Fabrican instrumentos musicales con una impresora 3D ¡y suenan!

Dos hermanos hacen guitarras, ukeleles, violines y mucho más. La máquina los construye capa por capa.

El ingenio y el deseo de innovación son los impulsores de grandes proyectos. Tal es el caso de Martín (20) y Pablo (18) Juárez Brizzi, dos hermanos vecinos de Boulogne que fabrican instrumentos musicales con impresoras 3D. Con su idea ganaron el concurso “Capital Semilla” realizado por el Ministerio de Industria de la Nación.
“Trabajamos con impresión 3D y diferentes técnicas de fabricación digital hace ya más de cinco años en diferentes espacios de trabajo en San Isidro. Incluso impulsamos el equipamiento de este tipo de impresión en nuestra escuela secundaria, la Leonardo Da Vinci de Boulogne”, cuenta Pablo, que al igual que su hermano estudia arquitectura en la Universidad de Buenos Aires.
El germen del proyecto de hacer instrumentos tiene que ver con Rubén, el padre de Martín y Pablo. “Mi papá fue uno de los primeros que trabajó con impresoras 3D en la Argentina, se dedicaba a venderlas y ahí fue cuando empezamos con la idea de hacer esto”, explica Martín.
“A mi me gusta mucho la música y los dos nos inspiramos en un diseñador neozelandés que se dedica a la fabricación de instrumentos”, agrega. Y recuerda que el primer instrumento que consiguieron imprimir fue un charango.
“Esta es una forma de repensar nuestros elementos culturales, evitando que la disponibilidad de su materia prima originaria se convierta en un problema, por ejemplo, a la hora de poder disponer de un instrumento tan nuestro como un charango”, señala Pablo.
Desde el principio, el desafío fue trasladar los diseños que les enviaba Olaf Diegel, un diseñador radicado en los Estados Unidos, al modelado por deposición fundida (FMD), es decir, pasar del dibujo en dos dimensiones al 3D.
“El FMD –explica Martín– es una impresión 3D que funciona con una bobina. El plástico pasa por una especie de punta caliente que hace que el se dilate. La máquina va dibujando una primera capa y encima de ella va continuando con otras para producir el objeto en tres dimensiones”. En la fabricación se utiliza un polvo que puede ser de distintos materiales, como plástico, metal, porcelana o vidrio.
“El instrumento llega a estar listo en un solo día. Si es necesario se realiza un trabajo a mano que tiene que ver con el ensamble, el arenado y la pintura”, detalla Martín. “Además del charango hicimos ukeleles, una guitarra eléctrica y hasta un violin eléctrico”, dice Pablo. Los costos totales de materiales, según aseguran, no superan los $ 600.
Con su emprendimiento al que bautizaron FONA, el año pasado se presentaron en el concurso “Capital Semilla”, a través del cual consiguieron financiación del Estado. “Nos sirvió para mejorar la impresora que teníamos. La agrandamos y le dimos otras capacidades y manejos”, afirma Martín.
Su proyecto, además, fue presentado en el Centro Metropolitano de Diseño y seleccionado entre otros 15 para ser parte del Campus Party que se realizó en Tecnópolis en octubre. “Fue interesante ver cómo la gente se sorprendía con el hecho de que una máquina pudiera imprimir instrumentos listos para ser utilizados”.
Más allá de la música, estos dos hermanos no dejan de generar ideas. Ahora trabajan en “Hacer ECO”, un proyecto que busca la construcción de bicicletas con plástico de botellas recicladas.