Lo reconoció ante la jueza Servini de Cubría. Sostuvo que los hicieron salir de la cárcel a grabar un video para desvincular al exfuncionario.
Martín Lanatta, uno de los condenados por el triple crimen de General Rodríguez y protagonista de la triple fuga de la penitenciaria de General Alvear, insistió ante la jueza federal María Servini de Cubría en vincular a Aníbal Fernández con ambos episodios y reveló que durante los primeros días fuera de la cárcel, buscaron asesinar al exjefe de Gabinete.
El miércoles 9 de marzo, ante la magistrada, dos secretarios del juzgado y el fiscal Juan Pedro Zoni, Lanatta hizo su declaración “in situ” en el módulo 3 del penal de Ezeiza, donde esta alojado. El “engorroso” relato, como lo calificaron fuentes judiciales, duró alrededor de cuatro horas. Perfil.com tuvo acceso a ese testimonio.
Lanatta relató que, en los primeros días de octubre, el inspector mayor Jorge Bolo, jefe del Complejo Penitenciario Centro intentó lograr un trato para desligar al exfuncionario K, Aníbal Fernández, del Triple Crimen de la efedrina.
Desde el 5 de agosto, Bolo era quien estaba, por orden de la jueza de Ejecución Penal Nro 1 del Departamento Judicial de Mercedes, Marcela Otermín, a cargo de controlar a los acusados por el triple crimen con un “registro fílmico” y con “servicio de custodia” de modo “permanente e ininterrumpido, durante las 24 horas”. Según figura en la declaración, Lanatta le pagaba siete mil pesos “para que no me falte nada”.
En esa reunión, según detalló el acusado, Bolo le confió que Aníbal Fernández quería que simulara junto a su hermano y Schillaci una cámara oculta fuera del penal y negara sus acusaciones a fin de desvincularlo de la causa. Además, le pidió que señale a Julián Domínguez –su rival en la interna del FpV–, como la persona detrás de la campaña de difamación. En caso de aceptar la negociación, el exjefe de Gabinete le aseguraba la salida del penal. De rechazarlo, lo mandarían a matar en medio de un motín armado.
Falsa fuga. Tras aceptar el acuerdo, Lanatta señaló a César Tolosa, jefe de Seguridad de General Alvear, como el encargado de preparar la salida. Según se detalla, fue él quien se encargó de liberar los siete controles para retirarlos del penal, poniendo en los puestos a novatos –a excepción de la última parada donde se encontraba un agente que por su religión no portaba armas–.
Tolosa, según explicó Lanatta, entregó una bolsa de residuos con los uniformes de penitenciarios que deberían usar, un arma de madera y pintura negra. Siempre según el acusado, también fue el jefe de seguridad quien dejó el Fiat 128 listo para salir.
Según la versión brindada a la jueza, el guardiacárcel identificado como Luciano Labat, encargado de la custodia de los tres condenados, llevó a Lanatta junto a Christian y Victor Schillaci hasta General Belgrano donde hicieron trasbordo a una camioneta Hilux. Allí un chofer los llevaría a hasta la quinta donde grabarían el arrepentimiento.
Fuga tras la fuga. Sin embargo, rumbo al lugar de grabación, los prófugos vieron que el chofer tenía un arma. “Comenzamos a olfatear una trampa”, dejó en claro Lanatta.
Al llegar a la cárcel de Florencio Varela, los tres acusados se percartaron de la presencia del efectivo Maximiliano Martínez y un tal Máximo, un agente de la exSIDE –ambos son señalados por los acusados como los verdaderos autores del crimen de General Rodríguez–. Según explica, cuando los vieron supieron que los iban a matar y decidieron escapar.
Lanatta también reveló que durante la primera noche de la fuga durmieron en el Parque Pereyra y que al día siguiente –con bronca por haber sido engañados– los tres fueron a buscar al mismísimo Aníbal Fernández para matarlo, pero no lo encontraron. “Fuimos a tres casas, pero en ninguna vimos que estuviera, porque no había seguridad”, confesó a la jueza federal, según pudo saber Perfil.com de fuentes judiciales.
Este medio buscó comunicarse con el exfuncionario, pero no dio declaraciones.
Un episodio clave que niega el acusado es el tiroteo en Ranchos. Según sostuvo, nunca usaron la camioneta Ranger con la que balearon a los dos guardias. En su testimonio sostuvo que, antes de dirigirse hacia Santa Fe, pensaban ir a Paraguay por medio de la avioneta de un amigo.
Cámara Oculta. Martín Lanatta también hizo referencia a la cámara oculta, que grabó, en el que gente de Aníbal Fernández busca “negociar una desmentida” durante la plena campaña electoral.
Las imágenes, que Perfil.com mostró en exclusiva, se habían grabado en el sector llamado Sanidad del Penal de General Alvear en agosto de 2015. Allí se ve al abogado Antonio Solivaret, exasesor de la municipalidad de Quilmes, negociando con Lanatta una mejora en la pena a cambio de su retractación.
“Yo me retracto, lo dejo limpio y el tipo gana, porque todo eso le juega como imagen positiva”, afirmó Lanatta, a fin de desvincular a Fernández del negocio de la efedrina.