El empresario Carlos Wagner operó a través de paraísos fiscales para adquirir un hotel en Italia.
Carlos Enrique Wagner fue uno de los empresarios más beneficiados por el kirchnerismo. Acumuló contratos por más de $ 6900 millones durante la última década. Su constructora, Esuco SA, se posicionó en el séptimo puesto del ranking de contratistas del Estado, de acuerdo con datos del ex ministro de Planificación Julio De Vido. En forma paralela a su expansión argentina, este gran proveedor de obra pública realizó una inversión millonaria en un centro turístico italiano a través una sociedad offshore de las islas Vírgenes.
El empresario no actuó solo en esa operación transnacional. Señalado como uno de los constructores preferidos de la ex presidenta Cristina Kirchner, Wagner decidió operar con Néstor Marcelo Ramos, el accionista de Helvetic Service Group que se encuentra ahora imputado y citado a indagatoria en la causa contra Lázaro Báez que investiga el juez federal Sebastián Casanello.
Según Leonardo Fariña, Wagner también sería un engranaje clave de la llamada “ruta del dinero K”, sobre todo a la hora de licitar obra pública en Santa Cruz para hacer “caja”. Ante el juez, el arrepentido dijo que el empresario asumió como presidente de la Cámara Argentina de la Construcción por pedido de Néstor Kirchner y que “Esuco, siendo una pyme, pasó a facturar $ 2000 millones a partir de 2006”.
De acuerdo con los Panamá Papers, en esa misma época, el empresario de la construcción extendió su negocio al exterior y buscó invertir en Italia a través de una firma offshore.
Para concretar la inversión italiana, Wagner contrató los servicios del estudio uruguayo de Juan Pedro Damiani, uno de los intermediarios más solicitados por los argentinos que quieren operar con Mossack Fonseca.
En esa gestión, selló un “acuerdo de inversión” por tres millones de euros entre la filial de Esuco SA en Uruguay y la firma offshore Future Lands Investment Ltd., de las islas Vírgenes, según los documentos que analizó LA NACION en el marco de la investigación impulsada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, en inglés) y el diario Süddeutsche Zeitung.
A través de ese convenio, firmado en marzo de 2007 y redactado en inglés, la filial uruguaya de Esuco le compró a Future Lands Investment Ltd. el 37,5% de Insubria Viva S.p.a., un complejo situado en el pueblo italiano de Maccagno con Pino e Veddasca, en la región de Lombardía. La participación accionaria incluyó “propiedades, activos fijos, contratos, derechos de propiedad y el fondo de caja” del lugar. El precio de la inversión fue de tres millones de euros, a pagar en ocho cuotas mensuales entre marzo y octubre de 2007.
“Necesitamos que el contrato sea suscripto en islas Vírgenes por alguna persona de vuestro staff que, a su vez, sea apoderada de las sociedades directoras que ustedes designan”, se requirió a Mossack Fonseca en un mail que llevaba como adjunto el acuerdo de Esuco. Así, el mensaje es apenas una pista de cómo funciona la estructura de prestanombres y firmas pantalla en el mundo offshore. LA NACION intentó contactarse con Wagner y con Esuco SA por distintas vías, pero no respondieron las llamadas ni los mensajes.
Ruta del dinero K
De acuerdo con los Panamá Papers, Future Land Investment fue registrada en abril de 2006 bajo el número 577294 en los registros de Mossack Fonseca.
Según verificó LA NACION, esa firma de las islas Vírgenes tenía como única accionista a otra sociedad offshore, Barnes & Miles, cuyo director era Ramos, el abogado nacido en Córdoba, de pasaporte italiano, que vivió en Suiza hasta 2015, cuando volvió a la Argentina y quedó bajo la lupa de la Justicia.
Ramos hoy se encuentra investigado por figurar como el responsable de Helvetic Service Group, la controlante de la inversora SGI de Puerto Madero, más conocida como La Rosadita. Casanello lo citó a indagatoria para el 13 de mayo, dispuso la inhibición de sus bienes y le prohibió salir del país.
En el negocio italiano, Barnes & Miles, de Ramos, fue accionista de Future Lands Investment hasta octubre de 2007, justo cuando la firma de Wagner terminaba de pagar su parte del hotel de Lombardía. A partir de entonces, se solicitó cancelar esas acciones y emitir nuevas, a favor de la firma suiza CF Audit & Consulting SA, de Claudio Giovanni Fontana, director de Helvetic hasta 2013, cuando renunció por el escándalo que protagoniza Báez.
El de Italia no fue el único negocio que compartieron Wagner y Ramos.
El dueño de Esuco es también accionista de Decavial, la constructora que compró un terreno en Punta del Este a la offshore Jaguar Capital, otra firma vinculada al responsable de Helvetic. La transacción también fue investigada por presunto lavado de dinero y está incorporada al expediente del caso Báez que lleva Casanello.
En la Argentina, Wagner siempre estuvo en expansión. Además de participar en la construcción del Centro Cultural Kirchner, también se quedó con el contrato para construir la base china en Neuquén. Se alió a Iecsa y a Austral Construcciones para competir por las represas Kirchner y Cepernic, aunque perdió frente a la china Gezhouba, Hidrocuyo y Electroingeniería.
En las islas Vírgenes, Future Lands Investment fue desactivada en junio de 2013. El centro turístico de Maccagno, sin embargo, sigue figurando como una opción atractiva en las guías de turismo.