De idas y venidas I. Esta semana arribaron a Mar del Plata funcionarios nacionales varios. Quizá las más destacadas fueron las presencias de los ministros de Seguridad de provincia y nación, Cristian Ritondo y Eugenio Burzaco, respectivamente. Fuera de las cámaras y alejado de los micrófonos, Ritondo compartió larga charla con el intendente Arroyo y su secretario y yerno Mauricio Loria. Una vez más en las conversaciones, al citar a Agustín Cinto (coordinador para el programa RIL) surgió la pregunta, en este caso en boca de Ritondo: “¿quién es Cinto?” Da cada día más la impresión de que el recomendado de Juan Aicega no hace pie debidamente en el conocimiento de la dirigencia del PRO, y que su capacidad de llegada a los cuadros mayores no tiene la dimensión que le han atribuido, en particular aquellos que buscan elaborar una grieta en el espacio político local.
De idas y venidas II. Ritondo, que fue muy claro ante una pregunta que buscaba ponderar la situación del intendente Arroyo en materia de seguridad, fue contundente: “el intendente es el secretario de Seguridad, y está a diario en contacto conmigo”. Punto. Ritondo participó de una cena con otros dos comensales del riñón de Arroyo, y partió con la premisa de cerrar equívocos en la relación que él mismo consideró desafortunados. Un dato concreto es que fracasó el intento de nombrar a una persona en el área de comunicación que impulsaba Agustín Cinto, sin más antecedentes que la propia impronta de Cinto. Los que creían percibir un cerco PRO sobre Arroyo y un “coup de force” a la vista, tendrán que fantasear con otra película. A ésta le clausuraron la función.
La pregunta I. En el juicio a los ex y no ex CNU, se debió elaborar un interrogatorio por escrito a los dos integrantes del TOF Mar del Plata que se negaron a asistir al interrogatorio oral. Curioso, cuanto menos, que integrando un tribunal oral y dando cátedra sobre la naturaleza proba de la oralidad, elijan el antiguo método de la respuesta escrita. Claro que mentir por escrito es más fácil que hacerlo in voce cuando la repregunta es la base del método: Falcone y Portela, ante una pregunta del fiscal de cámaras Daniel Adler, señalaron haber sido atacados de manera sistemática por Gustavo Demarchi y un periodista (sin dar nombre) al que querellaron pero que lamentablemente, por imperio de las leyes de libertad de prensa, no lograron condenar.
La pregunta II. Demarchi los cuestionó, comprobable, y siempre lo hizo a derecho. Mienten Sus Señorías al señalar que al periodista no lo pudieron condenar por imperio del marco legal que aúpa la libertad de prensa. En la querella al director de este medio, José Luis Jacobo, no lograron una condena porque todos los hechos denunciados fueron probados debidamente. La libertad de prensa quedó resguardada por los propios jueces en la sentencia y en referencia a las opiniones vertidas. Mentirosos y miedicas.
A propósito. En referencia al fiscal de cámaras Daniel Adler, autor de la pregunta que reveló una vez más la condición de estos dos audaces (Portela & Falcone), hay que apuntar que le rodea un aire poco santo, aun luego de su presencia en el ámbito papal. Hay dos hechos que si toman la categoría de denuncias, pondrían a este aventurero en su lugar. De uno tiene mucho para decir la abogada María Eugenia Montero, funcionaria en la Secretaría de Derechos Humanos, que no ingresa sola en las oficinas de Adler, por ejemplo (si Francisco se notificara, segurarmente se preocuparía…). Y hay otro funcionario judicial que también podría hacer su aporte: se trata de Manuel Rodríguez, exfuncionario de la Fiscalía de Cámaras hasta que emigró a Bahía Blanca, y de allí nuevamente a Mar del Plata, ya en la justicia de provincia. La historia que debería contar ya sin miedo a La Cámpora o a Justicia Legitima terminaría con la impunidad de la que Adler parece gozar.