La han calificado como “la mujer más peligrosa de la política británica” y, sin embargo, nunca ha ocupado un asiento en el Parlamento de Westminster en Londres. También ha sido descrita como la política que quiere acabar con la unión de Reino Unido.
Lo cierto es que Nicola Sturgeon, la líder del Partido Nacional Escocés (SNP), ha emergido como una de las principales figuras de la política británica, sacudida por los efectos del referéndum sobre la salida de la Unión Europea (UE) realizado el pasado 23 de junio, conocido informalmente como Brexit.
Los resultados de la consulta han tenido gran repercusión sobre la dirigencia política de la nación europea, empezando por el primer ministro británico, el conservador David Cameron, quien anunció su dimisión pocas horas después del plebiscito.
Sturgeon parece navegar con sobriedad y firmeza en las aguas turbulentas de la consulta sobre el Brexit, en la que los escoceses expresaron una voluntad mayoritaria de permanecer en la UE (62%).
“La ministra principal de Escocia ha aprovechado la oportunidad para hacerse ver como el único adulto en el salón“, escribió la editora de BBC Escocia Sarah Smith.
“Mientras los dirigentes laboristas y conservadores juegan cricket, pasan el rato en Glastonbury o se esconden de la vista pública, Nicola Sturgeon se puso los tacones de poder y se hizo cargo de la situación“, añadió.
Sturgeon asumió los resultados del Brexit como un mandato de sus electores para buscar la permanencia de Escocia dentro de la Unión Europea, para lo cual ha dicho que realizará los esfuerzos que sean necesarios.
Aunque lidera un partido que aboga por la independencia de Reino Unido, Sturgeon no ha querido apresurarse a pescar en el río revuelto del descontento causado por el Brexit entre los votantes escoceses que resienten la posibilidad de abandonar la UE en contra de su voluntad.
La dirigente ha asomado con cautela varias opciones, incluyendo la posibilidad de que el Parlamento escocés intente bloquear el Brexit o se busque alguna fórmula para permanecer en la UE, pese a la salida británica.
Ello podría obligar -aunque no necesariamente- a un segundo referéndum sobre la independencia escocesa, como el celebrado en 2014.
Mientras en Londres buscan la fórmula para ejecutar el Brexit, Sturgeon tiende puentes con la UE.
“Buscaremos entrar en conversaciones inmediatas con las instituciones de la UE y otros estados miembros para explorar todas las opciones posibles para proteger el lugar de Escocia en la UE”, anunció.
También ha revelado que ha sostenido conversaciones con el primer ministro de Irlanda y con los gobiernos de otros estados miembros de la UE.
Para no avanzar en la oscuridad, este martes designó un grupo de 18 expertos -incluyendo políticos, economistas y expertos en derecho constitucional- para que la asesoren en la ruta a seguir tras el referéndum británico.
Un ascenso lento
Sturgeon asumió el cargo de ministra principal de Escocia en noviembre de 2014, pero su ascenso en política no ha sido meteórico.
Como dijo Ian Jack, comentarista del periódico The Guardian, “Sturgeon ha trabajado la mitad de su vida para convertirse en un éxito de la noche a la mañana”.
Nació en 1970, en Irvine, y estudió leyes en la Universidad de Glasgow. Para 1992, el año en que se graduó, –cuando ya llevaba seis años como miembro del SNP– fue elegida candidata parlamentaria, la más joven que había sido nombrada en ese país.
Sturgeon llegó al partido por la Campaña para el Desarme Nuclear (CND). Hoy,eliminar el armamento nuclear británico sigue siendo una de sus políticas.
En 1992 se presentó sin éxito a las elecciones generales, pero en 1997 obtuvo un escaño cuando el gobierno en Londres acordó establecer el Parlamento de Escocia y se llevó a cabo la llamada “devolución” de poder a ese territorio, un proceso en el que se le otorgó cierta autonomía en sus asuntos domésticos.
De 2007 a 2014, cuando Alex Salmond era líder del SNP y ministro principal de Escocia, Sturgeon fue viceministra principal. Y cuando Salmond renunció tras el fallido referendo para la independencia escocés, Sturgeon fue elegida su sustituta.
Bajo su liderazgo, el SNP ha ganado más de 100.000 nuevos miembros, cuadruplicando su tamaño.
Durante la campaña a las elecciones parlamentarias de 2015 prometió una y otra vez “revolucionar y reformar” el cansado “sistema de Westminster”.
Pero el primer signo de cambio no lo dieron los políticos sino los electores que convirtieron al SNP -un partido nacionalista y de izquierda- en la tercera fuerza en Westminster detrás de los conservadores y laboristas.
En las últimas elecciones escocesas en 2016, el SNP logró la victoria por tercera vez, aunque perdió la mayoría absoluta de la que disfrutaba.
Tranquila y despiadada
En sus primeros días de líder la describían como “demasiado seria” e incluso “irritable”. De hecho, en la campaña de 2004, repartió dulces a los periodistas presentes en una broma para burlarse de esas referencias.
Ahora los comentaristas usan varios términos para describirla: susceptible, inspiradora, sincera, tranquila, y totalmente despiadada.
“El SNP se presenta a sí mismo como un Gran Movimiento, además de un partido” decía Ian Jack en The Guardian. “Es un movimiento, un partido y un gobierno, tres cosas dirigidas por una mujer reconocida por mucha gente en Escocia como alguien típico entre ellos mismos. Accesible, igualitaria, identificable y alguien con sentido común”.
La gran pregunta ahora es si realmente Sturgeon pasará a la historia como la mujer que logró mantener a Escocia en el seno de la UE.
La votación mayoritaria en todas las regiones de Escocia a favor de la permanencia en la UE y la decisión de los británicos de irse del bloque crean una coyuntura que podría favorecer un nuevo referendo de independencia.
Sturgeon dijo que es “muy probable” que haya una nueva consulta sobre el tema, pero juega sus cartas con cuidado.
“Ella busca avanzar de forma lenta y segura. No está ansiosa por llegar a un referendo inmediato sobre la independencia. ¿Por qué? Porque teme perderlo”, comentó el editor político de BBC Escocia Brian Taylor.
“Sturgeon, tal como ha dejado claro, quiere más evidencia de que los ciudadanos de Escocia están listos esta vez para apoyar la independencia. Por eso, ella quiere tiempo. Necesita tiempo”, agregó.
El reloj avanza. En Edimburgo, en Londres y en Bruselas.