Sanders calienta las primarias demócratas con otra victoria

Victoria amplia para Sanders en Oregón y por la mínima para Clinton en Kentucky mientras se intensifican las dudas sobre la unidad del partido demócrata.

Bernie-SandersEl guión previsto para la recta final de las primarias de EE.UU. iba a ser el de un partido republicano cuarteado por el triunfo de una figura tan divisiva como Donald Trump y el de un partido demócrata solidificado alrededor de la inevitabilidad de Hillary Clinton como nominada.
Al menos, en estos momentos las aguas bajan más revueltas en el río demócrata. Bernie Sanders sigue retrasando el alirón de Clinton y eso impacta al partido y a la fortaleza del nominado que se bata con Trump en otoño. Ayer, en las primarias de Kentucky y Oregón, Sanders emergió como triunfador de la noche. En Kentucky arañó casi un empate técnico, aunque la victoria se concedió a la ex secretaria de Estado, que consiguió el 46,8% de los votos, frente al 46,3% de Sanders. En Oregón, el triunfo fue claro para el senador por Vermont, que, con el 64% escrutado, conseguía el 53,4% de los sufragios, frente al 46,6% de Clinton.
En lo que se refiere a la aritmética para conseguir la nominación, estos resultados apenas cambian nada. Sanders remonta un puñado de los casi 300 delegados que le separan de Clinton, pero es virtualmente imposible que le dé la vuelta en los nueve estados que quedan por disputarse. Para ello, necesitaría encadenar victorias con porcentajes cercanos al 70%, algo que no ha ocurrido en toda las primarias y que no hay indicio de que vaya a ocurrir.
Lo que sí proporciona la noche de ayer es moral para Sanders y más leña para el fuego instalado en el partido demócrata. El triunfo en Oregón ocurre después de los enfrentamientos y las amenazas de seguidores del candidato socialista en la Convención Demócrata de Nevada, que protestaban por la adjudicación de delegados a Clinton. Los enfrentamientos fueron seguidos de llamamientos de pesos pesados del partido demócrata a Sanders para que controlara a sus huestes.
Pero ayer, en la celebración de los resultados, Sanders no intentó calmar las aguas e intensificó su discurso contra el ‘establishment’ demócrata. «Dejadme que les diga algo a los dirigentes del partido demócrata», dijo desde un mitin en Carson, California, el estado que más delegados reparte y que celebra sus primarias el 7 de junio. «El partido demócrata tiene que tomar una decisión profunda: si abre sus puertas a la gente que quiere pelear por un cambio social y económico real, enfrentarse a Wall Street, acabar con la avaricia corporativa y oponerse a la industria de los combustibles fósiles. O si quiere mantener su status quo, seguir siendo dependiente de los grandes donantes y tener una capacidad de acción y una participación limitadas». Ese mismo día había acusado al partido de no tratar a los seguidores de su campaña «con equidad y respeto».
Fue un tono más agresivo contra el partido del que es habitual en él. Aseguró que hay que derrotar a Donald Trump, «pero primero tenemos que derrotar a Hillary Clinton», proclamó ante un público enfervorizado.
A pesar de las matemáticas, Sanders aseguró que «hay una posibilidad» de superar a Clinton en delegados y después «pelear en la convención» de Filadelfia por los superdelegados. Estos últimos son los compromisarios que el partido envía a la convención y cuyo voto no está comprometido a ningún candidato. Apoyan por mayoría abrumadora a Clinton (524, frente a los 40 de Sanders).
«Vamos a seguir hasta que se deposite el último voto», insistió el senador por Vermont.