Se basa en potenciar sectores competitivos de la economía y ayudar a una transición a los que no lo sean. Buscan modificar la tendencia negativa de la confianza del sector privado.
Mauricio Macri le dio la orden al gabinete económico de “cambiar la tendencia negativa de la confianza” y algunos de los principales ministros del Ejecutivo ya piensan en un “Plan Australia”. La idea es trabajar en la competitividad de la economía argentina y pensar un plan de crecimiento a corto, mediano y largo plazo, tomando a ese país como ejemplo. Según los impulsores del proyecto, Australia sería un muy buen caso para que se puedan tomar enseñanzas, ya que pasó de décadas de concentración en la producción primaria y dependencia extrema de las importaciones del exterior de su territorio durante las décadas del 70 y del 80 a una economía competitiva, abierta e industrialmente desarrollada. Y que, además, en la actualidad presenta índices de pleno empleo, alta demanda de sus exportaciones y un nivel de ingresos similar a la de cualquier país desarrollado.
Entre otros trabajan sobre el proyecto el secretario de Gabinete, Gustavo Lopetegui, y el secretario de Coordinación Interministerial, Mario Quintana; dos funcionarios que, en teoría, se encuentran por encima de todos los ministros y responsables de las áreas económicas y financieras del gabinete nacional, pero que desde el principio de la gestión de Mauricio Macri deben pensar un plan de desarrollo para el PRO. Se sabe en la Casa Rosada que precisamente esta es una de las grandes falencias que al menos el público encuentra en el Gobierno: la falta de un plan concreto de mediano y largo plazo que muestre claramente por qué el futuro económico del país será mejor que el presente; y que, lo fundamental, convenza a los ciudadanos que los sacrificios ajustadores de estos tiempos tienen que ver con la necesidad de plantear las bases del crecimiento futuro. En otras palabras, hacer renacer la confianza en el plan económico macrista; quizá, hoy por hoy, el mayor problema del Gobierno ante el sector privado.
“Nadie va a invertir si no sabe si esa inversión en el futuro traerá resultados. Y hoy no se sabe si una inversión en un sector industrial determinado conviene o no. Por eso están tan remolones los empresarios para invertir”, aseguraba a este diario una alta fuente del Gobierno. Afirmaba también, justificando la posición de los privados, que “el conflicto por los aumentos de tarifas tiene que ver con todo esto, con la falta de previsión para los empresarios. Si no saben ni siquiera qué tarifas van a pagar este año, como les hablamos de inversiones para el largo”. Para el Gobierno, todo tiene que ver con la caída en los índices de confianza (una variable en la que muchos macristas creen aún más que en las variables coyunturales de crecimiento y producción); y se asegura que la presentación de un próximo plan de desarrollo podría ser el comienzo de una nueva etapa.
¿Por qué Australia? Muchos en el PRO, aún en los tiempos de trabajo electoral de la Fundación Pensar, tenían la historia económica reciente del estado oceánico como un faro a estudiar y analizar. Se considera que ese país pasó de una economía productiva muy similar a la de la Argentina actual, a un estado de desarrollo del primer mundo con una concepción que podría imitarse en el país: concentrarse en los sectores donde el país sería competitivo a nivel mundial, ayudando a una transición en aquellos rubros donde la cantidad de subsidios que deben destinarse para su supervivencia demandan un esfuerzo fiscal que bien podría utilizarse en obras de infraestructura que ayuden a los primeros. Si bien no se habla de sectores industriales concretos que deberían desaparecer en el tiempo, se menciona a aquellos que en el mediano o largo plazo no podrían ser sustentables ante la demanda interna de productos importados. Se menciona como los rubros donde el país potencialmente podría ser competitivo en el tiempo a la agroindustrial, el petróleo y sus derivados, la siderurgia especializada, la energía ecológica, químicos, biotecnología y la industria automotriz, entre otros. También se habla de potenciar economías regionales y sectores clave del interior del país. Se considera, con entusiasmo, que si el proyecto funciona, a mediano plazo quedará olvidado el debate sobre el tipo de cambio.