Por primera vez, una mujer guardaparques participará de la campaña Antártica

Claudia Catalina Martínez tiene 45 años, es técnica en Áreas Naturales Protegidas y trabajó en los parques Nahuel Huapi, Lanín y Laguna Blanca.

Claudia Martínez sabía que quería ser guardaparques desde los 15 años. Nunca había ido a un parque nacional, pero le gustaba la vida al aire libre, leía mucho sobre el tema, y estaba decidida. “Nadie en mi familia entendía nada, pero a mí me gustaba, y cuando me pongo metas, las cumplo”, le dice a LA NACION.
Treinta años después, Claudia se recibió de técnica en Áreas Naturales Protegidas. Trabajó en los parques Nahuel Huapi, Lanín, y Laguna Blanca. Y, el 2 de enero, partirá hacia la Antártida para formar parte de la campaña Antártica anual. Será la primera vez que una mujer guardaparques participe de esa campaña.
En una entrevista con LA NACION, Claudia explica las tareas que realizará en la base Orcadas. y cómo hará para hacer frente a la soledad del continente blanco.

-Se sabe que científicos y militares hacen base en la Antártida, pero la presencia de guardaparques es menos conocida. ¿Qué hace un guardaparques en la Antártida?

-La Administración de Parques Nacionales tiene un convenio con la Dirección Nacional del Antártico. Lo que nosotros hacemos es apoyo a la investigación científica. Realizamos monitoreo ambiental, monitoreo del ecosistema antártico. Registramos, por ejemplo, el éxito reproductivo de pingüinos y aves. En base a nuestra recolección de datos, actividad para lo que un guardaparques está especialmente calificado, los científicos realizan estudios que después son la base de la toma de decisiones sobre los recursos del espacio Antártico.

-Vos sos la primera mujer guardaparques que va a hacer la campaña completa, de un año de duración, en territorio antártico. ¿Porque te postulaste?

-Ya había participado dos veces de lo que llaman campaña de verano. Mi primera experiencia fue en 2010, en base Esperanza, y la segunda fue en octubre del año pasado, hasta fines de enero, en la misma base. A mí me gusta todo lo que tiene que ver con andar en el terreno. Y el monitoreo lo que tiene es eso. Y las particularidades de Antártida son increíbles, no es un lugar como otros. Siempre fue uno de los destinos que más me gustó. Estuve en Nahuel Huapi, en Lanín, y en Laguna Blanca, pero la Antártida es distinta. Tiene que ver con el frío, con el manejarse en la nieve, el hielo, la inmensidad. Además, en los otros parques hay que realizar otras tareas, hay que asistir a los visitantes. En Antártida esas preocupaciones no las tengo. Y entonces me puedo meter en el detalle: te familiarizas a pleno con el entorno, conocés los vientos, la disponibilidad de luz.

-¿Pensás que se tardó en abrir la convocatoria a las mujeres?

-Costó la adaptación. Me refiero a la adaptación por parte de la institución. Yo no me siento con limitaciones con respecto a los hombres, no las percibo. Tengo metas y voy hacia esas metas. Pero a veces a la sociedad le cuesta adaptarse. Igual, hoy eso está cambiando. Por otro lado, siento la responsabilidad de que sea una buena campaña. No quisiera que el resultado de esta campaña condicionara nuevamente la apertura de la convocatoria. Hemos dado un paso importante y hay que sostenerlo. Veníamos insistiendo con esto desde hace muchos años. Vamos abriendo espacios.

-¿Tenés alguna crítica al proceso de selección?

-En el servicio para aplicar figura como ítem, como uno de los puntos, hacer el servicio militar. Ahí las mujeres perdemos un puntito, pero bueno, enhorabuena que hayan abierto la convocatoria.

-¿Qué vas a llevar a la Antártida?

-Nos piden que llevemos todo lo que tiene que ver con higiene personal. El resto está provisto. Es difícil calcular qué llevar, igual. Con el tema del shampoo, por ejemplo, lo que se hace en general es consultar con alguien que ya haya ido al lugar, para ver qué cantidad se necesita. Como en este caso no hay otra mujer que haya estado todo un año allá, tengo que calcular a ojo.

-¿Y para entretenerte que llevás?

-Yo elijo siempre llevar cosas que me hagan sentir como que voy a tener mi espacio. Poder tener mi habitación con mi música, mis libros. Fui recolectando aportes de los amigos, para llevar diversidad. Me estuve reservando varios libros para leer allá.

-¿Qué es lo más difícil de este tipo de misiones?

-Lo más difícil es no poder volver. Voy a estar comunicada por Internet, pero no poder volver es difícil. No podes tomarte un barco y volver. En cualquier otro destino, uno puede decir bueno, extraño mucho, y te tomás un avión o algo. Acá eso no se puede porque durante meses no salen barcos.

-Supongo que en la Antártida habrá momentos de mucha soledad, ¿cómo pensás manejar eso?

-En realidad, yo vivo sola, entonces para mí esto es un desafío, porque voy a convivir con 17 personas más. Así que para mí al contrario, va a haber mucha gente. Yo estoy acostumbrada a tener mi lugar, mi espacio, cuando vuelvo de trabajar. Para mí es todo un desafío convivir. En otras campañas más cortas, me ha tocado convivir con 200 personas en Antártida y pasar las fiestas con ellos. La verdad que a veces socializo más en la Antártida que acá.

Argentina fue el primer país del mundo en instalarse en el sector antártico y es actualmente el único con más de 100 años de presencia ininterrumpida. Desde 1990, se convirtió también en el primer país en enviar guardaparques sistemáticamente al área de conservación internacional más importante a nivel global.
La base Orcadas es operada por la Armada Argentina y se halla en la Isla Laurie, la más pequeña de las dos islas principales que forman el archipiélago Orcadas. Tiene un largo aproximado de 22 kilómetros y un ancho promedio de 8 kilómetros, con varias bahías profundas y relieve abrupto. Casi toda su superficie se halla cubierta por glaciares.