Se llama Maanasa Mendu y, a sus 13 años, acaba de ser convertirse en la estadounidense más joven en desarrollar energía renovable.
Pero lo más destacable de la proeza de esta adolescente es que el invento que ha creado permite hacer la energía solar y eólica muy asequible: producirlo tan sólo cuesta US$5.
Su ingenio le ha valido el primer premio del concurso de jóvenes talentos científicos de EE.UU. Discovery Education 3M Young Scientist Challenge, valorado en US$25.000.
Energía vibratoria
“El dispositivo captura energía que está constantemente disponible en nuestro entorno -como energía vibratoria generada por el viento- para generar energía limpia”, explicó la joven en el programa Newsday de la BBC.
El aparato se llama “Harvest” (cosecha) y funciona a través a unas “hojas solares” que son capaces de obtener energía de las precipitaciones, el viento y el sol, gracias a unas pequeñas celdas solares.
Al principio, su idea era enfocarse únicamente en la energía eólica, pero con ayuda de su mentora, la ingeniera Margaux Mitera, descubrió que podría aprovechar también otro tipo de energía natural.
Esa energía vibracional se transforma en energía renovable gracias a un material piezoeléctrico que va conectado al aparato.
La instalación es bastante rudimentaria, pero logra su objetivo de producir energía limpia de forma muy económica.
La captura de energía vibratoria no es nueva, pero el interés ha crecido enormemente en los últimos años y se prevé que pueda ser una forma de lidiar con el problema del abastecimiento energético a largo plazo.
Y, ahora que ha ganado el concurso, la joven quiere desarrollar un prototipo más complejo que pueda llegarse a comercializar.
Un problema global
Mendu recuerda que tuvo la idea durante su último viaje a India.
“Cada verano, mi familia, que es india, tiene que convivir con persistentes apagones”, dijo Mendu.
“Para mí, personalmente, eso significa no tener acceso (temporalmente) al aire acondicionado o a la electricidad. Pero para más de un quinto de la población mundial la oscuridades una realidad permanente”.
La muchacha dice que “quería desarrollar un sistema de iluminación que pudiera solucionar ese problema”.
“Lo que realmente me motivó a participar en este concurso fue la idea de crear un aparato que pudiera impactar al mundo”, señala.
Y ese es precisamente el espíritu de la competición, según declaró Bill Goodwyn, el director ejecutivo de Discovery Education, la organización detrás del proyecto.
“Cada año, este concurso nos recuerda la inspiradora ingenuidad que resulta cuando capacitamos a nuestra generación más joven para aplicar la ciencia, el pensamiento crítico y la creatividad para resolver problemas del mundo real”, dijo Goodwyn.
Mendu compitió con otros nueve finalistas que pusieron de manifiesto cómo el talento joven puede cambiar el mundo.
Entre los proyectos participantes había bacterias que generan energía, un sensor para ayudar a personas con discapacidades físicas, un simulador de reanimación cardiopulmonar y un aparato para controlar la polución.