Crónica boba de una opereta menor

tap985

Mario Marchioli, presidente del EMTUR, participaba de un evento nacional en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires cuando recibió un mensaje que requería su atención: el coordinador del Gabinete municipal Agustín Cinto le pedia reunirse a solas en el Jockey Club de Capital, para tratar un asunto de gobierno de la más alta importancia.

A su arribo a la más que centenaria institución, Marchioli recibió una clara señal de poder. Cinto es socio del Jockey, sitio adonde los no socios pueden ingresar sólo por invitación de un miembro. Marchioli estaba invitado, así lo indicaba el sistema informático al presentarse y recibir la indicación de que el socio (Cinto) ya se acercaba para recibirlo.

En el café compartido, Marchioli recibió la información de que su participación es clave para que la elección de medio término de 2017 tenga éxito en General Pueyrredon. Agustín Cinto desgranó un largo discurso plagado de alabanzas hacia Marchioli: su historia, su impronta, su don de gentes, bla, bla, bla. Tal como reza el dicho, la limosna era enorme, y obvio que daba para desconfiar. Finalmente, el coordinador de Gabinete, aduciendo un deseo expreso de la gobernadora María Eugenia Vidal, le pidió que se aviniera a renunciar para permitir que accediera al cargo la socia de Mariel Fornoni en la consultora Managment & Fit, Mariana Fourtel. La moneda de cambio que Agustín Cinto ofrecía a Marchioli era un cargo en el ámbito que él eligiera en el Estado. De ese modo, Cinto se colocaba no sólo por encima del intendente Carlos Fernando Arroyo, a la par de la gobernadora Vidal, sus deseos y preocupaciones más íntimas, sino que ofrecía colocación laboral en cualquier área bajo control de Cambiemos.

Por las mismas horas en que Cinto desplegaba su acción de poder autónomo, fui convocado por un socio o compañero de ruta de Fornoni/Fourtel para anunciarme que el cambio ya estaba cerrado y sólo hacía falta hacerlo público. La motivación del cambio fue justificada en un discurso que apunta a ver la temporada alta como un espacio político que, de no considerarse con el rigor que se debe, hace peligrar la elección 2017 para el oficialismo. Hay una unidad de criterio total en ese sentido, y se puso en evidencia tanto en la línea que Cinto le bajó a Marchioli como en el “espích” que escuché de parte del supuesto reemplazo.

Sin embargo, todo se precipitaría por la publicación en El Marplatense de la sustitución como un hecho consumado. Porque Marchioli no estaba en principio muy convencido de que valiera la pena dar una batalla política por este cargo: tiene una vida más que hecha, una situación familiar compleja por cuestiones de salud, etc. Pero resulta que quien volcó la balanza fue el intendente, en una reunión en la que le dio todo su respaldo a Marchioli y le pidió que diera a los medios una declaración confirmando dicho respaldo.

Una crónica boba acerca de las acciones mínimas de quienes creen que el poder se construye mirándose el ombligo autosatifactoriamente, dándose palmaditas unos a otros y elogiándose su inteligencia y astucia. Una opereta menor, tan menor que termina estallándoles en las manos antes de tiempo.