En lo que podría significar un giro extraordinario en la postura de la Iglesia católica y una histórica apertura al clero femenino, el papa Francisco anunció hoy que creará una comisión para estudiar el diaconado femenino en la Iglesia primitiva, al considerar que las mujeres-diácono podrían ser “una posibilidad para hoy”.
El diaconado es el primer grado de ordenación en la Iglesia católica, seguido por el sacerdocio y el episcopado. Los diáconos -que pueden ser hombres casados, mayores de 35 años-, no pueden celebrar misa, pero sí pueden administrar algunos sacramentos como el bautismo y el matrimonio. Al parecer, en las primeras comunidades cristianas el diaconado también estaba abierto a las mujeres.
El Papa hizo el anuncio de la creación de una comisión que analizará este tema -abriendo a la posibilidad de mujeres-diácono-, durante un encuentro de que tuvo hoy con 900 madres superioras de diversas congregaciones de todo el mundo, en el Vaticano. Durante una sesión de preguntas y respuestas, las religiosas le preguntaron a Francisco por qué la Iglesia excluye a las mujeres del diaconado, si habían podido ejercerlo en los primeros tiempos y “¿por qué no poner en marcha una comisión para estudiar el tema?”.
Francisco contestó que había hablado de la cuestión un tiempo atrás con un “buen, sabio, profesor”, que había estudiado el uso de diáconas en los primeros siglos de la Iglesia y que le había dicho que aún no estaba claro cuál era su rol y, sobre todo, “si tenían ordenación, o no”. “Quedó un poco oscuro cuál fue el rol de las diáconas en ese momento”, dijo. “¿Poner en marcha una comisión para estudiar la cuestión?”, preguntó luego, en voz alta. “Creo que sí. Le haría bien a la Iglesia aclarar este punto. Estoy de acuerdo, voy a hablar para hacer esto. Acepto la propuesta”, sentenció.
La apertura del Papa a estudiar la posibilidad de que las mujeres puedan servir como diáconas podría representar un giro histórico para la Iglesia católica, que no acepta el sacerdocio femenino y que le pondría fin, de esta forma, a una praxis de un clero exclusivamente formado por hombres.
En su carta apostólica “Ordinatio Sacerdotalis” de 1994, Juan Pablo II le cerró las puertas de la Iglesia católica a las mujeres sacerdotes, al recordar que Jesús eligió a 12 apóstoles hombres como servidores. Muchos historiadores de la Iglesia, sin embargo, sostienen que hay numerosas pruebas que algunas mujeres sirvieron como diáconas en los primeros siglos de la iglesia. El apóstol Pablo menciona a una mujer, Febe, en su carta a los Romanos.
En tiempos modernos y siguiendo las reformas del Concilio Vaticano II, la Iglesia católica reinstituyó el rol del diaconado permanente, algo abierto por lo general a hombres casado mayores de 35 años. Los diáconos son ordenados, pero no pueden celebrar misa, aunque sí pueden encabezar servicios de oración, celebrar sacramentos como bautismos y matrimonios e incluso pueden manjear parroquias como administradores pastorales, en ausencia de un sacerdote.
Francisco contó que el profesor que le habló sobre el tema del diaconado femenino, le dijo que las mujeres diáconas ayudaban especialmente a bautizar a las mujeres cuando la práctica del bautismo, en los primero siglos, implicaba sumergirse en el agua con el cuerpo desnudo.
En el encuentro, en el que hubo un total de seis preguntas, el Papa, que en muchas oportunidades dijo que hay que profundizar la teología de la mujer y que María siempre fue más importantes que los apóstoles, dijo que “la Iglesia necesita ulteriormente que las mujeres entren en el proceso de decisiones y que puedan encabezar una oficina en el Vaticano”. “La Iglesia debe involucrar a consagradas y laicas en la consulta, pero también en el proceso de decisión”, aseguró. “Este creciente rol de las mujeres en la Iglesia no es feminismo, sino un derecho de todos los bautizados: varones y mujeres”, concluyó.