La huelga ha provocado problemas en los transportes, el cierre de liceos y la ausencia de prensa en los quioscos, así como alteraciones en numerosos servicios públicos.
Centenares de miles de trabajadores, sindicalistas y estudiantes se han tirado a la calle, con huelgas y manifestaciones, pidiendo la retirada completa de la reforma laboral de François Hollande.
La de este jueves es la tercera jornada de lucha contra una reforma laboral que también es muy criticada por la izquierda socialista, los ecologistas, el PCF y el Frente de izquierdas (FdI).
A media mañana, los transportes públicos de París y las grandes capitales de provincias, la red nacional ferroviaria y el tráfico aéreos sufrían trastornos aleatorios pero significativos.
En París, la mitad de los institutos de enseñanza media han sido cerrados.
Están previstas más de 200 manifestaciones en toda Francia, un día de lluvia y frío poco primaveral, en París.
Antes siquiera de conocerse el balance final de la jornada de lucha del jueves, los sindicatos y los estudiantes han convocado nuevas jornadas de huelgas y manifestaciones, los próximos días.
La reforma laboral propuesta por Hollande es apoyada por una parte del PS, el centro y la derecha (con muchos matices), pero es criticada con severidad por todas las izquierdas. Una parte del PS está dispuesta a votar la reforma, en la Asamblea Nacional (AN), si se aceptan nuevas modificaciones y enmiendas del proyecto gubernamental, muy «descafeinado». Los sindicatos reformistas han adoptado una posición semejante. Los sindicatos rupturistas, mayoritarios, y la casi totalidad de los sindicatos estudiantiles, piden el abandono / entierro puro y simple de la reforma.
Se trata de una prueba de fuerza inflamable e imprevisible.
François Hollande renunció el miércoles a la reforma más emblemática de su mandato presidencial: la reforma de la Constitución, para poder privar de la nacionalidad a los criminales terroristas. Un día más tarde, sindicatos y estudiantes piden el abandono / entierro de la reforma laboral.
«Le Monde» ha resumido a toda página, en portada, la crítica coyuntura en la que se encuentra el presidente de la República: «Rechazo masivo de Hollande, a la izquierda». Hace apenas diez días, Manuel Valls, primer ministro, anunció una subida electoral de los sueldos de los funcionarios, con el fin de intentar «frenar» o «callar» la contestación sindical. En vano.