La firma MZP, creada por Nadim Morhell, Darío Antonio y Hernán Pastoriza, tres doctores en Física del Instituto Balseiro, fue una de las cuatro startups elegidas por Singularity University para participar de un programa de aceleración de negocios innovadores con impacto global.
Los tres científicos trabajan juntos en el laboratorio del Centro Atómico Bariloche y decidieron crear un emprendimiento este año, a partir del desarrollo de un micro-sensor que mide la viscosidad sanguínea y permite la prevención de problemas circulatorios.
El grado de innovación del dispositivo (no existe en el mundo un método de diagnóstico temprano para la hiperviscosidad sanguínea) y su posible impacto global (ya que podría utilizarse como marcador de riesgo cardiovascular para la población) motivaron la elección de esta start up argentina por parte de este centro académico patrocinado por Google y la NASA. De regreso del programa de incubación, que duró 8 semanas en la sede de Singularity en Sillicon Valley, Pastoriza contó a El Cronista que “fue una increíble oportunidad de contactarnos con especialistas en negocios, inversores y otros emprendedores.enfocados en solucionar problemas globales a través de la tecnología, como encontrar un tratamiento para el ACV, cultivar alimentos en marte o fabricar instrumentos quirúrgicos y elementos cotidianos para asistir a la población en zonas de desastre”.
De todos modos, el mayor aprendizaje que se llevaron los científicos fue “cómo plantear un negocio de alto impacto global. Porque nosotros podemos desarrollar una excelente tecnología, pero lo importante es saber si alguien está dispuesto a adoptarla y cómo hacerla accesible al mercado”, destacó el co-fundador de MZP, junto a dos de sus ex alumnos.
“Somos una empresa con diversidad generacional”, bromea Pastoriza, de 51 años, quien fue director de tesis de sus dos socios y ex alumnos: Morhell, de 30 y Antonio, de 40. “Sin embargo, como los tres tenemos cabeza científica nos faltaba un poco de capacitación en negocios, y eso fue lo que encontramos en Singularity”, confiesa.
La inquietud que disparó el desarrollo del microviscosímetro fue la pregunta que una neonatóloga del hospital infantil de Bariloche acercó en 2009 al Balseiro.
“Nuestro proyecto está patentado y la propiedad es de Conicet y Conea porque el desarrollo se hizo aquí -aclaran los emprendedores-. La idea de armar este emprendimiento fue hacer la explotación comercial del desarrollo, fabricando los equipos e insumos, y venderlos a hospitales y clínicas. El proyecto se encuentra actualmente en etapa de ensayos pre clínicos, y dentro de 18 meses podría llegar al mercado.