Leonardo Alfaro tenía 31 años y una hija de tres. Nació en Bahía Blanca, pero murió en Gregorio de Laferrere.
Bahía Blanca era su lugar en el mundo, pero el destino -o el uniforme- lo llevó hasta una de las zonas más calientes del Conurbano: el partido de La Matanza. Esta madrugada participó de un operativo que no parecía de riesgo; menos aún para él, que formaba parte del Grupo Halcón, la división de élite y mejor preparada de la Policía de Buenos Aires.
Leonardo Alfaro Llanos tenía 31 años. Lo mataron de un disparo en la cabeza durante un allanamiento en la casa de un hombre acusado por un delito menor: “amenazas agravadas”. El policía era oficial subinspector. Hacía ocho años que prestaba servicio en la fuerza.
Alfaro, que además era padre de una nena de tres años, cayó en servicio. Fue a las cinco de la madrugada en un domicilio de la calle Ezeiza 6555. La abuela del atacante lo había denunciado y la fiscalía descentralizada de Gregorio de Laferrere convocó al Grupo Halcón.
Parecía un hecho menor. Pero la tragedia se desató cuando el joven que vivía allí recibió a los tiros a los policías. Alfaro recibió un disparo en la cabeza que le provocó la muerte casi de manera instantánea. A otro efectivo lo salvó el chaleco antibalas. En el enfrentamiento también murió el agresor, de 22 años y con antecedentes penales por robo en varias de sus modalidades.
Con la muerte de Alfaro, ya son 15 los efectivos de las distintas fuerzas de seguridad asesinados en lo que va del año en el área metropolitana.