Usando tecnología 3D, especialistas de la Universidad de Quilmes trabajan en la reproducción de un mítico dispositivo astrológico descubierto en un naufragio.
Un proyecto de la Universidad Nacional de Quilmes, liderado por Christian Carman y Marcelo di Cocco, utilizó la tecnología 3D para digitalizar una rudimentaria computadora de bronce de más de 2.500 años de antigüedad descubierta hace alrededor de un siglo en Grecia. Con este experimento virtual se pudo probar la capacidad del dispositivo para medir la distancia entre la Luna, el Sol y la Tierra, así como las fases lunares.
La pieza original, una verdadera joya de la arqueología, se encuentra en el Museo Nacional de Atenas y fue descubierta alrededor de 1900 en un antiguo naufragio cercano a la isla griega de Anticitera, razón por la que se la conoce como mecanismo de Anticitera. El artefacto, que nunca ha salido del mencionado museo, es considerado la primera computadora del mundo y está formado por engranajes analógicos y cuerpos esféricos que simulan el sistema solar. Esto permite predecir posiciones astronómicas, eclipses y la fecha exacta de seis certámenes griegos antiguos: los Juegos de Olimpia, los Juegos Píticos, los Juegos Ístmicos, los Juegos Nemeos, los Juegos de Dodona y los de la isla de Rodas.
El artefacto está siendo estudiado por profesionales de la astrología desde hace más de cinco décadas y el equipo argentino, mediante el estudio de fotografías y tomografías, pudo llevar a cabo una investigación sobre el mecanismo a miles de kilómetros de distancia. Hoy aseguran que las imágenes tienen “más resolución” que lo que uno podría ver a simple vista en el mecanismo original.
Di Cocco, diseñador de la digitalización, destaca que el mecanismo es una computadora de cuerpos celestes que hoy “no serviría como entonces” pero que es de inestimable utilidad para comprender “cómo entendían ellos el mundo”. Tanto es así que, junto con su colega, fantasean con la posibilidad de que podría haber sido confeccionada por el gran matemático antiguo Arquímedes, quien dijo la histórica sentencia “¡Eureka!”.
El desarrollo argentino devela “un capítulo de la astronomía de la Antigua Grecia que no se conocía”, detalla Carman, ya que el mecanismo “sigue una teoría heliocéntrica”, algo que los estudios anteriores no habían podido demostrar con exactitud. La teoría heliocéntrica estipula que los cuerpos celestes (planetas, entre ellos) se mueven alrededor de un Sol estático.
“El mecanismo estuvo dormido durante miles de años, bajo el mar, junto con esculturas y piezas de joyería muy complejas. Investigar todo el conjunto encontrado en el barco hundido nos ayudó a comprender el tipo de tecnología que se empleaba en la Antigua Grecia”, expresó Di Cocco. Sin embargo, el mecanismo tiene una serie de engranajes de “tamaño muy reducido”, lo que supuso la “limitación” más grande en cuanto al uso de la tecnología 3D.
¿Cómo es posible que hace miles de años inventaran una tecnología que hoy por hoy no es posible reconstruir? Hacerse con una copia física de la máquina podría ayudar a responder la pregunta. Por eso, con la ayuda de impresoras 3D, los dos argentinos esperan reconstruirla en “dos o tres años”.