Dijo que “la deshonestidad es el motor de la pobreza”; reabrió el Museo Casa Rosada, con un carácter plural
El presidente Mauricio Macri formuló ayer una dura crítica a la corrupción del kirchnerismo, a cuyos recientes escándalos calificó de “espectáculos bochornosos”, y aseguró que “la deshonestidad es el motor de la pobreza, la exclusión y la violencia”.
Lo hizo durante un homenaje en la Casa Rosada al fallecido ex presidente Arturo Illia, un emblema de honestidad y austeridad de la UCR, justo en el día del 50° aniversario del golpe militar que lo destituyó.
En un acto que constituyó una señal política de reconocimiento al radicalismo, partido aliado del frente Cambiemos, Macri inauguró también el nuevo Museo Casa Rosada. Se trata de una renovada muestra de piezas y reliquias de todos los presidentes de la historia argentina, ecuánime y menos sesgada ideológicamente que aquella que había fundado la ex presidenta Cristina Kirchner en 2010.
Llamó la atención que la fuerte crítica del jefe del Estado a la corrupción ocurriera el mismo día en que fue imputado por enriquecimiento ilícito un dirigente de su confianza, Néstor Grindetti, intendente de Lanús y ex ministro de Hacienda porteño en la gestión macrista. Pero Macri no hizo referencia a ese escándalo surgido de las revelaciones de los Panamá Papers, por las cuales también es investigado el propio Presidente.
El acto, organizado por el titular del Sistema de Medios Públicos, Hernán Lombardi, se hizo en el nuevo Museo Casa Rosada, en lo que fue el Fuerte de Buenos Aires y la Aduana Taylor. Macri pronunció un discurso de ocho minutos, luego del presidente de la UCR, José Corral.
“Teniendo espectáculos tan bochornosos, hoy más que nunca queremos reafirmar los valores que representó don Arturo (Illia)”, dijo Macri ante su gabinete, gobernadores y dirigentes de la UCR. “Estamos homenajeando a un hombre excepcional, que nos hizo lamentar mucho la derrota democrática de su derrocamiento”, afirmó.
“Demostró que se podía gobernar con honestidad, transparencia, decencia y patriotismo”, señaló. “Lo contrario de honestidad es deshonestidad y es el motor que ha generado la pobreza, la exclusión y la violencia”, aseguró Macri. Además de Corral, estuvieron cientos de dirigentes históricos del radicalismo, como Fernando de la Rúa, Ernesto Sanz, Gerardo Morales, Jesús Rodríguez, Facundo Suárez Lastra, Mario Negri, Ángel Rozas, Enrique Nosiglia, Ricardo Gil Lavedra, la ex dirigente del Frepaso Graciela Fernández Meijide y el constitucionalista Daniel Sabsay, entre otros.
El Presidente hizo un llamado a la transparencia “no sólo a los dirigentes políticos, también a la Justicia, los dirigentes del fútbol, las organizaciones sociales”.
También condecoró a tres oficiales retirados de las Fuerzas Armadas que defendieron a Illia durante el golpe de 1966, que terminó en el gobierno militar de Juan Carlos Onganía: el coronel Heriberto Rodrigañez Ricchieri, y los ya fallecidos general de división Carlos Augusto Caro y general de brigada Eduardo Castro Sánchez.
Sobre el nuevo Museo Casa Rosada, Macri dijo que fue diseñado “con seriedad, con ecuanimidad, respetando la diversidad” de la historia de los presidentes.
Las reformas fueron diseñadas por el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis; su subsecretario, Valentín Díaz Gilligan; el director del museo, Juan José Ganduglia, y el director de Programas Culturales, Luciano De Privitellio. En el guion intervinieron la Asociación Argentina de Investigadores de Historia y la Academia Nacional de la Historia.
Se pueden ver ahora bandas y bastones presidenciales desde Roca hasta Alfonsín; el sillón presidencial de Derqui (1861), conocido como Sillón de Rivadavia; los retratos de Urquiza, Mitre, Sarmiento, Roca y Alvear, Perón y Eva Perón. Además, se exhiben condecoraciones de todas las épocas; el tintero presidencial de sucesivas juras del siglo XX; escritorios de Sarmiento, Avellaneda, Juárez Celman e Yrigoyen, y objetos de Roca, Yrigoyen, Frondizi, Illia, Menem, De la Rúa y Kirchner.
De Menem se muestra su clásico esmoquin; de De la Rúa, su campera de gamuza y una lapicera de oro, y de Kirchner quedó un traje cruzado, la histórica birome Bic y sus mocasines (que originalmente se iban a descartar), aunque no sobrevivió la camiseta de Racing Club con la que jugaba al fútbol en Olivos.