Violando a Maria

“Si la penetración fue real o no, es casi anecdótico”. Esta frase, tomada de una petición en la red Change.org, que ha sumado casi 10.000 firmas, resume a la perfección la actitud con la que hoy se trata en las redes sociales un asunto de violación. Ya no importa la verdad. Sólo importa defender una causa: denunciar las violaciones. Si han ocurrido o no es lo de menos.

Por Ilya Topper

La citada petición arremete contra la actitud del cineasta Bernardo Bertolucci y del actor Marlon Brando en la famosa película El último tango en París (1972). Se trata de la “escena de la mantequilla” en la que el actor utiliza esta vianda para fingir una violación de la joven que hace de amante suya en el filme, encarnada por la actriz Maria Schneider. A estas alturas, todos ustedes conocerán la polémica (Youtube se habrá forrado si cobra a los anunciantes por clics de personas que nunca vieron el filme y necesitan conocer ahora la escena, como es mi caso).
¿Real o no? ¿En serio se lo han preguntado ustedes? ¿En serio no saben que en el cine, incluso cuando ustedes creen ver una penetración, es una hábil actuación? Aquí no se ve nada, ni dedos ni pollas en vinagre, sólo la mantequilla ¿y ustedes se han creído lo de “violación real”? Vale, ya pueden dar un aplauso a la pareja protagonista. Quizás incluso al director.
Ah no, de eso se trataba: el director ha confesado que… ¿Qué exactamente? Ha confesado que no contó a Schneider el detalle de la mantequilla hasta momentos antes de rodar la escena. Le escatimó información sobre el guión, y ella se cabreó con él para el resto de su vida. Si este trato manipulador a actores es un truco lícito para conseguir un cine más dramático, si lo hacen muchos cineastas o no, no lo sé: quizás debería tomar cartas en el asunto el sindicato de actores de Hollywood, que existe. Dicen que Casablanca también se filmó así, sin saberse antes qué iba a pasar, pero tal vez Michael Curtiz tenía mejor rollo con sus actores que Bertolucci.
Me estoy yendo del tema, porque ustedes no han venido aquí para hablar de hábitos de la industria cinematográfica: han venido para hablar de violaciones. ¿No hubo violación? No, no la hubo, por mucho que el texto de la petición en Change.org se esfuerza en dejar la duda al lector (“Si fue real o no…”). Tanto da: la denunciaremos como si la hubiera. Y Marlon Brando será un violador. Porque fue él quien en un minuto condenó a Maria Schneider a una vida de drogas, depresiones, intentos de suicidio. Poco más, y la mata.
“Durante la escena, aunque lo que hacía Marlon no era real, yo lloraba lágrimas reales. Me sentí humillada y, para ser sincera, me sentí un poquito violada, tanto por Marlon como por Bertolucci”. Esta es la frase que ustedes se encontraron en todas partes. Pero si leyeran la entrevista entera, publicada en 2007 en el diario británico Daily Mail, se harían ustedes una idea totalmente distinta de la relación de Maria Schneider con Marlon Brando: “Seguimos siendo amigos hasta el final, aunque durante un tiempo no podíamos hablar del filme. Sin duda, la mejor experiencia de haber hecho el filme era haberme encontrado con Marlon”.
Bertolucci no se arrepiente de la escena, aunque la lamente. Schneider tampoco: “Hoy, sin embargo, puedo mirar el filme y me puede gustar el trabajo que hice”, dice en la misma entrevista. Y deja claro que lo que la dejó traumatizada no fue ese minuto grasiento. “La gente pensaba que yo era como la chica en la película, pero esa no era yo. Me sentí triste porque me trataban como sex symbol, y yo quería que me reconocieran como actriz. Y todo el escándalo y lo que vino después me volvió un poco loco y me derrumbé”. Por si no ha quedado claro, lo repite: “Ser de repente famosa en todo el mundo me asustaba. No tenía guardaespaldas, como se tienen hoy. La gente pensaba que yo era como mi personaje, pero no lo era. Todo el circo me volvió loca y me metí en las drogas”.
Disculpen las citas extensas, pero convendrán ustedes que inventarse, unos años después de la muerte de Maria Schneider, cuando ella ya no puede defenderse, que la pobre chica era tan inestable mentalmente que se traumatizó por un puñado de mantequilla, y que no supo distinguir entre actuación y realidad, es bastante humillante para una actriz.