Presentaron un equipo de lectura para ciegos y un kit que detecta bacterias. Ahora hay que votar al ganador.
Un dispositivo de lectura para las personas ciegas y un kit para la detección de bacterias que causan enfermedades infecciosas son los dos proyectos argentinos entre los diez semifinalistas de un concurso internacional que busca encontrar una idea original que sirva para cambiar la historia. Noches sin dormir y años de trabajo para el gran objetivo de poder obtener el primer premio que será de 60 mil dólares. Para eso los dos grupos de jóvenes necesitan del voto de la gente para quedar quedar entre los cinco primeros y competir en la final.
“Una idea para cambiar la historia”, así se denomina el concurso que realiza el canal de televisión History Channel en el que se premia y se reconoce a aquellos emprendedores que buscan una solución para algunos de los problemas cotidianos de la sociedad.
Dos de los proyectos seleccionados entre los 10 semifinalistas – de 5800 ideas presentadas de toda Latinoamérica- son argentinos y los dos buscan mejorar la calidad de vida de las personas. Uno de ellos se llama “Colifinders” y lo que creó este grupo de cinco jóvenes estudiantes de Bioquímica y tres profesores de la Universidad de Buenos Aires es un kit que permite detectar de forma rápida la presencia de bacterias patógenas dañinas como la Escherichia coli enterohemorrágica, que causa el Síndrome Urémico Hemolítico.
“Esta bacteria es la que se encuentra en los alimentos crudos o mal cocidos como carnes o lácteos, o en vegetales mal lavados. Argentina tiene el registro más alto de esta enfermedad en el mundo, con 500 casos nuevos por año, de los cuales el 10 por ciento termina de manera mortal”, cuenta Agustina Toscanini, una de las integrantes del equipo.
La idea -relatan- surgió para un trabajo de la facultad hace poco más de un año, pero mientras estudiaban y mejoraban la técnica descubrieron que la idea podía ir más allá de las paredes de la Universidad: “El método tradicional para detectar esas bacterias demora unos tres días, nosotros encontramos la manera de hacerlo en horas. Eso es muy importante porque la mayoría de las causas de muerte se producen por un diagnóstico tardío de los médicos”, agrega Agustina.
“¿Qué haríamos si ganáramos el primer premio? Terminaríamos de manera definitiva el kit y lo produciríamos a gran escala. Lo llevaríamos a todos los hospitales y, principalmente, a las salitas rurales del interior del país, donde más casos se producen y más difícil es de detectar”.
El proyecto ganador recibirá un premio de 60.000 dólares, mientras que habrá 40.000 para el segundo, 20.000 para el tercero y 10.000 para el cuarto y el quinto. En la edición pasada quien ganó el primer puesto fue el argentino Gino Tubaro, el chico de 21 años que fue por premiado por haber creado prótesis para manos con impresoras en 3D.
Quienes también buscan ser su sucesor en la competencia son los chicos de “Procer”, un dispositivo portátil creado por un grupo de cuatro amigos cordobeses ingenieros estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba, capaz de convertir texto impreso en sonido -en voz- para personas no videntes, con capacidades visuales disminuidas o disléxicas.
“Se nos ocurrió mientras estudiábamos en un bar y pensábamos en cómo hacían los no videntes para poder estudiar como nosotros. Este aparato scanea el texto y lo transforma a voz en segundos. Les puede cambiar la vida a mucha gente”, dice José Ribodino (30), Co-creador del proyecto. El dispositivo es portátil, un poco más grande que un celular y no necesita de conexión a Internet; reconoce cualquier tipo de texto impreso como libros, diarios, revistas, extrae la información relevante de facturas de servicios y detecta en tiempo real la denominación de los billetes.
“Conseguir pasar a la final para nosotros es importantísimo porque queremos llegar a la mayor cantidad de gente posible, no solo porque el proyecto crece sino porque nos llena de nuevas ideas a partir de las respuestas de los usuarios”. Es que para ellos la clave es escuchar: “La idea original fue nuestra, pero todo lo que vino después, con las modificaciones, fue por el aporte de los que de verdad le van a dar uso”.
José cuenta que uno de los prototipos ya lo tienen terminado y para eso lo probaron con más de 50 personas: “Trabajamos de manera exclusiva para este proyecto más de 10 horas diarias. Dejamos de lado cumpleaños, salidas con amigos. Muchas de las cosas que hacen personas de nuestra edad. Pensamos que ya con pasar a la final podríamos lanzarnos ya a producirlo de manera industrial. El objetivo es que sea accesible para todos”.