El negocio con los ‘borrachos’ sioux

Cinco millones de latas de cerveza vende cada año el pueblo fronterizo de Whiteclay a los sioux.

tienda-de-licores-usaYa al mediodía se sientan Louis y su tío frente a la pequeña tienda. Con los ojos hundidos, los dos hombres balbucean. Se nota su adicción. Louis se llama en realidad Luois Junior Swift Bird. Pertenece a la tribu de los sioux, que posee una reserva en la parte sur de Dakota del Sur.
Louis camina todas las mañanas los cuatro kilómetros por la frontera hasta Whiteclay, un pueblo de Nebraska que oficialmente solo cuenta con 14 habitantes y que se compone prácticamente de cuatro negocios de venta de bebidas alcohólicas. En la reserva está prohibido el alcohol.
El 85% de los habitantes de la reserva no tiene trabajo. Carecen de perspectiva y a la pregunta sobre su presidente, John Yellow Bird expresa: “Vivimos en condiciones tercermundistas”. Louis lo refleja de cierto modo en su día a día. A menudo algún conocido le da un par de dólares y se compra una lata de cerveza.
A las 12 del mediodía llega un autobús azul. Voluntarios de una obra misionera cristiana descargan bocadillos y botellas de agua. Alrededor de 20 sioux se reúnen frente al vehículo. Y antes de disfrutar de la comida, tienen que hacer un círculo, cogerse de las manos y rezar. Se trata de una escena absurda que tiene lugar en Whiteclay.
Y esto es un debate político. El presidente Steele se preocupa por su pueblo y quiere que se prohíba en Whiteclay la venta de alcohol. Ya ha dado los primeros pasos con éxito: ya no hay bares ni bebidas alcohólicas fuertes.
Aunque a Nebraska no le interesa continuar regulando la venta. Las cuatro tiendas venden cinco millones de latas de cerveza cada año. Unos 400.000 dólares van a parar cada año, en concepto de IVA, a las arcas del Estado. Los propietarios de las tiendas también dependen de los adictos sioux para su negocio. Gente como Dan y Clay perderían su sustento de vida si los habitantes de la reserva no compraran más cerveza. Solo dicen: “Todo aquel con más de 21 años de edad puede decidir por sí solo si quiere o no comprar cerveza”.