Lejos del ambiente político de la ciudad, los ecos y el origen del tufillo golpista tienden a diluirse. Sin embargo, en la manzana de las sombras, en particular en el café de la esquina de San Martín e Yrigoyen, el ruido de la conspiración se escucha a redoblante en las mañanas de lunes a viernes. Porque todo transcurre en horario municipal con intervalo de fin de semana, tal como corresponde a gente que cree que el ritmo circadiano de la vida fluye al correr de los chismes y ambiciones de los derrotados en batallas políticas que los alejaron del poder y de la gratificación mensual del pago fácil en cargos de la administración pública.
La alianza multicasual que se formó en torno a Carlos Fernando Arroyo carece de afecto solidario; no es el fruto de un acuerdo programático y, ciertamente, tal como le señalaba el general Roca a su secretario Gramajo, es como el ladrillo, amasada con barro y bosta. El tema es que en la mezcla hay más bosta de la que se requiere, y algo de ella quedó derramada al costado del triunfo sobre Aldrey Iglesias y Gustavo Arnaldo Pulti. Hay una maquinación permanente que busca “limar” al gobierno municipal y al propio Arroyo en particular. El fuego enemigo está presente, pero el peor es el fuego amigo, que reconoce dos variantes: los que a diario prohíjan chismes y relatos a la medida de la cadena de corte y pegue, y los que por torpeza proveen la leña para encender el fuego.
Es difícil saber si Gustavo Serebrinsky es la fuente de Marcelo Pasetti y otros amanuenses del Multialdrey, aunque él se atribuye influencia y goza por los traspiés reales o imaginarios que sufre la gestión. No obstante, no es creíble que el diputado provincial Maximiliano Abad y su alter ego, el presidente del comité local de la UCR Daniel Núñez, sean el núcleo de esta maquinaria de corromper el poder político de la ciudad. Ahora bien, la elección del multi de darle a Abad un trato diferenciado y amable dispara los peores escenarios, y amplía la desconfianza de los grupos políticos concurrentes en el armado de la gestión.
Es como si la necesidad de un amo fuera tan intensa que no soportan la naturaleza revulsiva de la elección que llevó al actual intendente al Ejecutivo municipal. Daniel Núñez, el día de la clausura del Hermitage, llamó a un funcionario de Gobierno para preguntar si estaban dispuestos a seguir la pelea “con este monstruo”, donde el monstruo sería el Multialdrey, y su director, Florencio Aldrey Iglesias, el Báez/López vernáculo que se considera esencial para gobernar la ciudad.
Sólo los niños y Hollywood creen en monstruos: los niños por inmadurez, y Hollywood porque los monstruos son un gigantesco negocio. No hay tal monstruo si hay apego a la Constitución y respeto a la voluntad soberana. Todo lo demás es miseria humana y necesidad enfermiza de un amo al que responder como siervos de la gleba.