Su figura es evocada a lo largo de diversos actos en los que se destacan la rectitud y honestidad de su conducta
A medio siglo del golpe de Estado contra el presidente Arturo Umberto Illia, su figura es evocada a lo largo de diversos actos en los que se destacan la rectitud y honestidad de su conducta, tanto como los logros obtenidos por su gobierno en materia económica, social y educativa.
En la mañana fría del 28 de junio de 1966, Illia fue desalojado del poder por tres militares y la guardia de infantería de la Policía Federal, que ingresó a la Casa de Gobierno a las 7:30 para echar al presidente de los argentinos.
“Hacia la medianoche, el gobierno estaba reducido al despacho presidencial de la Casa Rosada”, precisó Miguel Taroncher en el libro ‘La caída de Illia’, donde asegura junto a otros autores que el entonces jefe del Ejército, general Pascual Pistarini había dado inicio de las operaciones en la mañana del 27.
Ultimas horas
Ese lunes 27 de junio, Illia viajó a la ciudad cordobesa de Bell Ville para inaugurar una escuela pública, pero al regresar se recluyó en la oficina presidencial de la que no saldría sino por la fuerza bruta al día siguiente.
En la madrugada del 28, cuando se enteró del comienzo del operativo golpista Illia aprobó un comunicado que decía “en mi calidad de comandante en jefe de las FF.AA., he dispuesto el relevo del general Pistarini con el fin de que se defienda el orden constitucional”.
A los pocos minutos, el jefe del Ejército respondió con otro: “El comunicado de la presidencia carece de valor”.
Después del intercambio, a las 5:15 se presentaron en la Casa de Gobierno el general Julio Alsogaray y los coroneles Luis Perlinger y Luis Premoli para sacar del poder político al presidente Illia.
En el tercer intento de desalojo, el jefe de Estado democrático se retiró, pero antes mantuvo un cruce con los conspiradores que a 50 años de aquel diálogo aún resuena impactante.
Fuerte diálogo
Illia enfrentó al general Alsogaray y le dijo “usted es un usurpador que se vale de la fuerza de los cañones y de los soldados de la Constitución”.
El militar volvió a invitarlo a salir para evitar “hechos de violencia”, pero el Presidente respondió “¿De qué violencia me habla? La violencia la acaban de desatar ustedes en la república. Yo he predicado en todo el país la paz, he asegurado en todo el país la libertad. Ustedes no tienen nada que ver con el Ejército de San Martín y de Belgrano. El país les recriminará siempre esta usurpación y hasta dudo de que sus propias conciencias puedan explicar lo hecho”.
A las 6:00 de la mañana, el coronel Perlinger volvió a invitar a Illia a que se retirara, pero recién lo hizo a las 7:30 forzado por la infantería de la policía.
El presidente Illia salió caminando de la Casa Rosada por sus propios medios, acompañado de sus colaboradores, cruzó la calle y como no disponía de auto oficial ni propio, abandonó el lugar en un taxi que lo llevó a la casa de su hermano en la localidad bonaerense de Martínez.
Un día más tarde, Juan Carlos Onganía asumía el poder, un general que había pasado a retiro en noviembre de 1965 y que desde entonces estuvo dedicado a preparar el golpe contra el gobierno de Illia.
Elecciones de 1963
Para acceder al poder, la fórmula de la UCRP obtuvo más del 34 % del total de los votos válidos emitidos (el 25 % del total del padrón electoral), por sobre el 19 % de los sufragios en blanco (impulsados por el peronismo) y el 16,4 % que reunió la UCRI en alianza con la Democracia Cristiana.
El presidente radical se hizo cargo de sus funciones en medio de la fuerte convulsión política e institucional que siguió a la caída de Arturo Frondizi, con el peronismo proscripto y con el partido militar acechando desde los cuarteles.
La supuesta debilidad de origen que le endilgaban muchos de quienes alentaron el golpe del ’66 quedó desmentida con la contundencia y eficacia de su acción de gobierno.
El gobierno de Illia obtuvo logros que fueron reconocidos incluso por sus detractores: la renta nacional aumentó el 10,3 % y 9,2 %, en los años 1964 y 1965, disminuyó el gasto público y se redujo el déficit presupuestario sin que eso significara el deterioro de la obra pública y los servicios estatales.