eso está perjudicando mi entorno familiar”.
Basta pensar en la triste gestión que Zerillo llevó adelante durante el gobierno de Pulti, y la fina selección que llevó a cabo respecto de cuáles eran los derechos humanos que estaba en condiciones de defender; la forma en que ignoró que vendedores senegaleses habían sido salvajemente golpeados por un grupo -entre los que estaban los inspectores municipales-, por ejemplo. Dijo que no podía investigar porque había municipales, cuando los extranjeros no contaban con ninguna otra defensa institucional, y estaban en franca desventaja.
Tampoco pudo intervenir cuando se denunciaban agresiones de personal de Tránsito municipal, que pudo golpear y amenazar sin que él interviniera, porque su defensa de los Derechos Humanos fue francamente corporativa. Ahora sale del cargo y comienza a señalar gente como si le cupiera el sitio del fiscal ausente. Al parecer, hay cuestiones viejas que Zerillo no ha solucionado respecto de la agente Sosa, y por eso decidió incluirla en la lista de las personas que están generando ataques en Mar del Plata: “La justificación es que fui parte del acuartelamiento del 2013, pero no sé qué tiene que ver este hecho, que fue un reclamo laboral que hoy se está confirmando, con la desidia que se denuncia (…) repudio el accionar de los nazis, pero no entiendo porqué me ponen dentro de ese grupo, y espero una disculpa”, explicó Sosa. También el exfuncionariomencionó a otra persona que falleció hace tres años.
Durante todos los reclamos que llevó adelante Sosa, nunca contó ni siquiera con el interés de Zerillo: “Se adjudica pelear por los derechos humanos en Mar del Plata, y en todas las protestas que hice en estos años, jamás se acercó a hablar conmigo. Pasó por adelante mío cuando estaba en el Paseo Aldrey encadenada, y lo tuve que encarar yo para preguntarle qué pensaba: me dijo que cuando se pelea por los derechos humanos siempre hay traspiés, y que se iba porque llegaba tarde. Nada más”, remarcó.
Cosas viejas
Los nazis utilizaron la esvástica negra dentro de un círculo blanco sobre fondo rojo, porque el negro, el blanco y el rojo eran los colores de la antigua bandera del Imperio alemán. Pero también usaron la esvástica desprovista de tales círculos y fondo. Hay dos versiones de la esvástica nazi: una de ellas es levógira y la otra es su imagen especular llamada dextrógira. Aunque los nazis no parecen haber atribuido distinciones simbólicas a ambas variedades, la última es de uso más común. En ambas, la cruz aparece girada 45°.
En nuestros días, el simbolismo de la esvástica ha sido adoptado por los neonazis. Consecuentemente, el empleo de tal cruz fuera de un contexto histórico se considera tabú en casi todo el mundo. En la actualidad, la legislación alemana prohíbe y sanciona el uso en público de la cruz gamada y otros símbolos nazis.
Pero últimamente, muchas paredes de la ciudad han aparecido pintadas con símbolos y palabras agresivas, no sólo cruces de este tipo. Por ejemplo, autoridades del PRO local denunciaron que el local partidario, ubicado en la avenida Colón y Catamarca, fue objeto de un grafiti en las últimas horas.Sobre el ventanal de ingreso al local, se pudo ver la pintada que decía: “Basta de ajuste y represión. Votamos luchar”, a lo que se agrega una estrella de cinco puntas.Y no es la primera vez que este local sufre algún tipo de ataque, aunque la sede se encuentra en una zona céntrica, muy transitada e iluminada. ¿Podría investigarse si las letras y el trazo coinciden con otros ataques?
Y eso no fue todo. En la mañana del pasado jueves, en una bóveda del Cementerio La Loma apareció otra pintada de características neonazis. Empleados que allí se desempeñan detectaron que en el exterior de una bóveda había una pintada que decía “Muerte a los K” y el símbolo característico del nazismo.Arribó minutos después de ese hallazgo personal policial que dio derivación a la fiscalía de turno. Desde la justicia se procedió a pedir la limpieza de la bóveda, aunque hasta ahora ni siquiera pudieron saber a quién pertenece, lo cual debe ser un trámite de cinco minutos.
Quizá resulta oportuno pensar que pasar a la primera plana por grafitear un símbolo de la vergüenza histórica de la humanidad no trae la gloria para nadie. Ni para los que la hacen ni para los que la toleran. Ni para los funcionarios de la justicia que no investigan y le tiran la pelota al intendente. Porque si bien las paredes hablan, los silencios también dicen cosas. Muchas cosas.