Informe PISA: Los profesores y la escuela rural, claves del éxito de Castilla y León

La región más extensa de España, Castilla y León, es la primera en la clasificación nacional de las pruebas PISA. Sus puntuaciones están por encima de la media de la OCDE desde que entró en 2003 en el gran examen internacional. La Consejería de Educación dio un giro a la formación de profesores en 2008, a los que sitúa en el centro del éxito. Tiene además una alta tasa de escuelas rurales, donde los alumnos aprenden casi “como si recibieran clases particulares”.

Centenares de analistas pasarán los próximos meses escrutando los porqués de los resultados de la última edición del informe PISA, la evaluación de educación más conocida del mundo. El Ministerio de Educación español —“muy satisfecho” con unos resultados nacionales que apenas han variado en 15 años y la sitúan en mitad de la tabla de los países evaluados—, mirará con lupa el caso de Castilla y León, una región en la que también gobierna el PP y que se ha convertido en el paradigma del éxito.

Es la primera de España en ciencias (la materia que pesa más en esta edición) y en comprensión lectora y ocupa el segundo lugar en matemáticas, por detrás de Navarra. Y todo pese a no ser una de las regiones más ricas (tiene 1.300 euros menos de renta que la media nacional) ni de las que más invierte en educación (aunque está casi mil euros por encima de la media en gasto por alumno).

 

Las principales claves de un buen resultado sostenido en el tiempo —desde 2003 está por encima de la media de la OCDE y de España y ha mejorado 23 puntos en comprensión lectora y 17 en ciencias— son la formación del profesorado y la “enorme calidad” de la red de escuelas rurales públicas, “con una ratio de profesores y alumnos tan baja que parece que están dando clases particulares”, según el consejero regional de Educación, Fernando Rey. Añade que en la parte del currículo que controla la región, se ha optado por reforzar materias troncales en las que se fija PISA, como lengua o matemáticas. “Lo que hacemos es aplicar seriedad, trabajo y rigor. Y todo eso sostenido en el tiempo”, explicaba este miércoles Rey a EL PAÍS, con el teléfono echando chispas y atendiendo entrevistas sin parar como si fuera una estrella de rock.

En línea con Finlandia

Entre los escolares castellanoleoneses y los andaluces hay curso y medio de diferencia en los resultados de PISA. Su rendimiento los sitúa en línea con algunos de los primeros del mundo: Singapur, Japón, Canadá, Finlandia o Corea del Sur.

Distintos analistas coinciden en que es complicado determinar las razones concretas de las diferencias por países o regiones, máxime cuando en lugares como España las mayores diferencias se dan incluso dentro de los propios centros.

Pero Castilla y León se ha centrado en una de las cuestiones clave que sí citan todos los informes internacionales: la calidad del profesorado. Fuentes de la OCDE señalan que tienen un sistema “muy exigente” para formar a sus maestros. El consejero lo ilustra con un ejemplo: “Hay oposiciones en las que se quedan plazas vacantes”.

En 2008 cambiaron el plan de formación de profesores, al que destinan 750.000 euros de un presupuesto que ronda los 1.800 millones anuales, según datos de la consejería.

El último informe PISA, en el que participaron por primera vez todas las comunidades autónomas españolas con una muestra propia, ha constatado la brecha de resultados por regiones. El Ministerio de Educación asegura que está estudiando “con detenimiento” los datos del informe y las políticas de las diferentes comunidades autónomas para ver “qué medidas se podrían implementar para paliarlas”.

Algunos de los especialistas que llevan años analizando este informe aseguran que las claves de esa brecha hay que buscarlas en el siglo XIX. Así lo señalan el profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna, José Saturnino, y el catedrático de Sociología de la Complutense, Julio Carabaña, autor del informe Las diferencias entre países y regiones en las pruebas PISA. En este trabajo, Carabaña reflejaba que las regiones que en 1860 tenían las tasas más bajas de alfabetización (Andalucía, Baleares, Extremadura, Canarias o Murcia) son las mismas que obtienen peores resultados en el informe de la OCDE. “En Castilla y León, la demanda de la escuela superaba la oferta en esos años, mientras que en Andalucía sobraban plazas”, ejemplifica.

Lo mismo considera Miguel Recio, responsable de estudios estadísticos de CC OO. “El millón y medio de analfabetos que había en España en 1978 se repartían entre esas mismas regiones. No estaban en zonas con sector industrial como Cataluña o País Vasco”. Respecto al caso de Castilla y León, Recio recuerda que “siempre ha tenido un cuerpo importante de funcionarios. El capital humano no se construye en unos años, trasciende generaciones”.

Tienen tres centros de formación específica para docentes. Uno centrado en tecnologías de la información, otro en aprendizaje de lenguas y un tercero en el que preparan a los funcionarios de alto nivel: inspectores y equipos directivos. En 2010 iniciaron un plan para liberar a sus docentes la mitad del horario escolar y ponerlos a enseñar a otros, un modelo que llaman maestros colaboradores. Y promueven intercambios con profesores de otros países, como Canadá. El sindicato CC OO, no obstante, critica que este plan “es muy deficitario, sobre todo en bilingüismo”, afirma la portavoz de esta central en Castilla y León, Nuria Benito, que pide además que se revise la tasa de profesores interinos que afecta a uno de cada cuatro docentes, según sus estimaciones.

Implicación familiar

Castilla y León, con un 30% de escuela concertada, no refleja una diferencia importante entre esos alumnos y los de la pública. Tampoco hay un efecto significativo sobre los resultados de sus alumnos repetidores. Están en la media de España, que con un 31% de repetidores, es el noveno país de los analizados por la OCDE. Pero eso no ha lastrado sus resultados.

Uno de cada tres centros de la región es una escuela rurale. Durante la crisis, Castilla y León no cerró centros de este tipo ni aumentó el número mínimo de alumnos por profesor —la ratio es de cuatro estudiantes por docente—, como sí hizo Castilla-La Mancha en 2012, con el anterior Gobierno regional del PP. La federación de familias de la escuela pública “agradece el esfuerzo económico” que ha supuesto mantener esas escuelas abiertas que, según la consejería, son ahora una de las claves de su éxito.

El consejero señala también que la enseñanza de su región cuenta con “una importante implicación” de los padres de los alumnos, algo que corrobora el presidente de la federación de familias de la pública, José Antonio Felipe. “Estamos muy pendientes de lo que ocurre en los centros y con muy buena comunicación con los profesores”, señala. Su comunidad ha sido, por ejemplo, la única que ha consensuado en el Consejo Escolar autonómico —donde participan familias, profesores y la Administración, entre otros— un plan para racionalizar los deberes escolares.

“No podemos decir que hayamos dado un revolcón pedagógico ni que tengamos fórmulas mágicas. Conseguimos resultados similares a Finlandia pero no hacemos cosas revolucionarias, es todo simple sentido común”, resume el consejero.